Capítulo 8: La evasión del castigo

1359 Words
Los minutos pasaban lentamente frente a los ojos de Verónica, por supuesto que todo se movía lento en comparación de los labios de Nayeli. Verónica no entendía cómo alguien podía hablar tanto tiempo sin parar un segundo para a respirar, los largos monólogos de Nayeli podían durar horas completas si no la detienes en el momento adecuado y solía hablar de lo que fuera que se le cruzará por la mente en ese momento, en este instante es sobre Paco, el chico que le sonrió a Nayeli hace un par de horas. Era un año mayor que ellas y lo único que sabían era que era el hermano mayor de Miguel, un compañero de clases. El encuentro fue durante la hora de la salida. En ese momento el portón de la escuela se vuelve una avalancha humana y si no caminas con pasos firmes puedes terminar abajo de ella, y convertirte en la burla del día siguiente. Verónica y Nayeli no se daban el lujo de arriesgarse así que esperaban a que la gran mayoría cruzara el umbral de la aburrida escuela, al maravilloso mundo abierto. Fue en ese momento que se encontraron con Miguel y su atractivo hermano Paco, fue solo un instante, mientras los hermanos se saludaban, pero para Nayeli ese segundo contacto visual desencadenó una red de pensamientos de la que habló una hora sin parar. A Verónica no le molestaba, al contrario en ciertos momentos la voz de Nayeli, el movimiento de su boca expresando un pensamiento vano y despreocupado, le hacían pensar que el mundo no era tan complicado después de todo, pero ese día algo no estaba funcionando. –¿Me estás escuchando?– preguntó Nayeli. Esto saco de su trance a Verónica, quien llevaba dos días repasando en su cabeza la reunión del heraldo, separó toda la reunión por puntos, y los enlistó en su cabeza, intentando no olvidar las cosas más importantes que habían pasado. Necesitaba recordar todo lo mejor posible hasta que el enojo de su padre bajara lo suficiente como para permitirle usar la computadora para actualizar el blog, solo esperaba que no pasara algo nuevo que le sumará a cosas que debía recordar. –Lo siento– Se disculpó– Es que no me sacó de la cabeza el blog. Ese idiota de Erick, lo jodio todo. –Si, pero en parte lo entiendo, muchas veces lo vi con ese niño, el desaparecido, parecían buenos amigos. Yo también perdería la cabeza si un monstruo te comiera. Nayeli no solo era buena para hablar, también era una chica sumamente empática, esto le molestaba a Verónica, porque muchas veces la hacía ver como una perra insensible. –Si, supongo que sí. Ahora solo tengo que esperar un par de días para que el coraje se le pase a papá. –¿Y qué me dices del cumpleaños de Brenda? ¿Vas a ir, no? Porque ya le dije a mamá que me vas a acompañar y ya sabes como es, no importa si voy con alguien más a cualquier lado más tranquilo, no me deja salir sin ti, como si fueras mi niñera, es porque te ve como alguien muy responsa… –Si, si voy a ir– Verónica corto el largo discurso de su amiga antes que se prolongue más de lo debido– Solo me castigo con la computadora. –¿Entonces, si puedes salir? –Si… – ¿Y cuál es el problema? Yo pensé que solo estábamos esperando a que Erick saliera de la escuela y se irían a su casa, bueno desde que ese idiota de Antonio lo golpeó lo esperamos pero ahora que él… ya no está pues se me hizo raro tener que espe… –¿Me ibas a dar una solución? –Nuevamente la tuvo que cortar. –Oh sí ¿por qué no vienes a mi casa y usas mi computadora? ¿Crees que haya problemas con eso? Que buena idea le había dado su amiga, definitivamente si su padre se enterara se molestaría, pero el castigo desde un principio fue injusto y si la descubre pues le diría que le castigó “su computadora” no “todas las computadoras del mundo” una clara muestra de desobediencia, pero era una justa y necesaria. Estaban sentadas en los columpios del parque de afuera de la primaria, bueno, si a si se le podía llamar a un par de jardineras, bancas y unos columpios. Desde el incidente con Antonio, Verónica espera a Erick para regresar juntos, los niños de primaria salen dos horas después que los de la secundaria, solo Dios sabia por que, pero esas dos horas les servían a Verónica y a Nayeli para ir a tomar algo y hablar de lo que fuera que Nayeli pensara en ese momento. Verónica aceptó usar la computadora de su amiga en cuanto su hermano saliera. Aún faltaba una hora, así que Veronica dejó que su amiga hablara mientras ella repasaba la publicación de la reunión una vez más en su cabeza. La hora llegó, Erick salió de entre la avalancha de niños y llegó al parque, escuchó la petición de su hermana pero se negó a acompañarla. –Es que esperar en casa de tú amiga mientras tú escribes suena muy aburrido. Mejor me voy solo. –¿Estás seguro? Si quieres te podemos ir a dejarte antes– Dijo Nayeli, nuevamente mostrando su empatía. –Voy a estar bien, ustedes váyanse. Erick intentó mostrarse seguro de sí mismo, confiado y motivado. Agradece el esfuerzo que habían hecho su hermana y su amiga de cuidarlo después de clases, pero ya no quería que lo hicieran, debía empezar a valerse por sí mismo. Verónica lo notó. –Esta bien, nos vemos en la tarde.– Se despidió su hermana– ¿No le vas a decir nada a papá sobre la computadora verdad? –No, tú tranquila– Le sonrió sutilmente, quería que su hermana confiara en él. Los hermanos se fueron por caminos separados, pero Erick no fue a su casa. Desde antes de que su hermana le contará su plan, él ya tenía contemplado no regresar con ella, pensaba en decir que tenía que ir a casa de un amigo a hacer la tarea o que quería ir a los videojuegos antes de que sus padres volvieran a casa. María regresaba a casa a las 5 de la tarde y Gerardo a las 6, eso le dejaba unas buenas tres o cuatro horas para poder buscar a Owen. En su mochila había un sándwich extra que se hizo a escondidas en la noche, una linterna y un mapa del bosque que tomó del despacho de su padre, era uno viejo y desactualizado, uno que su papá no extrañaría. Una noche antes separó el bosque y la montaña en secciones de aproximadamente dos kilómetros cuadrados. Pero el terreno de búsqueda era monstruoso, más para un niño de doce años. La montaña y el bosque que lo cubrían eran de aproximadamente 200,000 hectáreas, si buscara dos kilómetros cuadrados por día se tardaría aproximadamente 1000 días. Ante la abrumadora idea de tener que recorrer todo ese espacio, se le ocurrió una idea para cortar gran parte del terreno. Cuando Antonio y Owen desaparecieron se organizaron búsquedas por el terreno, buscaron en el bosque aledaño al sur, donde está más pegado a la montaña, pero omitieron partes importantes del bosque, por ejemplo el río y el lago. Después de la aparición del cadáver de Antonio hicieron una búsqueda por esa área, Erick estaba seguro que todos los cazadores en busca de la gloria y la recompensa buscarían por esos lugares, pero había un lugar en el que nunca buscaron. Al norte del pueblo, a varios metros de distancia estaban los llanos. Una parte del bosque donde los jóvenes del pueblo se reúnen. Es un lugar sin ley, propiedad de los jóvenes, donde daban rienda suelta a todo tipo de actividades sin supervisión de adultos. Estaba seguro que si Antonio y Owen se hubieran perdido en el bosque, habría sido en ese lugar. Ahí era a donde Erick se dirigía, pero no lo haría solo.
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