Por suerte para la chica despistada, traía sus lentes guardados en su bolsa, por lo que no pudo distinguir los desplantes que las personas a su paso le daban, solo veía manchas borrosas que su cerebro no podía procesar ya que sus ojos grises no le funcionaban como a ella le gustaría. —Disculpe, estoy buscando a Eduardo —dijo Alora confundiendo acercándose a una mesa VIP, donde se encontraba un señor de aspecto duro, con un saco rojo brillante y pantalones negros, era conocido en el mundo bajo como Torino Quezada, un capo de la mafia de la ciudad, que había confundido la chica con el host del lugar, por ser renuente a ponerse sus lentes. —¿Me ves cara de host? —dijo el señor despectivo. —¿Usted es el mesero? —dijo un tanto apenada— con más razón debe saber dónde puedo encontrar a Edua