—¿Dormida?
—¡Ey, estabas perdido! Pensé que me iba a llegar un correo con una citación en cualquier momento. Tuve miedo. Solo andas dejando un corazón en mis fotos de i********: y esa es la única señal de vida que das desde que viniste a mi casa. ¿Te has arrepentido? ¿Sigue en pie lo de la demanda y tu abogado te pidió que no me dijeras nada?
—Oye, ¿qué tienes con las demandas? Estás como un poco frustrada con todo eso.
—Es que…ocasioné el choque de un piloto profesional y luego no lo acompañé al hospital, encima le cuento a mis amigas y ellas se lo cuentan a alguien más. Fue una estupidez meterme a la calle para patear una lata de cerveza en medio de la lluvia y con aquella noche tan oscura.
—¿Solo fue por una lata de cerveza? Vaya. ¡Y pensar que pude salir malherido!
—¡Lo siento!—contuve la risa al escuchar su tono de voz preocupado.—Pero es más loco que creas que quise suicidarme.
—¿Tienes novio?
—Acabo de terminar con un estúpido, soy un imán para ellos, por lo que si intentas algo remotamente cercano conmigo, asumiré que también eres un estúpido porque eso es lo que atraigo. Hombres estúpidos, con falta de cerebro.—¡Vaya respuesta!
—A ver si entiendo, incluso antes de que pretenda algo, ¿me estás diciendo que no tengo oportunidad?—pregunté, mostrando todo mi interés en ese tema.
—Justo eso, querido piloto. No hay la más mínima oportunidad, porque si te sientes atraído por mi, es que eres un estúpido y yo no quiero más estúpidos en mi vida.
—Oye, lo que dices no tiene lógica. ¿Cómo es que no quieres un estúpido si eso es lo que atraes? Y no solo eso, ¿cómo vas a saber cuándo no es un estúpido si todo el que se te acerque le pondrás la etiqueta de estúpido?
—No es un problema para mí, ya que mi corazón esta cerrado, hasta que se me quite la racha de estúpidos.
Puse la llamada en altavoz y cerré los ojos con el móvil sobre mi pecho.
—¿Y si tú eres la estúpida que atrae a estúpidos? A lo mejor tienes que cambiar algo para dejar de atraer a ese tipo de hombre, quizás eres el motivo, ¿no lo has pensado?
—Guau, nunca lo había visto así y por alguna razón me acaba de ofender lo que has dicho.
—No pediré disculpas, Becky. Míralo de ese modo, ¿y si no los atraes y simplemente los eliges? Esa puede ser una posibilidad. ¿Cuántos novios estúpidos has tenido en el último año?
—Cambiemos de tema.—dijo un poco rígida.
—¡Ay, pero qué frágil eres! A las mujeres nunca les gusta hablar ni de los novios que han tenido y menos de sus parejas sexuales. Es como si quisieran que creamos que son unas santas, cuando verdaderamente no nos gustan las santas. En lo personal, prefiero a una mujer que me coloque de todas formas en la cama y que no se sienta extraña cuando yo haga lo mismo. Pero además de la vida íntima, que en la relación no tenga miedo de decirme sus gustos, lo que quiere, lo que no y no solo que pretenda que yo adivine todo nada más con el don de la observación. Soy el tipo de hombres que olvida los aniversarios, pero que cada maldito día puede hacer de tu vida como si ese día fuera especial. Las fechas no se me dan bien ni nada que tenga que ver con recordar ciertos eventos, para todo tengo que tener un calendario anotado y con recordatorio, no es que no quiera recordarlo, es que no se me da. No soy de chicas finas y delicadas. Quiero a una mujer, no eso que las mujeres pretenden que es una mujer.
—Escucha, señor exigente, que tú seas así no significa que a todas las mujeres nos gusten los hombres brutos y poco atentos que van olvidando las fechas importantes y que creen que todas son unas putas en la cama.
—Oye, no estoy diciendo que sean putas, que una mujer tenga experiencia en la cama y no sea la típica tímida, no quiere decir que sea puta. La sexualidad ya no es un tabú, y la mejor manera de disfrutarla es siendo abierto con la pareja que se tiene en ese momento. Y claro que sé que todos los hombres no son como yo ni tienen los mismos gustos que yo, pero todas las mujeres tampoco son como tú.—sentía que esto se estaba transformando en una discusión.
Poco a poco.
—¿Y cómo son las mujeres como yo? Porque apenas nos hemos visto la cara y ya crees que sabes el tipo de mujer que yo soy.
—Bueno, con lo que opinas ya eso dice mucho, además de que admites ser un imán para los estúpidos y en tus propios errores quieres ponernos a todos en el mismo saco, como si eso fuera posible.
—También dice mucho de ti lo que cuentas, para empezar ya dejaste claro que eres un estúpido y de eso no me queda la menor duda.
—No me gustas, así que no, no soy un estúpido.—creo que me sentía enojado y por su tono de voz, ella igual.
—¡Eres un estúpido por todas las exigencias que tienes en una mujer! ¡A mi no me importa en lo más mínimo que no te guste! Ni que fueras tan atractivo.
Tomé aire y luego acuné el móvil entre mis manos sentándome en la cama.
—Becky, ¿cuándo he mencionado exigencias? ¡Hablé de mis gustos! ¡Así como tú hablaste de los tuyos! Los hombres estúpidos.
—Ten una buena noche, David. Cuando me necesites, solo llámame. No tengo porqué hablar de mi vida privada o de mis gustos con un desconocido a las diez de la noche.
Me colgó.
¡La loca esa me colgó! Y encima parecía ofendida.
A saber qué estará pasando por su cabeza.
Yo solo quería decirle que mañana ya empezábamos y no sé como fue que nos salimos de ese tema central.
Marqué su número nuevamente.
—Normalmente cuando te sientes exaltada, ¿haces ese tipo de cosas?—le pregunté cuando ella respondió.—Podríamos solamente haber cambiado de tema, así de simple. Pasaré por ti a las ocho de la mañana. Lleva ropa cómoda y una gorra para el sol.—y le colgué.
Era hora de dormir.
Vaya, vaya con esa Becky.
Me dijo estúpido solamente ante la posibilidad de que yo estuviera interesado en ella.
¿Pero qué se creía?
Tampoco es que fuera mucho mi tipo, no me gustaban las mujeres tan delicadas y con aires de madre Teresa y por lo visto ella era algo así, aunque para ser un imán de estúpidos, podría ser lo contrario. ¿Qué daño había en ser abiertos en cuanto a opiniones de relaciones? Era lo más sano en esta vida, de esa manera te das cuenta de lo que realmente quieres y no tienes que estar años con esa persona para luego solo descubrir que no era el indicado o la indicada.
Todo ese rollo, no iba conmigo.
Igual no estaba buscando una relación, por lo que en ese aspecto estábamos iguales.
Corazones cerrados.
El celular vibró cerca de mi cara, estaba dormido ya, mañana tenia entrenamiento y tenia que estar descansado.
Me molestó el brillo de la pantalla cuando iluminó mi cara.
Era una llamada de Alaric.
—Hermano.—respondí con voz gruesa, hace un par de semanas que no sabía de ellos, desde que salí de casa. Estaba haciendo algunos arreglos antes de empezar los entrenamientos y no me quedaba mucho tiempo en el día, además de todos los eventos de promoción a los que tenía que asistir, las marcas siempre eran un poco pesadas. Y sobre todo las entrevistas. ¿Cómo la gente puede acostumbrarse a eso?
—Tío David, soy Millie.—mi corazón dio un salto cuando escuché su voz al teléfono.
—¡¿Millie?! ¿Por qué tienes el celular de Alaric? ¿Pasa algo?—Pregunté preocupado.
—Ven a casa. Papá no está bien.
—¿Cómo que no está bien? ¿Qué pasa? ¿Estás sola en casa?
Comencé a vestirme mientras esperaba la respuesta de ella.
—No, papá está aquí, pero hace días que no sale de casa y huele…huele a alcohol.
¡Maldita sea!
Alaric había vuelto a tomar.
—¿Dónde estás ahora?
—Estoy en su habitación pero él duerme.
—Escúchame, podría llegar como en una media hora. Quédate con el móvil, así te llamo y me abres la puerta cuando yo llegue. Ya salgo, pequeña.
Me lanzó un beso y luego colgó la llamada.
¿Qué diablos estaba pasando?
Solo esperaba que no se tratara otra vez de los Mckenzie.
Creo que el jueves sería un día largo y aún ni amanecía.