—¡Becky! —¡Dejen de golpearlo, desgraciados!—gritó con enojo mientras los golpeaba, tomó con fuerza la vara de uno de ellos y amenazó con golpearlos, empujé al otro que estaba sobre mí y me coloqué junto a esta terrible loca. —¡¿Qué diablos crees que haces?! —¡Salvándote el culo!—gritó rebosante de energía, parecía una niña que acababa de comer muchos dulces y una soda.—¡Vamos, atáquennos! —Devuélvame eso.—pidió el guardia al que ella había quitado su vara. —Deben de abandonar estas instalaciones, no pueden estar aquí. —¡¿Y quién lo dice?! ¡Esta es una maldita empresa! ¡No sabe si vine hacer algo aquí! ¡¿Sabe quién es este hombre?! ¡Ay de usted si le lastima uno de sus brazos o esa perfecta sonrisa! ¡Ay de usted! —Oye, Becky, está todo controlado, regresa al coche con Millie.—le s