SOLO TUYO

1339 Words
NARRA AITOR Si esto era un sueño no deseaba despertarme, estaba con mi diosa y era ahora era toda mía. No podía dejarla ir, no después de desearla y fantasearla todos estos meses. Mi billetera siempre anda lista para cualquier ocasión, especialmente para momentos como este. Me recosté a su lado y comencé a besar su cuello, mientras mis manos viajan hasta su pierna. —¿Por qué aligátor? —cuestiona haciéndome sonreír. —Prometo contarle esa historia después mi bella Dama. Es algo larga y ahorita solo tengo dos cabezas pensando en seguir con lo que estamos —digo sin dejar de estimular su cuerpo. —Aitor —gimió cuando mi mano se coló entre sus piernas. Su hermoso coño estaba húmedo y mis dedos se deslizaban con facilidad. Introduje dos dedos dentro de ella, mientras con mi pulgar hacia círculos en su clítoris. —Me estas volviendo loca —confesó cerrando con fuerza sus ojos y mordiendo su labio inferior. —No más de lo que estoy yo por poseerte —le dije antes de devorar sus labios y hacer más rápido el movimiento en mi mano. El apretón de sus uñas en mi brazo solo significaba que estaba cerca de estar preparada para mí de nuevo al igual que los movimientos inquietos en sus caderas. Nuestro beso se volvió salvaje hasta el punto de que mi labio inferior es atrapado con fuerza por sus dientes, al momento que su cuerpo convulsiono extasiado en placer. Ella cerro sus piernas queriendo evitar que la siguiera estimulando, pero no perdí tiempo. —Daté la vuelta diosa —ordené y ella se puso sobre sus rodillas. La vista era increíble, su trasero estaba invitándome a darle un par de golpes, pero al verla temblar el plan seria otro. —Recuesta tu cuerpo por completo —ella nuevamente sin chistar lo hizo. Me puse detrás de ella y mis manos por instinto fueron a masajear su bonito trasero. Mi pulgar fue hasta otro punto que deseo, pero no será ahora, ella de igual manera se deja estimular por mi pulgar. No cabe duda de que esta mujer acabará con mi cordura, dejo un camino de besos por su espalda. Sus gemidos ahogados en la almohada me invitaban a seguir, pero no puedo aguantarlo más, necesito entrar en ella. Separé su pierna derecha para poder acomodarme entre su pierna y sin darle oportunidad de nada entre en su coño. Ella dejó salir un pequeño grito y yo hice mi cabeza hacia atrás, mientras apretaba su trasero con mis manos. Sali casi por completo y volví a entrar con ferocidad. Me aferraba a sus caderas viendo hacia nuestra unión y en lo que increíble que se sentían sus paredes apretándome de una manera deliciosa e inexplicable. —¿Te gusta diosa? —cuestioné y ella asintió mordiendo la almohada. Di un fuerte empuje y me recosté sobre ella. Su cuerpo se sentía sudoroso y yo estoy en igualdad de condiciones. Mi brazo fue por debajo de su cuerpo a la altura de su cuello. Tome su mano y entrelace nuestros dedos con mi mano libre. Me aferré al cuerpo de mi diosa para comenzar de nuevo con mis embestidas. —Si, amor, así —me dijo en su idioma y no me contuve más. Ese amor, más su manera de expresarlo me volvió loco. Busqué su boca y embestí como un loco en su cuerpo. Los fuertes gemidos, jadeos y el sonido morboso de nuestros cuerpos chocando era lo que se escuchaba en toda la habitación. —No puedo más amor —confesó y solté su mano de la suya y la llevé en dirección a su clítoris. —Ah… vas a matarme —sonreí y nuevamente me acerqué a buscar sus labios, aunque sea una parte de ellos. —No te dejaré morir cariño, iría a buscarte al más allá solo para volver a hacerte sentir esto precisamente —Mi agarre en su hombro se hizo cada vez mas fuerte. Mi hermosa mujer se movía descontrolada debajo de mi cuerpo y eso me llevó al límite. Gruñí al sentir la corriente de placer liberarse por todo mi cuerpo, dejándome caer sobre mi diosa. Me acomodé a un lado y ella también rodo para recostar su cabeza sobre mi pecho, recuesto mi barbilla sobre su cabeza. —Si tu estuviste 2 años en abstinencia, yo hoy cierro 8 años de ella —dice y me separo sorprendido, ella levanta su rostro y me mira con una sonrisa. —¿Tanto tiempo? —fue lo único que pregunté porque ella me calló con un beso. —Si —dijo al separarse. Se volvió a acomodar sobre mi pecho haciendo círculos en mi abdomen. —¿Quieres contarme? —cuestioné con sutileza. —Cuando llegamos a Béjar, todo fue de mal en peor. Como ya lo sabes. Los primeros años si accedí a tener intimidad con Andrew, aun cuando siempre se expresaba con sentir asco al estar conmigo, por ya no ser “solo suya”. Luego cuando el comenzaba a llegar muy tomado y con lápiz labial en el cuello y ropa, me dije que no me dejaría humillar más. No lo volví a aceptar y ahí fue donde comenzaron los golpes y … —su silencio me inquieto. No dejé que siguiera, no quiero pensar lo que no, pero me dolerá, pensar que ese desgraciado la forzaba a estar con él. —Lo que sea que haya pasado, ya fue. Ahora estás conmigo y prometo hacerte feliz. Borrar todo ese mal recuerdo que viviste con ese hombre —confesé abrazándola fuerte. —Eres increíble y ya lo hiciste. Al punto que no recordé nada de esos momentos. —Te amo diosa —dije besando sus labios y luego salir de entre sus brazos para limpiarme el preservativo. Ella de igual manera fue a darse un baño, me quedé viéndola desde el umbral de la puerta y esa sonrisa que tenía en el rostro era de felicidad pura. Yo la provoqué y eso era más que suficiente para mí. Ella salió de la regadera y yo la esperaba con la bata abierta solo para que acomodara su cuerpo en ella. —Gracias amor —suspiré nuevamente al escucharla. —Creí que solo en ese momento era tu amor —ella me golpeo con el cordón de su bata. —Eres el amor que no pedí, sin embargo, eres para mí y yo para ti. Ahora que ya probé de que está hecho, señorito, no pienso dejarlo ir. No solo eres un hombre maduro, centrado, responsable y bien dotado —dice con sus ojos en dirección a aligátor—. Eres el hombre que mis hijos aceptan a mi lado. Eres el hombre que me ama y que ha esperado por mi todo este tiempo. Tu ya me has prometido muchas cosas, ahora seré yo quien te diga que… —Abraza mi cintura sin dejar de verme. —Siempre y cuando tú lo desees estaré a tu lado. Te prometo ser tu compañera, aun si el mundo entero se oponga. Si en un futuro, tú crees que ya no podemos seguir juntos. Espero que me lo digas y podemos separarnos —puse mi dedo índice en su boca. —Eso ultimo no va a pasar por qué... —la pegué a mi pecho inhale el aroma de su cabello y dejé un beso sobre su cabello húmedo. —Yo solo soy tuyo —la ayudé a secar su cabello y a ponerse la pijama. Nuevamente ella se acomodó en mi pecho y después de unos besos y caricias se quedó dormida. Soy yo el que queda analizando que ahora que estoy con esta hermosa mujer me siento vivo, me siento en casa. Solo deseo poder dormir, llorar, reír, fantasear y sobre todo gozar aferrado a sus brazos y al amor que solo ella puede darme. ---------------------- Copyright © 2023 Valery Archaga Todos los derechos reservados. Obra protegida por Safe Creative bajo el número 2307154839257
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