Al día siguiente me desperté con un fuerte dolor de cabeza, pero al abrir los ojos y ver la carita angelical de Elliott junto a mi cama… Todo se desvaneció. La vida me había dado fuertes golpes en los últimos años, era cierto… Pocas personas habrían podido soportarlo; pero también era cierto que no todo habían sido penurias; Elliott era prueba viviente de ello, era mi faro durante las más fuertes tormentas. Mi niño, que había sido la fuente de mis alegrías durante ese último año tan intenso y doloroso, era como un rayo de sol por la mañana... Me recargaba las energías para vivir. Miré su rostro y contuve las ganas de llorar, no era ciega, sabía perfectamente a lo que se refería Emmett, y luego de todo lo que me hizo Damien… que mi hijo se pareciera a él, era una tortura diaria, pero yo