Juno está escéptico y abatido. El dolor era insoportable, no un dolor comparable. Su cuerpo temblaba y se retorcía sin poder hacer nada. Noa no pudo hacer más que llamar al doctor familiar. Le explicó la situación, a lo cual el doctor le recetó subir la dosis de supresores. Una vez sus feromonas terminarán de mutar, la marca en su nuca no reconocería el lazo que estuvo por formarse.
Recomendó que solo tomara los supresores durante un corto período de tiempo. Abusar de los supresores podría llegar a causar infertilidad en el Omega.
—¡Todo estará bien!—Dijo Noa tratando de dedicarle palabras alentadoras. Sin embargo, en una situación como esta era imposible que él pudiera sentirse seguro.
—¡El doctor!—Su rostro demacrado dio a entender su inseguridad. Es imposible que el doctor ocultara este secreto. Entonces, ¿qué pasará cuando Rayan se entere de esto? Lo expulsará de la familia o algo aún peor. —¡No te preocupes, el doctor no le dirá nada a Rayan, ya me encargué de que mantuviera este insistente entre nosotros!—Las palabras de Noa fueron de mucha ayuda. No sabía cómo, pero logró que el doctor aceptara quedarse callado.
Nadie le creería su lado de la historia. ¿Cómo podrían ellos entender que tuvo la mala suerte de encontrarse con un alfa tan compatible con él, al punto de casi terminar siendo marcado? Él seguía siendo casto y virgen. Su honor no había sido manchado, pero no hubo ningún testigo que corrobore su historia. Incluso llevándolo a un ginecólogo es imposible deducir a ciencia cierta si verdaderamente no había sido profanado. Incluso si Rayan terminara considerando sus palabras, es imposible que este no termine por juzgarlo.
Suspiró, tratando de mantener toda esa duda y ansiedad bajo control. Por suerte, al menos Noa no lo juzgó, dedicándose a ayudarlo sin prejuicio ni vanidad.
—¡Gracias por ayudarme!—Expresó con un rostro demacrado y pálido.
No es que Noa no quisiera conocer la verdad detrás de este insistente, pero no era el momento de hacerle preguntas al Omega que estaba pasando por un momento lleno de frustración y ansiedad. No había manera que él lo dejara solo. Juno no solo era su hermano, sino también un pobre Omega envuelto en una situación caótica. Se acercó a él y lo envolvió en sus manos, tratando de darle un poco de seguridad. Le repitió varias veces que todo estaría bien.
Cuando sus padres murieron, Juno solo era un bebé. Recuerda muy poco, pero recuerda ver un bebé frágil y débil. La voz de su madre pidiéndole a ellos que lo ayudaran y protegieran es algo que siempre lleva en su mente. Como su hermano mayor, era su deber protegerlo y cuidarlo incluso si se tratara de protegerlo de ellos mismos.
… … …
El sonido del helicóptero aterrizando en el jardín de la mansión alertó sus sentidos. El rostro de Juno se paralizó mientras Noa frunció el ceño. ¡Fue antes de lo previsto! Se asomó por la ventana viendo a Rayan bajar del helicóptero que todavía seguía en movimiento. No esperó siquiera cambiar su ropa. Subió rápidamente hasta llegar a la habitación de Juno. Dándose cuenta de que Noa estaba junto a él, había algo extraño. No sabía por qué sus instintos no reconocieron las feromonas de Juno. Se acercó a él con rapidez sobando sus mejillas calientes debido a la fiebre. Este hizo un movimiento brusco hasta apartar sus mejillas de las manos de Rayan, un gesto que claramente no le agradó.
—¿Pensé que estabas mejor?—Espetó después de ver su estado decadencia.
Durante el mes que estuvo por fuera de la mansión, tuvo que reprimir sus impulsos para no dejar tirado el trabajo y regresar a su hogar. Cuando escuchó la noticia de que Juno había entrado en fase, tuvo que reprimir su instinto para no subirse al jet y regresar a ayudarlo. Era un momento importante. Quería ser la primera persona en olfatear el cambio en las feromonas de Juno. Por lo tanto, apresuró lo más que pudo sus deberes, para regresar antes de que sus feromonas terminarán de mutar.
Pero, justo ahora, se encuentra con un hombre demacrado y enfermizo del cual ni siquiera podía percibir el peculiar olor a Omega. —Estoy mejor. El doctor me recetó supresores para el dolor.—Respondió con su voz algo ronca. Rayan frunció el ceño. Algo no estaba bien con esa respuesta. ¿Por qué el doctor le recetaría tomar supresores? Miró a Noa sin entender. Después de escuchar las palabras de Noa, se sintió engañado. No era el hombre más experto en dicho campo de medicina, pero es de sentido común saber que después de entrar en fase el Omega experimenta un dolor pulsante durante menos de cinco días. Para este entonces, el dolor ya debería de haber cesado. No conforme con esto, llamó al doctor, el cual corroboró lo ya dicho antes por Noa.
Seguía dudoso, pero si el doctor lo confirmó es por algo. Sin más que decir, salió de la habitación algo extrañado, no sin antes darle un beso en la frente a Juno. Llevaba semanas sin verlo. Ver esos hoyuelos que se formaban en sus mejillas y esos ojos color azul marino que centellaban por cada parpadeo. ¿Cómo podría no extrañar a este niño?
En su delirio de obsesión, no se inmutó en esconder ese apego que poseía por su propio hermano. ¡Asqueroso! Pensó Noa viendo la escena con ojos llenos de resentimiento. ¿Acaso este animal no podía notar la expresión de incomodidad en Juno? Cualquier persona que viera esto se daría cuenta de que Juno no deseaba ser tocado por Rayan.
Sentía un deseo único de correr hacia ellos y pedirles que lo dejaran en paz, acusarlo de ser un acosador y un psicópata despreciable. Pero sin importar cómo o cuántas pruebas recogiera, nadie les creería a ellos, después de todo, tanto Juno como Noa eran omegas. La sociedad terminaría por culparlos con la típica excusa de ser omegas descarados que seducen a cualquier alfa con la intención de saciar su libido. Nadie los ayudaría, nadie los apoyaría, la única persona que podría abogar por ellos era Marlon, el cual desde que sus padres murieron, se ha dedicado a ignorarlos dejando todo el peso de la familia a Rayan.
Debido a esto, Rayan ha construido una falsa máscara para cubrir la verdad; ante todo el mundo, él es un marqués respetado y un alfa amoroso que prioriza a su familia ante todo. Así es como ha camuflado su obsesión por Juno. La única manera de salir de este infierno era contraer matrimonio, pero esto solo es una excepción para él, pues Rayan jamás permitiría que Juno se casara con otro alfa. Para evitar esto, durante años le ha hecho creer a toda la alta sociedad que Juno es alguien poco sociable y dependiente. Alguien imposible de provocar el deseo en un alfa; las personas de la alta sociedad solo tienen una vaga referencia de quién es Juno Clrethf. Suponen que es un Omega poco atractivo, poco seductor, alguien aburrido y orgulloso con un carácter poco agradable. ¿Me pregunto cuáles son sus planes para evitar que algún alfa se interese por Juno durante la temporada social?
Los rumores sobre Juno no tienen fundamento, más allá de lo pensado. Una vez la temporada de comienzo, los falsos rumores sobre Juno serán borrados, para dar paso a un Omega wail, hermoso y con un atractivo físico como ninguno. ¿Qué harás para evitarlo? Reflexionó Noa, viendo con ojos afilados a Rayan.
La temporada social estaba a dos días de dar inicio. Para su suerte, sus feromonas ya habían mutado y la marca en su nuca poco a poco estaba desapareciendo. Sin embargo, mientras esta no terminara por ser eliminada, no tuvo más opción que cubrirla. Había sido unos días difíciles para él; Rayan seguía obsesionado con él, cómo olvidar todas esas muestras de cariño, sin mencionar lo difícil que fue ser expuesto a sus feromonas.
Al menos, respirar aire fresco le ayudó a olvidar un poco sus problemas. Junto con Noa y el mayordomo, habían salido a recoger el traje que usarían en el baile de inicio de temporada. Mientras Noa hablaba con el diseñador, este aprovechó para dar un paseo por la ciudad. Estaba nervioso debido al inicio de la temporada social, sentía una angustia en su estómago. Presentía que los problemas estaban por llegar. Esperaba, como mínimo, poder sobrevivir sin problemas.
Envuelto en ansiedad y preocupación, fue empujado y cayó al suelo. Se quejó exaltado, insultando al hombre que lo había arrastrado al suelo. Sin embargo, lo único que recibió fue una disculpa y una maleta algo misteriosa.
—¡Oye! Imbécil, tu maleta…
El hombre no miró atrás y desapareció entre la multitud. ¿Qué demonios había pasado? Se levantó sacudiendo sus manos y su ropa. De un momento a otro, unas manos gélidas lo detuvieron.
—¡Atrapé al ladrón!—espetó el hombre vestido de un uniforme militar. “¡Oh! En qué problema estoy”, pensó mientras era arrastrado a la estación.
—¡Ya le dije que soy inocente!—Espetó con enojo, estaba siendo acusado de robo e intento de asesinato. —¡Yo no conozco a ese hombre!—Dijo señalando al alfa postrado en una camilla, el cual estaba drogado.
—¡Asegura usted que no sedujo al hombre para robarle sus pertenencias!—Dictó el juez. Joder, su paciencia estaba tocando fondo, ¿cómo podría el seducir a un alfa del cual nunca había conocido?
—¿¡Cómo explicas esto!?—Dijo el agente sosteniendo la bolsa en sus manos. Suspiró, tratando de no perder el juicio, ya había explicado mil veces por qué la bolsa estaba en sus manos. ¿Acaso estos agentes eran sordos o simplemente eran unos inútiles incapaces de entender?
Volvió a explicar, mientras todos seguían reacios a creerle o escuchar su defensa. Ya habían pasado menos de dos horas; posiblemente, Noa estaba buscándolo. No tenía intención de ser arrestado o enjuiciado cuando él era inocente.
El ruido de la puerta siendo estrellada alertó a los presentes, un hombre alto, claramente alfa, entró en la pieza, examinó la situación para después ver el estado del otro alfa que había sido drogado. —¿Disculpe, señor, es usted pariente del paciente? —preguntó la enfermera que lo estaba atendiendo. ¡Soy su primo! Respondió.
Después de verificar el estado de salud de su primo, el hombre se dirigió hacia Juno. Lo fulminó con la mirada para después dirigir unas palabras al juez.
—¡Este hombre no solo drogó a mi primo, sino también le robó! ¿Qué justicia se debe aplicar?—preguntó con ímpetu.
Juno respiró con frustración tomando puesto en la silla. Ya no tenía energía para seguir luchando. Su única opción era esperar que la víctima despertara y abogara que él era inocente. Tenía pensado quedarse callado para evitar algún malentendido. Sin embargo, escuchando el reporte dado por el agente, no pudo quedarse quieto.
—¡Yo soy un Omega, no un beta!—Dijo con estrés, según el reporte, el asaltante era un beta. Entonces, ¿cómo era posible que siguieran acusándolo a él?
—¿Un Omega? —Dijo el primo de la víctima; era imposible no notar el sarcasmo en sus palabras afiladas. —¡No me extraña, una puta que seduce a un alfa por dinero, nada extraño!—El tono brusco y sus palabras machistas fueron el basó que derramó el agua.
Molesto, se levantó del puesto acercándose al alfa. —¡Yo no seduje a nadie, tal vez deberías preguntar antes de soltar palabras con poco sentido!—Su mirada fulminante y sus feromonas enojadas hicieron que los alfas a su alrededor se estremecieran.
Juno no era cualquier omega, él era un omega dominante. Los alfas empezaron a toser mientras exudaban sudor. El alfa y primo de la víctima sonrió a media luna antes de soltar una ráfaga de feromonas amenazantes. Claramente, también era un alfa dominante. El choque de feromonas casi mató a los demás presentes, que en su mayoría eran alfas normales.
—¡Un mocoso descarado! —dijo el alfa frunciendo el ceño, apuesto a que no estaba acostumbrado a ser encarado por un omega.
—¡Lo siento! ¿Acaso hiere tu orgullo alfa no poder doblegar a un simple omega? —demandó Juno sarcásticamente. Este hombre lo exasperaba.
El alfa sonrió con desdén, —¡Desde cuando las putas tienen humor!—Maldita sea, Juno poseía un deseo como ninguno de golpear ese bello rostro. No conforme con lo ya dicho, el hombre prosiguió sus comentarios fuera de lugar. —¡Si lo que deseas es dinero, entonces recógelo!—Sujetó la bolsa tirando todas las pertenencias que habían sido robadas.
El rostro de Juno se volvió rojo y sus mejillas empezaron a arder de la rabia. Clavó sus uñas en sus puños tratando de soportar la ira. Este hombre no solo era fetichista, sino también era un desubicado. Su teléfono sonó alertando su mente, por supuesto, tal vez, Noa podría ayudarlo. Pero cuando vio el nombre del contacto, su cuerpo se estremeció. Después de haber colgado la llamada, rápidamente le llegó un mensaje.
{¿Dónde estás? El mayordomo dice que estás desaparecido ~Rayan~}
Su cuerpo inconscientemente empezó a tensarse. No podía simplemente decirle que estaba en problemas, después de todo él era el hermano menor del marquesado Clrethf, ¿cuánto escándalo podría llegar a surgir debido a este malentendido? Suspiró, despejando el salón de sus feromonas. —¡No tengo tiempo para discutir con un idiota como tú! —dijo tomando puesto de nuevo en la silla.
Durante los siguientes minutos, su nerviosismo solo aumentaba, ¿cuánta peor suerte podría tener? Después de unos largos e incómodos minutos, el alfa empezó a recobrar la conciencia. Cuando Juno se presentó ante él, lo primero que hizo fue reconocer su inocencia. Ciertamente, el hombre que lo atacó era un beta.
Sabiendo esto, los agentes se disculparon, pero Juno solo los fulminó, ¿cuánto prejuicio había incluso entre los agentes que deberían ser un ejemplo para la sociedad?
—¡No me creyeron solo porque soy un omega! Personas como ustedes me causan asco, se consideran más que los omegas solo porque son alfas, sin embargo, no pudieron soportar unas simples feromonas producidas por un omega. —dijo entre gruñidos.
La sociedad es un sinfín de personas llenas de opiniones mediocres. Personas con prejuicios y vanidad. Un omega solo es un aparato reproductor para que el alfa tenga un hijo. Una muñeca de porcelana creada para sonreír y ser juzgada. Con este pensamiento en mente, solo pudo caminar hasta los objetos que el alfa había tirado antes al suelo. Los recogió con elegancia.
Estando de frente, lo miró con estrés y dejó caer los objetos. —¡Supongo que tú lo necesitas más que yo! —espetó antes de salir del edificio con el orgullo en mano.
El alfa miró los objetos en el suelo y solo pudo sonreír. Dioses. —¡Qué temperamento más molesto tiene el mocoso descarado!
—¡Lo insultaste y lo menospreciaste solo por ser omega, no esperaba menos! —dijo su primo. —¡Por lo menos debiste haberte disculpado, Aixhad!
CONTINUARÁ…