Capitulo Dos

938 Words
El extraño objeto que se dirige a la isla parece no querer amedrentar su velocidad, por el contrario acelera aún más y la nave que lo sigue lo imita, pueden verse las balas siendo disparadas e impactando contra el frío océano. Una de ellas logra darle a su blanco que comienza a tambalearse de un lado a otro.  Víctor se acerca a la costa y utiliza su aguda visión para tener un mejor panorama de lo que está sucediendo. —j***r, es un metahumano el que vuela, no me lo van a creer pero tiene un par de alas a cada costado de su cuerpo. — dice el muchacho. — ¿Alas? Debe ser un Homo Evolutivus Corpus— Micaela habla. —Debemos ayudarlo, si se dirige hacia aquí es por ayuda. — Darel añade. —De acuerdo, hagámoslo— Misael toma el mando. —Liesse, ¿Puedes detener la nave? —No hay problema— asiente la rubia. —Florencia, Carlos, ayuden al sujeto a llegar a tierra firme a salvo— dicta el chico. Carlos crea ráfagas de aire intentando ayudar a que el herido se mantenga en el aire sin caer al mar, por su parte Liesse mantiene la nave en su posición con un campo de energía, impidiéndole el paso por más insistencia que ponga. Florencia utiliza las ramas de los árboles más próximos a ellos y hace que crezcan de manera exorbitante para ayudar en el aterrizaje del metahumano. —Lo tengo— sonríe Micaela colocando al chico en la arena. Darel se acerca a Liesse y observa la nave, parece querer acercarse a pesar de todo, ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? "Aléjense de Svalbard, es la única advertencia que les daremos." — la alemana les comunica mentalmente. Para sorpresa de todos los que escucharon la aeronave se prepara y dirige sus cañones hacia ellos, dispara de inmediato en dirección a la rubia. Su amigo australiano se interpone protegiéndola con su cuerpo, las balas impactan en su espalda y él absorbe la energía liberada por la expresión. — ¡¿Qué les pasa cabrones?! — grita Carlos furioso. — Misael deja que les dé una paliza. El ruso observa a su amigo, asiente lentamente y en un dos por tres Carlos hace caer la nave creando varios tornados a su alrededor, de ella salen disparados varias personas con paracaídas y caen al océano. — ¡Ahí tienen tontos!— Carlos festeja. —Pongan una guardia en la costa, si se acercan los aprenden. —Misael ordena. — Veamos quién es el misterioso alado. Trasladan al joven herido hasta el hospital principal de la ciudad, allí rápidamente atienden sus heridas y logran calmar su dolor.  Las horas pasan y el chico sigue inconsciente, sus alas extendidas a cada lado de la cama cuelgan de ella y caen hasta el suelo; Micaela se ha quedado junto a Liesse a hacer guardia en caso de que despierte.  De repente dichas alas comienzan a moverse, eso les deja saber que ésta recuperando la consciencia pero cuando el muchacho abre los ojos todo se sale de control. Al no saber dónde se encuentra ni cómo llegó allí su nerviosismo causa que entre en un colapso nervioso y sus alas hacen estragos en la habitación rompiendo todo lo que se cruza en su camino, Liesse intenta calmarlo pero recibe un fuerte golpe que la manda contra la pared. — ¡Liesse!— Micaela evade al muchacho y lo lanza al suelo. — ¡Suéltame! — pide el chico. —Cálmate, no vamos a hacerte daño, te ayudamos a llegar hasta aquí— habla con una suave voz la castaña. El muchacho logra calmarse y observa a su alrededor, se pone de pie y sus alas se pliegan quedando detrás de su espalda. —Lo lamento, pensé que iban a matarme. — susurra el muchacho. —Estás a salvo aquí en Svalbard— Liesse toca su hombro adolorido. —Lamento lo de tu hombro— se disculpa — Puedo arreglarlo, permíteme. El joven coloca sus manos sobre la zona adolorida, una tenue y cálida luz dorada emana de ellas y es inmediata la recuperación de la rubia. Con los ojos como platos ambas lo observan sorprendidas, el chico ríe por ello y escuchan la puerta ser abierta, el resto del equipo observa el lugar destruido. —Wow, No me digan, tuvieron sexo salvaje y no nos invitaron —  Carlos lleva una mano al pecho fingiendo estar ofendido. Una vez instalados en el despacho de los Petrov todos esperan ansiosos saber quién es el nuevo y cuáles son las razones por las que estaba huyendo.  Esperan tranquilos a que termine de comer y beber algo ya que según ven, lleva varios días sin probar bocado y de seguro esa fué una de las razones principales por las que se tambaleaba al volar. — ¿Cómo te llamas?— pregunta Misael. —Mi nombre es Jarek Adamsyak, soy de Varsovia, Polonia. — se presenta el muchacho y puede escucharse un ligero acento extranjero. — ¿De qué huías?— pregunta Darel. —De gente como tú y yo, metahumanos. — Responde dejando de lado la comida. —Estuve cautivo dos meses completos, hasta que pude escapar. — ¿Por qué te encarcelaron?— Liesse pregunta sorprendida. —Deberías de saberlo, eres telepata— responde Jarek. —Trato de no meterme en la cabeza de alguien sin su consentimiento— la chica contesta tajante. — ¿Cómo sabes lo que puede hacer?— Carlos desconfía del nuevo. —Sé lo que todos ustedes pueden hacer, el mundo entero los conoce— se encoge de hombros. — Me negué a formar parte de un ejército, por eso me consideraron un traidor y me privaron de mi libertad. — ¿Ejército?— Misael se pone de pie— Los rumores son ciertos al parecer, parece que una guerra se avecina. Todos se quedan en silencio, no esperaban tener que comenzar otra lucha tan pronto pero tampoco serán los que inicien con ella. Deben analizar la situación cuidadosamente, no son sólo un grupo ahora, toda una ciudad podría ser destruida y muchos metahumanos inocentes saldrían heridos.  
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