El aire a mi alrededor empezó a escasear mientras intentaba procesar lo que había dicho Adrien, una cosa tan descabellada que solo podía ser una broma. —¿Qué estás diciendo? —pregunté casi en shock, sin poder creerme lo que había escuchado. —Pues eso, hombre… No firmaste el acuerdo. —Adrien sonrió y se encogió de hombros. —¿Pero cómo que no lo firmé? ¿Estás loco? ¡¿Por qué no lo hice?! —No lo sé, Emmett; solo no lo hiciste. Estuvimos en el despacho de mi apartamento, Irina firmó y luego le pediste que nos diera un tiempo a solas. Cuando ella se fue, solo te levantaste y lanzaste el documento al triturador. —¿Y no te dije por qué? —pregunté, aun en shock. —Pues no dijiste mucho más que “Ya vi lo que quería ver”, y eso fue todo. —A ver, Adrien… Yo llego a tu casa, te dijo que voy a ca