Capitulo Cinco

915 Words
—Bienvenidos, espero hayan tenido buen viaje, soy Luke — un joven de unos veinticinco años se apresura a saludar a todos. —Si, gracias. Soy Misael.— se presenta el ruso. —Sabemos perfectamente quiénes son ustedes, son conocidos en todo el mundo. Los primeros metahumanos.— sonríe el chico.— Pónganse cómodos. El grupo toma asiento, frente a ellos hay por lo menos seis chicos incluído Luke, dos chicas a su derecha y tres muchachos a su izquierda. Carlos no pierde de vista los movimientos de ninguno, siente demasiado raro y amable todo el asunto y prefiere estar preparado. —Bueno, quiero presentarles a mis amigos, quienes apoyan la causa tanto como yo.—  Luke sonríe. —¿Qué causa? ¿La de crear una guerra sin sentido? Es de dementes.— Jamie suelta de golpe. Todos la observan sorprendidos, no esperaban que fuese a contestar algo como eso y menos faltándole el respeto. —Jamie, tranquila.— Misael comparte miradas con la chica. —Creo que no es necesario hacerte saber que no estamos de acuerdo con ésto, no queremos formar parte de una guerra innecesaria. —Entendemos eso.— una rubia habla tranquila.—Pero somos sus hermanos metahumanos y creo que deberían apoyarnos. —¿Y tú eres?— Carlos eleva una ceja despectivo. —Clara— responde la chica. —No apoyaremos nada que nos ponga en peligro a nosotros o a Svalbard. Nos hemos ganado un lugar en el mundo, tenemos el respeto que necesitamos, ¿Por qué quieren una guerra?— pregunta Liesse. —Eres de la que menos esperaba esa pregunta, tú que perdiste a tu madre a manos de ellos; los "normales"— hace énfasis en la palabra.—Queremos venganza, nosotros debemos ser líderes del nuevo mundo, ¡No ellos! Misael se pone de pie al igual que Luke, la reunión está tomando otra dirección y en cualquier momento se convertirá en una fuerte discusión. Nadie dijo que sería fácil pero tampoco debe haber este tipo de problemas. —Lo lamento, pero no queremos formar parte de esto. Están solos.— Misael da por terminada la charla. —Si gustan, ustedes o las personas que están bajo su mando pueden venir a Svalbard, son bienvenidos.— añade Darel.— Pero no intenten nada indebido ya que lo sabremos de antemano. El australiano observa a Liesse dando a entender que ella puede leer sus pensamientos, la tensión en el ambiente es palpable. Claramente debían haber sabido que ellos no se uniría por voluntad propia a una guerra que intentaron parar al enfrentar a Wallace.  Ahora todo es más complicado, no se enfrentan a un gobierno tirano, ni a humanos "comunes" sino que con su misma r**a, ¿Qué hacer? ¿De qué lado estar? ¿Quién es traidor y por qué? ¿Se lo es por defender a los humanos al negarse a pelear o por no ayudar a los de tu misma clase? Difícil decisión con grandes consecuencias sea cúal sea la elección. —Veo que es inútil seguir con la charla.— Luke suspira.— Al menos permítanos presentarnos. —Adelante.— Micaela los anima.— No queremos formar enemistad con ustedes, sólo queríamos dejar en claro nuestra postura. —Bien, yo soy Clara Mitchell y ella es mi prima Susan Cameron.— señala a la muchacha.— Ambas somos estadounidense. —Yo soy Miguel Montaner.— se presenta otro muchacho.—Soy de Puerto Rico. —Amir Kashmir, vengo de India.— un pelinegro sonríe. —Ismat Ahmed, Argelia, África.— saluda otro. —Y yo soy Luke Hamilton.— se encoge de hombros y sonríe. —No quiero ser aguafiestas pero no me interesa sus nombres ni nada por el estilo, sólo quiero volver a mi casa.— masculla Carlos. —¿Tú casa? Según sé eres de México, estás en tu casa.— habla Luke. —Bueno se vé que no sabes mucho pimpollo. Soy de Svalbard, México es un hermoso país en el que nací pero ahora mi vida está con los míos.— Carlos se pone de pie.— Los que no buscan problemas por razones egoístas. —No son razones egoístas payaso—Susan se molesta. —Chica, estoy hablando con el dueño del circo no con su mono.— sonríe el mexicano satisfecho. Susan se adelanta unos pasos y de su boca puede verse  a un extraño líquido circular, tal parece que la joven tiene la habilidad de generar ácido que se puede manifestar a través del tacto o de su generación interior como por ejemplo, escupir ácido, ácido en la sangre, etc. Micaela vuelve sus puños roca y se prepara para atacar cubriendo a su novio; Clara no se queda atrás y se prepara para gritar. —Detente— Liesse le apunta con su mano.— No me obligues a hacerte daño. Tú grito sónico no me afectará. —Increíble, una telepata.— Amir se sorprende.—Por favor, tengamos calma, no peleemos entre nosotros. —Lo dice el que quiere y apoya una guerra.— agrega Carlos. —Una MetaGuerra querrás decir.— sonríe Miguel. —Nos retiramos, adiós.— Misael observa a sus amigos y poco a poco, uno a uno van saliendo de la enorme habitación. En cuanto el grupo de Misael se retira del lugar los restantes intercambian miradas. Nadie dijo que sería fácil convencerlos, pero eventualmente lo harán, van a unirse a la causa quieran o no; tendrán que defenderse de alguna manera y más por lo que está por comenzar. Una explosión de proporciones descomunales se hace escuchar, la onda expansiva de la misma arrasa con gran parte de la Ciudad de México llevándose consigo edificios, escuelas, hospitales sin mencionar las vidas tomadas. Liesse protege a cuantos puede con sus campos de energía, lo bomba los tomó por sorpresa mientas salían del hotel; Carlos aferró a Micaela apenas sintió el caos y Darel pudo proteger a Jamie y Misael obsorbiendo la energía. —¡Por la santa mierda! ¡Ya nos jodieron de nuevo!— grita Carlos chocando sus palmas eliminando así la polvoreda con sus ráfagas. —Concuerdo contigo.— Darel ayuda a la gente que ha salido herida. —Mierda, estamos jodidos.— el ruso observa a todos lados.
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