2

1444 Words
No podía creer que siguiera con eso de las tertulias. Aunque tampoco debería de sorprenderle mucho ese hecho, porque su madre ya estaba en esa edad, por no decir que ya envejecía mucho. Ahora le gustaban esas reuniones. Daniela llegó a la compañía un poco extraña, porque ahora que se encontraba en el lugar con mayor ahínco se presentaban las palabras de Marcos en su cabeza y rebotaba como una pelota, provocando ese fastidio y no podía ni siquiera olvidarse de ello por un segundo. De seguro en ese momento su padre ya estaba en la junta y no tendría momento ahora mismo para hablar con él, ni modo. Se puso a trabajar en su oficina. Daniela había estudiado diseño de jardines y ahora desempeñaba un papel importante en la compañía de su padre dedicada a la arquitectura. Siempre que tenían proyectos, ella y su equipo se encargaban de diseñar un exterior, tomando en cuenta la construcción y todo lo demás. Sí bien era cierto que el principio tenían más proyectos muy importantes, ahora no estaban teniendo demasiado trabajo, sino unos pocos y pequeños, igual había que hacer mucho, pero las ganancias no parecían ser tan buenas como antes. ¿Por eso Marcus le dijo todo eso? Brenda, su asistente, apareció de repente, tenía La mala costumbre de ingresar a su a su oficina sin tocar antes la puerta, era demasiado olvidadiza y torpe muchas veces, pero con tantas cosas por hacer no se había tomado el tiempo de hacer un cambio. —Oye, toca antes de entrar, eh, ya estoy cansada de decirte lo mismo. Ni siquiera sé cómo decirte ya o en qué idioma dejarte las reglas claras que debes cumplir si vas a seguir trabajando conmigo, Brenda. —Lo siento, señorita Jones. Es que le traigo unos papeles muy urgentes, se trata sobre un proyecto, eso me dejaron saber, pero es un sobre amarillo, tómelo, solo lo puede abrir usted —añadió, como si eso era necesario. —Lo sé, ya sal de aquí, por favor. No es necesario que te quedes —le pidió y la chica salió de inmediato. Daniela tomó una bocanada de aire, necesaria antes de rasgar ese sobre y sacar los papeles que contenía. Lo que estaba leyendo no lo podía creer y se llevó ambas manos a la cabeza sorprendida de que ahora todo se cancelara. —¿Qué? Esto no puede ser cierto, tanto trabajar, para que ya no quieran trabajar con nosotros. Esto debe ser una broma. ¿Cómo es posible? —se preguntó a sí misma mientras todavía estaba procesando toda esa información qué la dejó de mal genio y preocupada. Tenía que decirle a su padre. Ahora mismo. Pero antes de comunicarle la noticia a su papá decidió ponerse en contacto con la persona que había mandado a hacer ese proyecto para luego cancelarlo como si nada. La tendría que escuchar. —Buenos días, señor Joseph, hace poco he recibido un sobre y me informan que ya no van a querer el proyecto. No sé si usted está consciente de que he puesto demasiado empeño en ese trabajo, horas, días y noches sin dormir para dar lo mejor de mí, pero ahora lo cancela como si nada, sin tomar en cuenta que detrás de todo hay muchos involucrados. ¿Es que siquiera lo pensó? No sé, la verdad esto me deja un mal sabor en la boca. —Lo siento mucho, pero quiero que el proyecto sea fantástico y realmente no estoy conforme con las propuestas que me han dado hasta el momento, no digo que está mal, pero no era lo que esperaba y por eso he decidido cambiar. Lamento mucho los daños causados y si hay algo que tenga que pagar por sus horas pérdidas, entonces déjalo saber, puedo pagar eso. Se sintió indignada. Eso no era el caso, se sentía demasiado decepcionada, lo que siempre le estaba diciendo era poco profesional y no tenía ética laboral. —Espero no trabajar con gente tan poco seria como usted. Y deseo que consiga lo que desea con esa otra compañía. —No tengo la menor duda de ello. Kingman sabe lo que hace, y tiene un quipo excelente. Buen día, señorita Jones —le dijo antes de colgar. Encima le había colgado la llamada. De verdad que no lo podía creer. Se sentía muy molesta. Pero otra vez mantuvo la calma, o definitivamente iba perder los estribos. ¿Así que Marcus había iniciado otra vez con la competencia? Maldita sea, otra vez iba un paso adelante. No era justo. ¿Por qué querer más si ya eres el número uno? —¡Te odio Marcus Kingman! No sabes cuánto —soltó muy enojada mientras tomaba un objeto de su escritorio y lo rompía contra el suelo, causando un sonido atronador que alertó a la asistente Brenda, quién en un santiamén aparecía en la oficina otra vez sin ser llamada. —¿Todo bien, señorita Jones? —¡Fuera de aquí! Y se retiró despavorida, a sabiendas que algo malo pasaba y ahora su amiga estaba furiosa. A los minutos ya estaba tomándose un café, y aunque el molestaba que Brenda estuviera allí, no le dijo nada. Tenía demasiadas cosas en que pensar. —Es que está mal, no sé qué pasa con ese estúpido hombre y lo que tiene contra nosotros —había expresado, muy molesta. —Puedo darle mi opinión. Pero no sé lo que pasa. —Mejor ve a decirle a papá que quiero hablar con él, eso sería más productivo, eh —señaló y Brenda salió de inmediato. Bufó en su silla giratoria, todavía muy enfadada con todo. La única manera que dejara de estar con la ira encima, era tener a ese descarado en frente y darle una tremenda bofetada, solo así se iba a sentir mejor. De eso estaba segura, mientras tanto continuaría molesta hasta la médula. —Papá, necesito hablar contigo. Es algo importante, sé que se te vas a enfadar, si es que ya no lo sabes. Esto es terrible, muy malo, eh —apuntó. Y le contó todo. Su padre se sintió un poco angustiado, pero no podía hacer nada. No era la primera vez que una cosa así sucedía, ya estaba acostumbrado a los rechazos repentinos o a que alguien cancelara trabajar con ellos de forma sorpresiva. Lo que más le molestó, era saber qué otra vez los Kingman tenían algo que ver en todo eso. —Lo siento, Daniela. Esto pasa, no es la primera vez. Ya no podemos hacer nada para cambiarlo —le expresó y ella suspiró hondo. —¿Eso es todo, papá? No lo entiendo. Maldición. Ellos no quitan otra vez un proyecto pero no se puede hacer nada al respecto no me parece justo, esa gente se la va a ver conmigo. —Ni siquiera se te ocurra hacer algo Daniela, deja las cosas como están que podría ser peor, sabes muy bien que incluso si vas y le reclamas por algo así, solo vas a recibir burlas —le expresó y ella solo se levantó antes de marcharse a su oficina. Me podría retomar sus actividades ese día, con tantas cosas dando vueltas en su mente. No, no podría centrarse así. En poco tiempo ya Daniela estaba en el exterior, pensando subirse a su auto y conducir hasta un lugar en el que pudiera recuperar esa tranquilidad. No podía estar tranquila con todo lo sucedido, pero lo intentaba mucho. Tenía ganas de romperle la cara a ese imbécil, de gritarle lo mucho que lo odiaba por eso que hizo. No sé merecía pasar por algo así. Había puesto mucho empeño en su trabajo, como para que ahora estuviera ocurriendo. Quería gritar con todas sus fuerzas, pero eso ¿de que serviría? De nada, así que no lo haría. Comenzó a caminar hacia su auto e hizo rugir el motor. Sí, iba a desaparecer de allí, no continuaría en un lugar llena de tanta furia. En poco tiempo ya estaba de camino a su casa. Y con lágrimas en los ojos golpeó el volante. Sentía que no podía con tanto enojo encima. Había perdido un proyecto importante en su vida, eso nunca le había pasado. Después de todo era la primera vez que una cosa se le pasaba y se sentía bastante decepcionada con ella misma porque se había esperado demasiado en dar algo bueno pero al parecer no fue suficiente o simplemente no la supo valorar. —Estúpido Marcus Kingman, te odio, te detesto con todo mi corazón —expresó muy furiosa, perdiendo la mirada en la carretera. Otra vez se repetía lo mismo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD