El día de la junta llegó y todo el mundo parecía bastante ansioso, pero ¿Emmett, Adrien y yo? Estábamos al borde de una crisis nerviosa. Nos encontrábamos en la oficina de Adrien, ambos hombres estaban sentados frente al escritorio mientras que yo caminaba de un lado a otro del lugar. —Despacio, Irina… Le abrirás un hoyo al piso —comentó nuestro amigo luego de un rato. —Calma, calma, calma… Es lo único que has dicho desde que llegamos a la empresa. Busca otro discurso, este ya no está funcionando. —Es que… Emmett está preparado, ¿correcto? —preguntó mirando a mi esposo, que asintió en un solo movimiento. —Correcto, memoricé todo lo que me entregaron, y tal y como Adrien recomendó… Siempre que escuche algo que no sepa… esperaré a que alguno de los dos me aclare las dudas. —Maravilloso