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Frunzo el ceño al bajar de mi auto y encontrarme con esta sorpresa frente a la puerta de mi casa.
—¿Qué hacen aquí? —cuestiono, confundido.
Drew resopla y se incorpora del asiento del porche.
—¿Qué haces tú que no estabas aquí?
Robert abre la puerta e inspecciona el interior rápidamente para darnos el pase libre. He pasado por varias situaciones en las que fans se han colado a la casa cuando no hay nadie, ya que nana solo viene en la mañana y se encarga de organizar toda mi vida hogareña para irse pasado el mediodía o a veces antes si yo se lo exijo.
—Despejado —anuncia Rob a su micrófono oculto en donde solo él sabe.
Invito a los muchachos a pasar e ignorando los reclamos del castaño, camino hacia la cocina en busca de algo que tomar.
—¿Estás escuchando lo que digo?
Levanto la cabeza, distraído, y niego.
Drew bufa y gira para volver sobre sus pasos. Sonrío divertido, siguiéndolo.
—Lo que Drew decía era que debemos continuar con la búsqueda, solo nos queda esta semana para reclutarlas, someterlas a una competencia y elegir a la mejor —dice Adam cuando me ve entrar a la sala.
Me dejo caer de golpe al sillón.
—Mi elección ya la saben.
Drew se inclina apoyando sus codos en sus piernas y tocando con sus dedos, su barbilla.
—¿Estás totalmente seguro?
Asiento.
—Es decir que si continuamos buscando por nuestra cuenta, ¿no hay problema? —pregunta Adam, indeciso.
Resoplo, rodando los ojos, y niego con la cabeza. No me interesa, yo quiero a preciosa bailarina de ojos color aqua.
Ambos castaños se dan una leve mirada y asienten a su pregunta silenciosa.
—Bien, ya lo dijo él.
—¿De qué hablan? —pregunto ceñudo.
Estos dos están armando algo y no creo que me guste. Sin embargo, no me dejan preguntar cuando Drew conecta su computadora portátil a mi plasma por medio de la contraseña de conexión.
Frunzo el ceño cuando veo desde la tv que abre una carpeta y selecciona muchos archivos. Quiero resoplar y en realidad lo hago, cuando comienza a reproducirse uno de los miles de vídeos.
—¿Es broma?
—Como no fuiste a muchas de las academias de baile con nosotros, grabamos un par de bailarines que nos parecieron indicados —responde, viéndome de reojo.
Suspiro. Un par de miles de bailarines.
—Voy por algo para tomar—murmuro al entender que esto va para rato.
Apoyo mis codos sobre la encimera de mármol blanco y tomo un sorbo de mi refresco. Escucho música sonar, y eso me recuerda a algo o mejor dicho a alguien. Levanto la mirada al reloj de la cocina. Sonrío, aún es temprano.
Sigilosamente, tomo la llave de mi auto y cierro la puerta al salir. Tardarán al menos media hora en descubrir que no estoy en casa.
Acelero y al llegar a mi destino sonrío, divertido. Extiendo el brazo hacia los asientos trasero y tomo mi chaqueta de cuero n***o, gorra Nike del mismo color y mis Ray-Ban aviador.
Espero que el camuflaje funcione, ya que el salir del vecindario en cubierto fue algo difícil; tuve que desviar a dos furgonetas de canales que constantemente me persiguen para descubrir mi hazañas. Antes no hubiera tenido problemas, pero no quería que me vieran aquí y comenzaran a inventar hipótesis que no venían al cuento.
Dentro del lugar, continúo el ya conocido pasillo en donde presiento que aún puedo verla. La música suena alto, los gritos de apoyo aún se escuchan y eso me hace sonreír. Tal vez sí sea mi día de suerte.
Veo a un pequeño pero importante tumulto de personas en la puerta que tiene esa X que me hace diferenciarlas del resto de las clases, aquí está ella.
Aún no entiendo porque siempre hay publico en este lugar.
—Permiso —susurro a todos que irrumpen con mi objetivo. Entro e intento disimular mi sonrisa triunfante al ver que una de las mujeres que está en medio del salón es portadora de ese cabello n***o que conozco y me hace diferenciarla al instante.
Me quito los lentes de sol, recorro su cuerpo y me estremezco. Es tan preciosa.
Una canción desconocida para mí, comienza a sonar por las cuatro paredes. Y entonces me encuentro persiguiendo su cuerpo en cada movimiento, observo su reflejo en el espejo, los movimientos de sus piernas; observo su sonrisa e inevitablemente sonrío con ella.
Me sorprendo al reconocer que en mi mente se repite una y otra vez como un mantra: es ella. Sí, es ella. Ella es la elegida y Drew no va a impedirlo.
Pasaré tiempo con ella, voy a conocerla y voy a poseerla como solo yo sé. Nadie va a impedirlo.
La corta coreografía finaliza y los espectadores —que son muchos más que la última vez que vine— aplauden y lanzan grititos al azar.
Aún con una leve sonrisa en mi rostro giro mi rostro levemente y descubro como varias personas alrededor murmuran con sus ojos sobre mi.
—Mierda —murmuro, bajando la mirada.
—¿Bastian Rieu? —cuestionan a mi lado. Volteo evitando su mirada pero es demasiado tarde—. ¡Oh por Dios, eres Bastian!
—¿Bastian? No puede ser —murmura otra persona pero no me interesa saber quién fue.
Mis ojos se dirigen a ella y la encuentro viéndome con una curiosidad marcada en sus pupilas. Frunce el ceño.
¿Me reconoció? La simple idea de saber que no pasé desapercibido para sus ojos me hace querer sonreír, pero rápidamente volteo para intentar salir del salón en donde ahora la atención es mía y eso no me agrada para nada.
—¡Bastian, una foto, por favor!
Vuelvo a ponerme los lentes de sol cuando siento un flash cerca de mis ojos.
Un grupo de personas me persiguen hasta que logro entrar a mi auto y arrancar para salir pitando del lugar.
Respiro hondo, esto es frustrante.
Esto definitivamente no salió como esperaba pero al recordar sus ojos claros sobre los mío, sonrío.
Maldita sea esa sensual mujer que me tiene cautivado.
—¿Qué mierda me pasa? —golpeo el volante más suavemente de lo que en realidad quería.
Gran pregunta y seguramente la respuesta también sea una gran respuesta, pero no me interesaba descubrirla en este momento.
Solo quiero volver a verla.
Es hipnotizante.
Aún es muy pronto para tenerme así.