Capítulo 14: El Frankenstein moderno

2069 Words
El reloj del salón avanzaba con una eterna lentitud, durante todo el día Verónica se encontraba en trance, era incapaz de concentrarse en cualquier cosa, era como si su mente se encontrara en un profundo y difuso sueño. Todo se desvanecía y dejaba de existir y realmente no le importaba que así fuera. La profesora Torres había escrito en casi todo el pizarrón, también había dibujado varios esquemas y un par de dibujos ilustrativos, eso siempre le había gustado a Vero, la profesora Torres siempre intentó que todo el tema quedara lo más claro posible, Verónica lo sabía y apreciaba el esfuerzo, pero ese día no había esfuerzo humano que la sacara de su trance. Todas las palabras y letras eran jeroglíficos indescifrables para la chica, una lengua antigua que jamás en su vida había visto y que no le interesaba descifrar. Finalmente sonó la chicharra, marcando el fin de la clase y de ese día de escuela en particular. Todos se levantaron de sus asientos felices del fin de la jornada de clases, al fin eran libres, pero Verónica no se inmutó, no reaccionó al mundo hasta que Nayely se le acercó y con una gran sonrisa dijo: -¿Estás lista? -¿Lista para qué? Durante ese día pocas veces cruzó palabra con su amiga, cosas básicas como “hola” “¿Hiciste la tarea?” “¿Qué vas a almorzar?” no sabía si debía estar lista para algo. -Ya sabes, hablar con Paco para que nos acompañe a buscar al Heraldo. -Ah, claro, sí. Vamos. Verónica se colgó la mochila y caminó con Nayeli a la entrada del salón, pero la señora Torres las interrumpió. -Vero ¿podemos hablar un minuto? Verónica asintió con la cabeza a su profesora, pero Nayely le dio un par de tironcitos en la playera para llamar su atención. -No podemos esperar, se nos va a ir.-le dijo en voz baja. -¿Hay algún problema, chicas?-les preguntó la profesora. -Adelántate tú, habla con él y yo te alcanzaré pronto, ¿sí? Nayely tomó la indicación con emoción y nerviosismo, la idea de hablar con ese chico apuesto la excitaba, pero el hacerlo sin su amiga cuidando que no hable de más, le provocaba cierto miedo. Quería correr el riesgo. Las amigas se separaron, Nayely se dirigió a la salida dando rápidos pasos acompañados de brinquitos, a veces tenía actitudes de una niña de 4 años. Verónica se acercó al escritorio de la profesora Torres. -¿Pasó algo?- le preguntó Vero, temerosa de haber hecho algo malo, no podía tener más problemas ahora. -Pues tú dime, tú eres mi mejor alumna, no tengo que hacer mucho esfuerzo para llamar tú atención, pero hoy si me dejaste sola. Sonaba como un regaño, pero no lo era, era una sincera preocupación. -Sí, es solo que hoy no me siento de muchos ánimos. La profesora asintió de forma comprensiva. -Leí tu última crónica, es muy interesante. Tienes un buen análisis y una crítica bastante sólida ¿piensas hacer algo más al respecto? -Sí, tal vez. -¿Tal vez? no te escuchas muy emocionada al respecto. Era inútil, la profesora Torres la conocía muy bien. Era su profesora favorita desde que inició la secundaria, daba clases de historia y compartían su amor por ella. Tal vez la considera su segunda mejor amiga, después de Nayely y suponiendo que puedas ser la mejor amiga de tu profesora, que no se puede. -Lo estaba, pero…- Dudo un segundo sobre si debía continuar, sería abrir su confianza con su profesora y a diferencia de una amiga, los profesores tenían el poder de intervenir con tus padres, lo cual podría desencadenar en más problemas.- mi papá, cree que solo estoy perdiendo el tiempo y estoy descuidando mis responsabilidades. -¿Qué clase de responsabilidades?- Una pregunta que no se esperaba, solo esperaba que le diera la razón a su padre. -Erick.-Decidió abrirse por completo.- Está descontrolado, ayer, el único día que lo deje solo en mucho tiempo para poder ir a escribir la crónica, confié que podía regresar solo a casa y quien sabe a dónde se fue, regresó muy tarde y con varios golpes ¿y a quien culparon? A mí. -Tu hermano está pasando por un momento difícil y no hay mucho que puedas hacer al respecto. Eres joven, tienes mucho qué hacer y mucho que vivir, no eres su niñera ni mucho menos su mamá, él no es tu responsabilidad, tu responsabilidad ahora es vivir y crecer. Ella lo había entendido. No le dijo lo que un adulto debía decirle, le dijo lo que debía saber. -Y si tu crónica te hace feliz, no es una pérdida de tiempo. Verónica se acercó a su profesora y le dio un abrazo sincero, con todo el afecto que una alumna pudiera darle a su maestra. -Muchas gracias. -Ahora debes irte, creo que Nayely te está esperando. Verónica salió con un ánimo renovado por la puerta de la escuela, hace mucho que la avalancha humana cedió, así que tenía todo el espacio del mundo para avanzar. Cruzó la calle al parque de enfrente, revisó la banqueta pero no había rastro de la motocicleta de Paco. Caminó a la banca donde se sentaba con Nayely al salir de clases y vio a su amiga en posición fetal, con los pies sobre la banca y la cabeza escondida entre las rodillas, envuelta con los brazos, llorando indiscriminadamente. -Nayely ¿Qué pasó? La chica sacó la cabeza de sus extremidades, tenía los ojos rojos y lágrimas chorreaban de ellos y mocos escurrían por su nariz. -Cuando vi a Paco le dije que tenía un propuesta que hacerle- Mientras hablaba tenía que hacer un esfuerzo para tomar aire, que se escapaba entre sollozos, era como un motor luchando por encender.- Se veía muy guapo, tenía su chamarra de cuero de motociclista que sabes que me gustan- Verónica se sentó en la banca, sabía que esto llevaría tiempo- Le dije que necesitaba ayuda de un hombre para ir a buscar al Heraldo al bosque y que pensé que él podría sernos de ayuda. Sí quizás tartamudee un poco y quizás no lo dije tan claro como me hubiera gustado, sabes que cuando me pongo nerviosa me regresa el tartamudeo, pero no creo que lo haya hecho tan mal como para reírse. -Ay no ¿se rio de ti?- le preguntó Vero. Nayely aspiró con fuerza y su labio inferior subió y bajó rápidamente intentando contener el aire. -Sí, él y Miguel, pero eso no fue lo peor. Dijo que lo haría, pero solo si ibas tú y yo me quedaba. Empezó un llanto fuerte, tan fuerte que llamó la atención de todos los que pasaban por la calle. Veronica se sintió terrible por su amiga, era una chica buena, tierna, comprometida y leal ¿Cómo alguien era capaz de no apreciarla? La abrazó, enrollando sus brazos sobre los suyos, dándole otra capa de protección contra el mundo. -Creo que te sonrió a ti y no a mí.- Apenas fue audible entre sus sollozos.- Si quieres ir con él yo puedo quedarme aquí, así no te estorbaré. -Ay bonita, no digas esas tonterías, no me interesa alguien tan cretino que no puede apreciar a mi mejor amiga. Tienes suerte de no terminar con un idiota así. Sí tengo que enfrentarme al helado, prefiero hacerlo solo contigo antes que con miles de él. Nayely salió de su c*****o y abrazó a su mejor amiga. -¿Estás segura? él, él es… muy guapo. Verónica se rio de la inocencia de su amiga. -Estoy segura. Nayely tardó todavía un rato antes de tranquilizarse. Verónica le compró una nieve de queso, la favorita de su amiga, eso le animó más de lo que ella creía, era una chica simple. En un momento lloraba con el corazón roto y al siguiente se daba cuenta que una nieve era todo lo que necesitaba para ser feliz. Verónica pensó que podría escribir un manual de como funcionaba su mejor amiga y confiaba que sería tan simple que cualquiera podría manejarla a su antojo. -Bueno, entonces otra vez estamos solas, está bien, nos las arreglaremos.- dijo Vero. -No es necesario.- dijo Nayely lamiendo su nieve, viendo a su amiga con ojos rojos e hinchados.- Sí, el idiota nos rechazó,--Ahora lo llamaba idiota-pero aun podemos buscar a alguien más. -No lo sé- le dijo Verónica, qué empezaba a dudar de si agregar a alguien más, ya que podría ser anti productivo.- Podría perjudicar más que ayudar. -Entonces solo hay que buscar a alguien que cumpla con lo que necesitamos. Dime qué características te gustaría que tuviera y vamos viendo si alguien las cumple.- Nayely conocía a todos los chicos de la escuela, tal vez no a profundidad, pero sí lo suficiente como para hacerse una buena idea de quién eran. -Fuerte, para hacer los trabajos pesados que no podamos hacer nosotras. -Fuerte, lo tengo ¿Qué más? ¿listo? -No, eso no lo tengo cubierto, sería mejor que fuera callado, que solo pueda cumplir lo que le pedimos sin que ponga peros. -Muy bien, ¿Qué más? -Tal vez que no sea alguien muy social, lo último que necesitamos es que nos deje votadas para irse con sus amigos o algo así. Sí tiene interés en el monstruo, serían puntos extras, creo que sería todo ¿Se te ocurre alguien? -le preguntó a Nayely, sonriendo, pensaba que alguien así era bastante improbable que existiera, pero su amiga la miró con ojos serios y con los labios apretados. -Pues sí, pero no creo que te guste la idea. -¿Quién? -Frank, Frank Olvera. -Ay, no.-Dijo Verónica. Cualquier otro hubiera sido aceptable, pero Francisco Olvera, era meterse en ligas mayores. Era un tipo raro entre tipos raros, pocas veces hablaba con alguien, la gente lo evitaba y eso que era alguien difícil de evitar. Era un tipo enorme, a sus 15 años debía medir tal vez un metro noventa, tenía el pelo largo y desaliñado y era sumamente fornido. Era algo de familia, todos eran hombres sumamente grandes, en el pueblo se dice que son descendientes de trolls y enanos, Verónica no sabe si es solo una cruel burla o una verdad incomoda, solo sabía que alguien como Frank era estar en el ojo público. Hace unos años, se le acusó formalmente de golpear a una chica hasta casi matarla. Lo encontraron en la escena y con sus enormes manos llenas de sangre, pero se declaró inocente y la policía lo dejó libre por falta de pruebas, desde entonces nadie le habla, nadie le mira, un fantasma viviente. -¿Por qué no? Es fuerte, callado y con cero vida social. Además creo que es familiar del otro chico desaparecido, es algo así como su primo lejano, tal vez quiere encontrar al responsable de su muerte. -El punto de todo esto es encontrar a alguien que nos cuide, no que nos mate antes que el heraldo. -Yo no creo que él haya hecho algo así, parece un buen tipo. -Hola- Las saludo Erick, que acababa de salir de la escuela- ¿Qué te pasó?-le preguntó a Nayely quien aún tenía los ojos rojos y cristalinos, era obvio que había llorado. -Nada- le contestó Verónica. Erick pudo notar que su hermana seguía muy molesta, pero francamente él tampoco estaba de mejor humor como para que le importase. -Bueno, entonces ya vámonos- Le dijo Erick, quien desde ayer había sido sentenciado a regresar a casa con su hermana. -Yo no te voy a llevar a ningún lado.- Le dijo Verónica con seriedad- Ya eres grande, puedes irte a casa solo. -Pero mamá y papá dijeron… -Ya lo sé y la verdad parece más castigo mío que tuyo, haz lo que quieras, no soy tu niñera. -Bueno- Erick se alegró, la correa cayó sola. Dio vuelta y caminó, pero Verónica lo detuvo, había algo más que decir. -Erick- su hermano volteó a verla- Hagas lo que hagas, cuídate. Con esas palabras le hizo saber que ahora era responsable de sí mismo. Erick asintió con la cabeza y se fue. Esas palabras también aplicaban para ella y eso le pesó. Dio un gran suspiro, dio vuelta y vio a su amiga, que estaba lamiendo los restos del heraldo del pequeño vaso de unicel y le dijo: -Entonces… vamos por el Frankenstein moderno.
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