Capitulo Ocho

980 Words
Misael se encuentra en una clínica, tiene algunos puntos en la herida pero nada grave, se mantiene alerta mientras sus compañeros iban por un auto y algo de ropa. Muchos enfermeros y médicos han preguntado cómo se hizo la herida pero ninguna de las excusas que da parece convencerlos y es que a quién no le daría sospechas, semejante herida producida por la bala especial de un tanque no puede hacerse con nada más. Observa por la ventana de la sala, el día está nublado y amenaza con dejar caer la lluvia, el aire frío mueve las ramas de los árboles y sus frondosas copas se mecen al compás. Pronto algo llama su atención, un Audi n***o estaciona frente al edificio y de él cuatro jóvenes entre ellos una muchacha bajan vestidos de n***o, de manera sospechosa. Sabe lo que significa, vienen por ellos. Se pone de pie, camina lo más rápido que su pierna herida puede y sale de la habitación, recorre todo el largo pasillo e intenta llegar a la entrada principal, allí los ve acercarse, aún no lo han visto por lo que decide tomar otro camino y desviarse hacia una de las entradas laterales cuando en ese momento ve a sus amigos llegar. —Misael tenemos ropa para que te cambies— Carlos es el primero en hablar. —No hay tiempo, unos tipos de n***o acaban de llegar. No son como los soldados, debemos irnos. — dice el pelinegro caminando con prisa. — ¿Quiénes son? ¿Qué quieren?— Micaela camina a toda prisa mientras observa a todos lados. Salen de la clínica y corren hacia una camioneta, suben a ella y no está demás decir que es robada. Antes de que puedan arrancar el auto sienten cómo el automóvil es jalado hacia atrás con fuerza, asustados observan como un muchacho les sonríe satisfecho de su acción. Rodeados, cuatro jóvenes los rodean y no se ven nada amigables. El mismo muchacho con fuerza sobrehumana arranca una de las puertas de la camioneta y saca a Micaela lanzándola por los aires, Carlos y Misael le siguen cayendo cerca de ella. -—Muy bien fenómenos, hemos venido a darle fin a sus vidas— habla el más delgado de todos. — ¿Fenómeno? Yo te veo igual a nosotros— dice Carlos poniéndose de pie— Pero más feo. —No me compares contigo— responde el contrincante. —Oh vamos, cualquiera estaría feliz de ser comparado conmigo, pero tú eres demasiado feo para siquiera acercarte— sonríe el mexicano. —Basta de charla— Jenna es quien habla ahora— Nuestra misión es matarlos, así de simple y vamos a cumplirlo. — ¿Por qué? Son metahumanos como nosotros, deberían estar de nuestro lado— dice Micaela. —Somos humanos normales, fuimos modificados genéticamente para poder acabar con ustedes engendros— responde otro chico de cabello crispado. — ¡Carajo! ¿Y así de horrendos quedaron? Dios mío, yo que ustedes los demando— ríe Carlos. Jenna hace un gesto hacia sus compañeros y todos se lanzan al ataque, Carlos gira en el lugar y produce ráfagas potentes que lanzan al fortachón por los aires, el más delgado congela todo lo que toca y les lanza estacas de hielo.  Misael evade a duras penas a sus contrincantes sin poder moverse normalmente no puede utilizar su velocidad y está limitado. —Micaela no puedo hacer más por ustedes, debes crear un terremoto— Misael esquiva ataques. —Es demasiado peligroso— se niega la chica haciendo que las rocas a su alrededor se levanten y vayan contra sus enemigos. —Micaela, deja de temerle a tu poder o de lo contrario jamás podrás hacer nada por ti misma— dice Carlos tomándola por los hombros. — No dudes, no temas, sé quién eres y ya libérate. La castaña no puede salir de la emoción, las palabras de su amigo han hecho eco en su mente. Miles de preguntas pasan por su cabeza, miles de sensaciones y emociones, la indecisión no puede apoderarse de ella ahora; es una situación de vida o muerte. Respira profundamente, tranquiliza su mente y su cuerpo, el suelo bajo sus pies comienza a moverse, el bramido de las capas al deslizarse es estruendoso y sus contrincantes parecen no saber qué ocurre. El movimiento tectónico comienza, es leve dónde se encuentra Micaela y sus amigos pero va tomando fuerza y fiereza en tanto se acerca a sus enemigos. Todo a su alrededor cae, los postes se desploman y Jenna y su equipo deben retroceder a tiempo pues una enorme g****a se abre y el temblor aumenta en escala.  Misael produce estática con su cuerpo y lanza descargas eléctricas hacia el cielo produciendo que ésta se desplace rápidamente por él y caiga sobre los modificados. Aprovechando la distracción nuestro grupo metahumano emprende la huida, a unas cuadras más adelante logran interceptar un auto y usarlo para marcharse. —Estuvo muy cerca— dice Misael— Micaela eres asombrosa, tus terremotos son los mejores. — ¡Esa es mi chica!— dice Carlos riendo, pero su sonrisa es interrumpida cuando se da cuenta de las palabras que acaba de decir.—No es que tu... Seas mía... Es decir... Bueno... Ammm... Mierda. Misael ríe a carcajadas por el embarazoso momento del mexicano mientras que su compañera lleva las mejillas y toda la cara del color de un tomate.  El resto del viaje es silencioso, todos están agotados física y emocionalmente. Mientras Misael conduce comienza a sacar conclusiones, el uniforme de la chica que decía llamarse  Jenna le es familiar pero no recuerda de dónde o quién lo llevaba.  El misterioso chófer y suboficial que los acompañaba desapareció de un momento a otro y se llevó consigo todos los documentos que necesitaba para encontrar a los integrantes faltantes. Por suerte tomó fotografías con su móvil y memorizó lo necesario e importante. Siempre está un paso adelante en el plan y debido a esto saco los pasajes de antemano para poder viajar a Berlín, lamentablemente de allí tendrán que manejarse por cuenta propia ya que las autoridades para las que supuestamente trabajan se han esfumado de la faz de la tierra como si nunca hubieran existido.
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