—Entonces, ¿acabas de ver a Casandra?—pregunté con un timbre de voz algo agudo. —Sí, la encontré a varios metros del hotel, comí un helado y ella un batido. Está ansiosa porque llegue la hora de nuestro encuentro, la cena. ¿Cómo estás tú? —Aún eligiendo la ropa adecuada para verme con mi hija y hacer que su padre me crea. David, no sé que ponerme. Me aseguré de traer buenas opciones pero cada una de ellas las descarto por razones estúpidas. Una parece muy sensual, la otra provocadora, una no apta para la cena y el resto no lo veo bien para conocer a mi hija. —Eso es porque intentas vestirte para ellos, vístete para ti. —También intenté eso, créeme, suelo salir yo misma de mis atascos, pero ahora mismo me encuentro en un terrible bache.—Todo lo que traje en la maleta fueron buenas opci