—Oí sobre un trabajo como camareros el jueves. Levanto la cabeza y observo a Nahuel. —Creo que lo mío no es ser camarero —respondo. Él bufa. —Ya, y lo mío tampoco era ser mecánico pero de algo tengo que vivir —Se apoya sobre la ventana del auto—. ¿Qué tal va la reparación? Me impulso para salir debajo del auto y me apoyo en mi manos hacia atrás. —Ya está todo todo listo. Ni siquiera necesitaba un cambio de motor como creía al principio —respondo limpiando mis manos. —Eso es bueno porque no sabría en donde se consigue un motor para esta maquina. Asiento de acuerdo. El Impala de aquel buen hombre que me dio un trabajo ya se encuentra en perfecto estado. Espero alegrar al menos de esta forma al hombre porque demasiado tuvo de mí aquella noche. Un leve golpe sobre la chapa de la ent