Capítulo 15: El cementerio de San Lorenzo

2175 Words
En el fin de semana, Fernando y su familia, desempacaron todas las cosas, o al menos la gran mayoría. Su padre tenía razón, la casa una vez que se empezó a ocupar, la parte siniestra poco a poco desapareció, lo único que quedó fue la vieja pintura negra de las paredes y los rechinidos de las puertas, pero con todas sus pertenencias y recuerdos cubriéndolos, esas cosas solo se mezclaron con la esencia de la familia. El domingo al anochecer, después de terminar con el trabajo de la mudanza del día, por fin pudo desempacar sus pinturas y sus lienzos. Tenía razón respecto al espacio, era casi exacto a como lo imaginó la primera vez que entró a su nuevo cuarto, parecía que todo se amoldaba al alma de pintor de Fernando. Pasó las siguientes horas pintando su primera obra y lo que sucedió fue sumamente curioso. Fernando pintaba paisajes, eso era lo que más le gustaba, imaginar o replicar algún lugar pacifico en donde haya estado y plasmarlo en su lienzo, el color verde era su color favorito, le brindaba a su alma una cierta calma, pero por más que intentó, ningún paisaje vino a su mente. Ya había una imagen clavada en su imaginación y no era ningún paisaje y no tenía nada de armonioso. La idea de pintarlo no le agradaba, incluso lo consideraba algo riesgoso para su salud, pero era un hecho que no podría hacer nada más hasta sacarlo de su cabeza. La pintura negra y gris empezaron a predominar al fondo del lienzo, después resaltó la oscuridad con naranja y amarillo iluminando un poco. Fernando tuvo que prepararse, destapo la pintura roja, la mezclo con unas gotas de n***o para oscurecerlo y agrego un poco de azul para obtener el tono exacto. Respiro profundo, remojo un poco su pincel y empezó a guiarlo por lo largo de la tela. Pronto el rojo carmesí se apoderó del lienzo y de su mente. Fue mucho más fácil de lo que pensó, por primera vez el rojo carmesí no le pareció repulsivo, todo lo contrarió, le pareció algo hipnotizante. Poco antes de terminar, alguien tocó a la puerta. -Hijo- lo llamó su madre mientras abría la puerta- Tienes visitas- era obvia la emoción en su voz. La noticia le resultó extraña a Fernando, era la primera vez que tenía visitas en su vida y que sucediera en su nuevo hogar, era algo mucho más extraño. Bajó las escaleras y en la sala de la casa encontró a Peter y a Omar hablando amistosamente con su padre. -No sabía que aquí también se jugaran fútbol- decía Ruben. -El deporte es parte del país y aun somos parte de él- dijo Pete, quien vestía un jersey de futbol de color n***o con morado que Fer no había visto nunca. -¡Los espectros de Monte n***o!- Exclamó Omar, subiendo los brazos en forma de gancho hacia adelante- ¡El mejor equipo del mundo! -Hola- los saludo Fernando, temeroso de romper la conversación. -¿Qué onda?- Lo saludo Omar. -Hoy es noche de cine, van a ir todos y queríamos ver si también querías venir.-dijo Peter. Una invitación muy inesperada. Este pueblo trajo muchas sorpresas. -Ah, pues sí, me gustaría ¿Papá, puedo ir? Preguntó por pura educación, él sabía que su padre no le negaría la oportunidad de concretar su nueva amistad. -Claro que sí, hijo. Solo vayan con cuidado. Antes de irse su padre le dio un par de billetes, por si quería comprar algo, Fer se lo agradeció y se fue con los muchachos. -¿De dónde dices que vienes?- Le preguntó Omar. -De la ciudad, mi papá es doctor y le ofrecieron un mejor puesto en el hospital del pueblo. -Pues tendrá mucho tiempo libre.- le dijo Peter. -¿Por qué lo dices? en todos lados se enferman o se accidentan. -Sí, pero aquí somos pocos y los pocos prefieren acudir con Doña Dolores. -¿Y esa quién es?-preguntó Fernando. -Es una bruja.- dijo Omar. Peter le echó una mirada de pistola, como si lo intentará ver a través de él. -Bueno, bueno. Es descendiente de bruja. Las brujas desaparecieron hace mucho, pero aún hay una que otra, que les aprendió un par de trucos, la mejor es Doña Dolores, pocas cosas no cura esa mujer. -¿De verdad creen esas cosas?- Fernando sabía que no era bueno discrepar con sus posibles nuevos amigos, al menos no aún, pero su pregunta fluyó de sus labios. Peter se paró frente a él, cerrándole el pasó y le dijo: -Sí y te repito que debes tener cuidado con esos comentarios en este lugar. Los apancos, en especial los jóvenes, no la pasan bien. No se lo dijo como una amenaza o al menos Fernando no lo interpretó así. Fue más como una advertencia, le recordó a su padre diciéndole que no subiera tan alto a el árbol del parque porque se podía caer. -Sí, tendré cuidado, lo siento.- Se disculpó el chico, podía soportar perderse la oportunidad de tener amigos, pero no estaba dispuesto a ser el rechazado, no otra vez. Peter continuó su camino y Fer lo siguió. -Bueno, la verdad es que poco a poco los apancos están ganando terreno. Las historias ya no son suficientes. Las personas en especial los jóvenes, necesitan ver para creer. Los tres continuaron su camino hasta llegar al corazón del pueblo. Eran alrededor de las diez de la noche y el pueblo estaba más despierto que durante el día. Mientras el sol estaba en lo alto podría hacerse pasar por cualquier pueblo, pero por las noches todas las tiendas y restaurantes están abiertos, letreros de luz neón con nombres de antiguos monstruos en cada local y personas entran y salen por todos lados. -Es por acá.- le dijo Omar cuando Fernando se distrajo viendo todo a su alrededor. Pasaron el centro de largo. Fer pensó que el cine estaría entre uno de esos locales pero se equivocó, pronto se vio caminando en oscuras calles con varias casas de aspecto descuidado. -¿Pensé que íbamos al cine?- Pregunto Fer, ante la sospecha que podría dirigirse hacia una broma cruel, de esas que le gustaba hacer a los chicos de la ciudad. -Sí, para allá vamos. Aunque las calles estaban mucho más deshabitadas que en el centro, aún había personas caminando por la calle, especialmente jóvenes, eso tranquilizó un poco a Fernando. Pronto la calle se terminó, se convirtió en un enorme arco de concreto de color anaranjado de donde se extendian grandes muros que corrian por sus lados hasta no poder seguirlos con la mirada. Entre el arco se alzaba una puerta hecha con rendijas de hierro y sobre la puerta había una inscripción que decía “Cementerio de San Lorenzo”. -Creo que este no es el cine. Peter y Omar se sonrieron mutuamente. Omar pasó su brazo alrededor del cuello de Fernando, dejando su cabeza bajo su axila y lo guió dentro del arco. -Ver para creer…- dijo Peter que los siguió. Lo guiaron entre las sombras de varias tumbas que rodeaban el angosto camino, eso era lo único que Fernando podía ver. La situación empezaba a asustar de verdad ¿Qué era lo que esos chicos estaban planeando? tal vez aventarlo a una tumba abierta, quizá hasta podrían enterrarlo vivo. La fascinación de esos chicos con la muerte, espectros y monstruos, debieron ser una alerta roja, un claro indicativo que estos tipos podían ser peligrosos. Fernando se sentía triste y culpable. “Que estúpido he sido- pensaba- esto me ganó por creer que alguien querría ser mi amigo. Debí quedarme en casa. En casa nada puede lastimarme.” Después de la culpa, vino la planeación ¿Ahora, cómo se podía librar de esos dos? Tal vez si logra liberarse del brazo de Omar, pueda soltar un par de golpes al aire, esperando acertar uno a Omar y otro a Peter, pero… ¿y si empezaban a sangrar? Fernando solo ha peleado una vez en su vida y cuando la sangre corrió por su nariz su conciencia desapareció de su cuerpo, perdiendo la pelea de un solo golpe. No podía atacar, ni defenderse, pero algo tenía que hacer. Intentó zafarse del gordo y fuerte brazo de Omar, pero fue inútil, era como intentar zafarse la cabeza, no lo movió ni un poco. -Oooooh, espera un poco más, ya casi llegamos- Dijo en tono burlón. “¿Llegamos? ¿A dónde?” -Apenas vamos a llegar- dijo Peter- Emil nos va a romper las bolas. -Pero si vamos a tiempo ¿no?- preguntó Omar. -Sí, pero ya sabes como es. Las sombras de las tumbas poco a poco se volvieron más y más difusas, y luces de colores empezaron a emerger. -¿Listo, chico?- dijo Omar, que lo soltó con un leve empujón hacia adelante. No había tumba abierta, ni una alberca inflable con algo asqueroso en su interior. Era un valle sin tumbas, varios chicos estaban sentados en el campo, sobre alguna tela como un picnic. Alrededor había varios carritos vendiendo comidas y gaseosas, y al fondo una gran tela se alzaba y varios metros delante de ella un pedestal con un gran proyector de cine. -¿Esta de lujo no crees?- le preguntó Omar. -¿Tienen algo así en tú ciudad?- Peter le colocó su brazo sobre sus hombros y admiró el paisaje que Fernando veía con ojos incrédulos. -No- Respondió Fernando, pero la verdad no estaba seguro, tal vez sí había, pero nunca lo invitaron a conocerlo. -Vamos a buscar a Emil, no quiero darle más razones para que nos empiece a chingar- dijo Omar. Caminaron entre varias mantas con chicos de su edad riendo y conversando, en poco tiempo uno de ellos alzó la mano y gritó: -¡Peter, Omar! Era un chico, parecía de la misma edad que ellos, pero vestía sumamente formal, al menos para su edad. Usaba un sueter azul marino, un pantalón liso n***o y unos zapatos cafés. Contrastaba bastante con sus dos amigos que vestían de forma sumamente informal. Junto a él chico con la mano levantada había una joven, de pelo castaño, delgada, morena clara y vestía una playera de Ramones, pantalones de mezclilla rotos en las rodillas y unas grandes botas de cuero, la chica les sonrió al verlos acercarse. -Llegan tarde.- les dijo Emil. Su mirada de severidad era sumamente imponente, a Fernando le dieron ganas de disculparse, pero Peter se le adelantó diciendo: -Aún no empieza, faltan diez minutos. -Eso ya es tarde.- Contestó el chico sin modificar un poco su ceño fruncido. -Solo para ti abuelo- Dijo Omar, los otros 3 chicos rieron y por fin la severidad en la mirada de Emil se aflojo. -Te presentó al abuelo, Emil- Dijo Peter a Fernando, quien se acercó y le dio la mano.- No te fíes de la primera impresión, es un buen amigo cuando no está rompiendo las pelotas. -Estoy seguro que sí.- dijo Fernando, sacando varias sonrisas de los presentes. -Y ella es Lorena.- Estaba muy lejos para darle la mano, así que la chica solo levantó la mano en forma de saludo, Fernando se lo contestó de la misma forma. -Lorena, Emil, él es Fernando, mi nuevo vecino. Casi lo matamos cuando lo conocimos.- dijo Peter y con eso concluyó las presentaciones. -Lamento mucho lo que te hicieron- dijo Lorena- Yo les dije que se pasaron de la raya. -¡Ay por Dios! Tú querías que colgáramos al espectro sobre él mientras dormía.- dijo Omar y con esto probando que ella también fue parte de la broma. La chica rio con culpa. -Vamos a comprar algo antes de que empiece- Le dijo Omar a Peter. -Sí, claro.- le contestó, después miró a Fer y le preguntó- ¿Tú quieres algo? ¿Palomitas, refresco, un jocho? -Ah, sí. Vamos- dijo, pero Peter lo paró con la mano. -No, tú siéntate, platica, nosotros te lo traemos. -Bueno, un hot dog y un refresco estaría bien.- pidió Fer, metió la mano al bolsillo y sacó uno de los billetes que su padre le dió antes de salir.- Pero toma, yo invitó. Omar agarró rápidamente el billete y lo vio como alguien que acaba de descubrir un lingote de oro. -Vas a ser un buen amigo- Le dijo sin dejar de ver el billete. -¿Alguien más va a querer algo?- preguntó Fernando a Emil y a Lorena. Estos respondieron, levantando cada uno una bolsa de palomitas y un vaso con refresco. -No gracias, nosotros ya compramos PORQUE SÍ LLEGAMOS TEMPRANO- dijo Emil, aumentando la voz para que Omar, quien ya estaba abriéndose paso por la gente, lo escuchara. Peter fue tras él, Fernando se sentó en la pequeña cobija junto a Lorena. -¿Qué te ha parecido el pueblo hasta ahora?- Le preguntó la chica. -Nunca antes había visto algo parecido. -¿Eso es bueno o malo? Fernando pensó un poco. -Bueno. Sí, era bueno, pensó Fernando.
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