CAPÍTULO TRECE
Kate no fue muy lejos luego de dejar la prisión. Condujo quince kilómetros por el camino, se detuvo en McDonald’s para comprar su almuerzo, y entonces aparcó en el estacionamiento. Mientras comía una ensalada muy seca e insípida, llamó a DeMarco. Mientras el teléfono sonaba en su oído, se le ocurrió que lo que estaba a punto de pedir podía meter en problemas a DeMarco y con esa realidad volviéndose más probable, decidió colgar.
Pero antes de que pudiera, la voz de DeMarco estaba en su oído. —Agente Wise, ¿cómo estás?
—Estoy… bien.
Un breve silencio se impuso en la línea, roto por la suave y musical risa de DeMarco. —Estás trabajando en el caso, ¿o no?
—Quizás.
—¿Encontraste algo?
—Eso creo. Aún no estoy segura. Esperaba que podrías conseguirme información sin avisar a
