–Por favor, debemos irnos ya.
Melody realmente sonaba desesperada, aún estaban dentro del auto y ella solo quería volver al apartamento de Barry, pero él estaba decidido a no hacerlo.
–No, hasta que me digas dónde está tu casa –repitió Barry –. Vamos a tu casa ahora.
Melody vio a todos lados preocupada, no sabía muy bien qué hacer, no podían verla ahí, empezó a tocar sus dedos nerviosa y sentía que le faltaba la respiración.
Barry salió del auto, su paciencia estaba por terminar, dio la vuelta y abrió la puerta, le quitó el cinturón de seguridad y la sacó del auto.
–¿Por dónde es? –preguntó –. Por ahí –señaló un lado de la calle –... O por allá.
–Deberíamos volver al auto.
–¡Ya basta! –exclamó furioso –. Te vas a ir a tu casa ahora mismo.
Ella empezó a llorar, él se pasó las
