Se dirigió a la ventana del conductor y le indicó que bajara el vidrio. —Samuel, ¿está bien? —preguntó. El conductor asintió, pero Márquez se daba cuenta de que sus manos estaban temblando. Se aferraba con fuerza al volante, tratando de controlar su temblor. Márquez abrió la puerta y lo hizo salir, apoyando al traumatizado hombre contra el vehículo—. Relájese, ya terminó todo. Se ha ganado su dinero. Sería mejor si olvidara todo lo que vio aquí esta noche. Venga, déjeme darle un cigarrillo. Voy a buscarlos en el asiento de atrás. El disparo, cuando llegó, quebró el aire de la noche; los sonidos de las aves que alzaban el vuelo y el eco de la bala calibre .45. El sonido del cuerpo al golpear la tierra con fuerza fue insignificante. Márquez se incorporó y observó el cuerpo por un momento.