Charles Woods. –Eres el hijo que siempre quise tener, Charles. –exclamó mi tío con un tono ligeramente fraternal. –Desde que mi amado hermano mayor Carl murió, supe que debía hacerme cargo de ti…–añadió. –He tratado de darte lo mejor como él lo hubiera hecho, de ser la figura que necesitabas. –contó desde el asiento de su despacho. La luz siempre estaba a penumbras y un tablero de ajedrez siempre lo acompañaba en sus diálogos. Yo le escuchaba con debida atención. Como un soldado de infantería que esperaba las indicaciones de su general antes de salir a la batalla. Me sentía conmovido e incómodo al mismo tiempo. Era una mezcolanza de sensaciones que solo él podía transmitirme. ¿Miedo o respeto? –Gracias tío, has sido un padre para mí. –le correspondí. Él hizo un gesto muy similar a un