Capítulo 7: El demonio rojo

1540 Words
La conciencia de Fernando poco a poco regresaba a donde pertenecía. -¿Crees que fue demasiado?- Preguntó una voz desconocida. -Las hay peores- Respondió otro. -¿Deberíamos buscar ayuda? Fernando abrió los ojos, la luz resplandecía como el sol en un despejado día de verano, su cabeza palpitaba con cada parpadeo de sus ojos. Su cerebro inflamado buscaba cualquier grieta por el cual salir. -No, espera. Ya está despertando. Cuando la vista de Fernando se aclaró pudo ver a un par de adolescentes parados frente a él, en su cuarto. Uno era gordo, su ropa parecía varias tallas más pequeñas, en cada extremo de su ropa su pálida piel se asomaba. El otro era mucho más delgado, su largo y grasoso cabello n***o se escurría por debajo de su gorra, cubriendo gran parte de su rostro, a diferencia del otro, su ropa parecía varias tallas más grandes. -Hola, hola amigo.- Dijo el gordo, ayudando a levantarse.- ¿Estás bien? -Sí, yo… Recordó lo que había pasado, una alarma de emergencia se activó en su cabeza. -¡Debemos irnos, hay un fantasma o algo así en la casa!-Dijo mientras se ponía de pie, la habitación giró un poco y casi pierde el equilibrio. Los dos adolescentes lo tuvieron que sostener de los brazos, para evitar otro accidente. -¡Tranquilo, tranquilo!- Dijo el flaco, volteando a ver a su compañero- No hay ningún fantasma. -Pero yo lo vi, era un esqueleto y de la boca le salía…- No se atrevió a terminar la oración, el solo pensar en la palabra le revolvía el estómago. -Sí, sobre eso…-Empezó el gordo, había culpabilidad en su mirada. -Fue solo una broma- Terminó el flaco. Fernando se sentó en la cama, colocó sus manos alrededor de su cabeza y dio un largo respiro. Era mucho que procesar en muy poco tiempo. -No pensamos que te lo tomarías tan mal- Dijo el gordo. -¿Eres nuevo aquí, verdad?- Preguntó el flaco. Fernando asintió con la cabeza. -Es una costumbre de aquí, que cuando un chico nuevo se muda los otros le hace una pequeña broma de bienvenida- Explicó el chico flaco, mientras se sentaba en el piso para poder ver el rostro de Fernando. -¿Qué forma de dar la bienvenida es esa?- Preguntó Fernando, ahora que el susto y el malestar estaban pasando, había suficiente espacio para el enojo. -Pues es la forma de Monte n***o, el fantasma más famoso del lugar, te debe dar tu primer susto- Explico el gordo. De abajo de la cama sacó el esqueleto y la manta roja en la que estaba envuelto, en la boca tenía una mancha de color roja. Ahora viéndola más de cerca, era evidente que solo era pintura roja, pero aun así la sola idea de que fuera sangre hizo que Fernando volteara la cabeza e intentara no pensar en eso. -En está casa solía aparecer el Demonio Rojo- Continuó el gordo mientras movía la boca del esqueleto de plástico.- Mantuvo la casa abandonada por muy buen tiempo, nunca asesinó a nadie, pero daba muy buenos sustos. -¿Me están diciendo que me mude a una casa embrujada? -Pues ya no lo está. Hace mucho que no se aparece nada por aquí.- Respondió el flaco- ¿Pues que no sabes en qué pueblo estás? La verdad era que no, Fernando no se había tomado la molestia en investigar y las noticias e historias que salieron de aquí, nunca le llamaron suficientemente la atención como para adentrarse en la cultura de este sombrío paraje. Los extraños jóvenes notaron por la expresión de Fer que no sabía nada sobre este lugar. -Pues has llegado al pueblo más embrujado del mundo, o al menos lo fue- Le explicó el flaco.- Será mejor que aprendas un poco antes de ir a la escuela o te lo harán pagar, los apancos no son muy bien recibidos por los otros. -¿Apancos?- Fernando leía mucho y ese termino le resultó sumamente desconocido. -Si, son escépticos. Personas que no comparten la cultura del pueblo.- Le respondió el gordo, mientras pensaba que el chico nuevo tenía mucho que aprender. Se escuchó el rechinido de la entrada principal. -¡FER!- Lo llamó su madre.- ¡¿Ya despertaste?! -¡Sí, mamá, ahora bajo! -Necesitamos comprar pintura, este lugar es algo lúgubre.- Le dijo la señora Flores a su esposo, desempacando comida de unas bolsas de plástico. Desde la cocina se escucho el rechinido de las escaleras, anunciando la llegada de su hijo. -Fuimos a comprar algo de cenar- Dijo la señora sin quitar los ojos de los empaques con sándwiches- Esto fue lo único que encontramos abierto. Volteó a ver a su hijo y se encontró con los otros dos muchachos de aspecto desalineado. Rubén estaba parado a su lado, estaba tan sorprendido como ella de ver a alguien visitando a su hijo, hace mucho tiempo que no pasaba. -Mamá, vinieron a darnos la bienvenida. Ellos son…- Fernando se detuvo en seco, apenas notó que no sabía el nombre de esos chicos. El flaco dio un paso adelante y extendió la mano a Alma. -Me llamo Peter, Peter Pacheco, vivo al lado- Estrecho la mano de Rubén y luego procedió a presentar al otro chico.- Y él es mi amigo Omar. Omar dio un par de pasos y estrechó la mano de los señores, intentado igualar los buenos modales de su amigo, se notó su inexperiencia al ser algo tosco, pero sus buenas intenciones le parecieron agradables a los señores Flores, pero para ser honestos, si algún chico quería ser amigo de su hijo, ninguno de los dos se pondría exigentes. Ambos fueron testigos de la soledad que su hijo vivía en su antigua casa y supieron que un amigo podría ayudar en la autoestima de Fernando. -Vimos la mudanza en la mañana y cuando vimos el coche estacionado afuera supimos que habían llegado y queríamos darles la bienvenida.- Dijo Peter. Fernando pensó que a pesar del aspecto de Peter tenía muy buenos modales y una facilidad para hablar con los adultos casi envidiable. -Pues muchas gracias, de saber que tendríamos invitados habríamos comprado algo más de cenar, pero solo alcanzamos esto- Dijo Rubén- Al parecer aquí todos los locales cierran muy temprano. -La verdad, no- Corrigió Omar- Es un pueblo bastante nocturno, pero muchos fueron a la junta del pueblo. -¿Una junta?- preguntó Alma- ¿Deberíamos ir? -Seguramente ya estará terminando- Dijo Pete- Además se enteraran de todo mañana, en toda la semana no se ha hablado de nada más que del Heraldo. -¿Qué es eso de Heraldo?- Preguntó Rubén. -Es el nuevo Monstruo del pueblo. -¡¿Un monstruo?!- Preguntó Fernando, la noticia lo asustó. Si se lo hubieran dicho hace un par de horas antes lo habría tomado como un chisme, pero después de lo que le explicaron sus nuevos amigos, un monstruo suelto en el pueblo más maldito del mundo, sonaba como algo bastante creíble. Los señores Flores también se sorprendieron con la noticia, pero la extraña calma con la que los jóvenes se los dijeron ayudaron a calmar el impacto de la noticia. Durante la siguiente media hora, Peter y Omar, les contaron lo sucedido en los días anteriores y la importancia que el pueblo le daba al respecto. Los tres miembros de la familia no podían creer lo que les contaban. El señor Rubén sabía sobre la fama del pueblo, pero pensaba que era simple propaganda. Fernando escuchó los detalles del cuerpo del joven un año menor que él, pensar en las sangrantes heridas y sobre la criatura culpable rondando los alrededores del pueblo activaron una alerta en su hemofobia, una alerta que se mantendría activa durante sus salidas al exterior, siempre pendiente a cualquier incidente que pueda suceder. Al terminar el relato ya eran las once de la noche, Peter se disculpó por la hora en la que se presentaron, ocultando todo comentario sobre la broma que dejó inconsciente a su hijo, pero no por cobardía. Cuando Fernando no lo mencionó al presentarlos dio por entendido que no le interesaba que sus padres lo supieran y ambos jóvenes se ahorran el regaño. Les desearon una buena cena y se despidieron. Omar los acompañó a la puerta, antes de irse Omar le dijo en voz baja: -Lamentó lo de la broma, no pensamos que fueras tan sensible. -No se preocupen- Dijo Fernando-Fue divertida.-Sonrió a sus nuevos amigos, los primeros que ha tenido en mucho tiempo. -Nos veremos en la escuela.- Dijo Peter. -¿Van a la misma escuela? Ambos chicos empezaron a reír. -Es Monte n***o, solo hay una escuela- Le contestó Peter- Ay, tienes mucho que aprender. Ya nos vamos. Ambos jóvenes se fueron en dirección hacía izquierda, caminaron a la casa que da a la ventana circular de Fer. Su primera noche en el pueblo y ya tenía dos nuevos amigos, ese pensamiento le sacó una sonrisa a Fer. Era un buen comienzo, mucho mejor de lo que hubiera soñado, ahora solo tenía que concentrarme en una sola cosa ¿Cómo un chico con fobia a la sangre sobreviviría en un pueblo, con un monstruo asesino matando pueblerinos a su alrededor?
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