Capitulo Tres

933 Words
Micaela corre por la costa como hace cada mañana al despertar, disfruta del aire libre y de la compañía de la naturaleza. Sus pensamientos van y vienen, nada en concreto en realidad; en unos días será su cumpleaños número veinte y extraña a su familia, también se encuentra al pendiente de la supuesta guerra que está por enfrentar el mundo y de los metahumanos que intentan acabar con la paz de Svalbard. —¿Paseando sola?— Jarek le sonríe. —Pues sí, me gusta despejar mi mente así— le devuelve la sonrisa. —Quería pedirte disculpas por lo que sucedió, no debí atacarte a ti ni a tú amiga.— dice el joven. —No te preocupes, no pasó nada, puedes hablar con Liesse estoy segura de que no tiene nada en contra de ti.— Micaela intenta seguir con su camino. —¿Te molesta si te acompaño?— el chico pregunta algo incómodo. —Ven, vamos.— Micaela sonríe. Caín camina a paso seguro hacia la biblioteca, no es su lugar preferido pero allí siempre encuentra a Liesse; quién se encarga de mantenerla en orden y en funcionamiento continuo. Entra en el moderno edificio, el aroma a vainilla llena sus fosas nasales y sonríe mostrando sus colmillos. Es una costumbre de la alemana cada día llenar el lugar con una fragancia, evitando así que el aroma a "viejo" impregne todo. —¿Liss?— pregunta en voz alta. —¡Por aquí!— la rubia sale de entre un montón de cajas. —¿Tratas de ocultarte allí?— ríe el muchacho. —No empieces— ríe la rubia. —Toma, felíz cumpleaños.— le entrega una pequeña cajita negra.— Espero te guste. —¿Cómo lo supiste? No se lo dije a nadie.— dice sonriendo mientras abre su regalo. —Micaela me dijo.— se encoge de hombros riendo. —¡Es precioso!— observa con cariño el pequeño collar. Una delicada piedra color azul a modo de dije cuelga en la singular cadenita, levanta su cabello y se lo coloca sonriendo al verse en un espejito de mano. —¿Tú lo hiciste? Que talentoso— sonríe Liesse abrazándolo.—Gracias. —De nada, y sí, lo hice yo. Encontré varias piedras en la costa, son de un raro mineral que estoy estudiando. — sonríe.— Me entretengo. —Vaya, el gran Caín estudiando, ¡Quién lo diría!— se carcajea la rubia. —¡Oye! Parece que te hace mal estar con Carlos.— rueda los ojos. —Su sensualidad se me ha pegado un poco.— ambos ríen. Se observan en un cómodo silencio, ambos se llevan muy bien y con el paso del tiempo en la ciudad han logrado conocerse mejor de lo que ellos creen. Caín no tiene mucha simpatía con los demás miembros del grupo, quizás porque aún se siente fuera de lugar pero eso no impide que se sienta a gusto en las actividades que desempeña; agradece poder estar al mando de las tropas de élite y mientras menos contacto tenga con Misael pues es mejor, ambos rusos no pueden ni verse cara a cara. Caín corta la distancia entre ellos besándola, y por primera vez Liesse no se aparta ni lo reprende sino que se aferra a él —¡Por la puta!— grita Carlos entrando en la sala e interrumpiendo. —Carlos, ¿Qué ocurre?— Liesse ríe avergonzada y a la vez divertida. —¿Puedes creer lo que me manda Misael? Quiere que entrene a un tipo sordo, ¡Cómo carajos lo hago sino no me entiende! — el mexicano luce desesperado. —Qué problema existencial— se burla Caín saliendo del lugar. —¡Qué te den Caín! Y que te duela.— susurra lo último. —Tal vez pueda ayudarte. — Liesse lo acompaña.—¿Cómo sabes qué es sordo? —Porque le hablo y no me contesta, además de que no hace lo que le pido.— rueda los ojos. —Podrías aprender lenguaje de señas.— sugiere Liesse. —Si y también quiero ser Miss Mundo, Liesse sé realista.— ríe el pelinegro.—Yo y el estudio no vamos juntos. Mientras ambos ríen, el mexicano clava su mirada en Micaela que viene acompaña por el nuevo metahumano y para él demasiado a gusto, eleva una ceja y deja pasar la situación, por ahora. Misael se ha reunido con Víctor, Francis y Maribelle; observan con cautela la situación. Un mensaje proveniente de no saben dónde les suplica una urgente reunión con los líderes de los rebeldes metahumanos, piden cuánto antes ver y hablar con los líderes de Ciudad Emma y la entrega inmediata de Jarek. No pueden entregar al muchacho, él vino especialmente en busca de refugio y francamente no es el estilo del ruso abandonar a sus pares a su suerte. —¿Qué harás Misael?— pregunta Maribelle. —Hablaremos con ellos, pero no se acercarán a la ciudad.— responde. —¿Iremos hacia ellos?— Víctor se pone de pie. —Buscaremos un punto de encuentro que nos beneficie.— Misael suspira.— No tengo buena espina sobre ésto. Pero no podemos obviar el tema. —Entonces tienes mi apoyo.— añade Florencia desde la puerta.— Buscaré a los demás para que les informes. Y así se lleva a cabo, el líder les da aviso sobre lo que ha sucedido, Jarek es puesto de sobre aviso de su búsqueda y todos asienten de acuerdo en viajar a dialogar con los rebeldes. Por el bien de su ciudad y su gente es imperativo llegar a un arreglo y buen acuerdo sin necesidad de guerras, masacres y pérdidas. Todo es puesto en marcha, un grupo compuesto por Misael, Carlos, Liesse Micaela, Darel y Jamie partirá al amanecer mientas que los demás se quedarán a cargo de Svalbard; todos preparan lo necesario y las naves son puestas en marcha para poder ser acondicionadas. Liesse entra en su ha habitación y coloca el despertador, deja una pequeña mochila a los pies de la cama lista para cuando despierte; la puerta de su habitación es tocada sutilmente, extrañada por la hora se encamina a abrirla. —Misael, ¿Sucede...— no puede terminar de hablar ya que el chico la besa adentrandola en el cuarto y cerrando la puerta detrás de sí.      
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