CAPÍTULO SEIS La llamada se conectó con el cuartel general de la Policía de Seguridad. Una serie de clics mientras los operadores conectaban de un punto a otro, un traqueteo y luego una voz estruendosa. —¿Aló? —Habla Deakin, de la embajada estadounidense, ¿puedo hablar con el mayor Koroma, por favor? —Hola, señor Deakin, soy el mayor Pierre Koroma, ¿cómo puedo ayudarlo hoy? —Mayor, me dicen que usted es el hombre con el que debía hablar. Usted puede hacer que sucedan cosas. Estoy hablando sobre un asunto urgente y que requiere la mayor discreción. Sabe con cuál organización trabajo, supongo. —Desde luego, señor Deakin, tenemos gran respeto por su organización —respondió Koroma suavemente. Sí, además le gusta mucho nuestro dinero. —Mayor, parece que tienen algo nuestro. Uno de nuest