Mis experiencias con trabajos de una sola noche no fueron buenas. Trabajé de camarero, de barman, de taxista, incluso de niñero. Todos esos trabajos me dieron buen dinero para ser de una noche, pero debido a las experiencias no volví a hacerlo. Es viernes por la noche y me encuentro en este lugar en dónde la música revienta, las personas bailan y se emborrachan. Algunos coquetean y encuentran diversión y otros simplemente vienen por distracción. El problema era que yo no era una de esas personas. —Entrada —exijo. La mujer de piernas largas y cabellera corta resopla, y da dos pasos al frente para posar su mano en mis pectorales. —Puedo darte lo que quieras si me dejas pasar —me susurra al oído. Ruedo los ojos sin que se de cuenta. —De acuerdo —respondo aumentando su sonrisa—. Quiero