Nuevo camino

1474 Words
¿Cómo era posible que en ese momento, en ese preciso momento nada importara? El solo ser dos extraños teniendo sexo, sentir el placer de la carne y dejarse llevar sin que nada de lo demás importara. —Linda… Linda… Grace regresó de nuevo a su realidad. Esta manera de llevarse por sus pensamientos mezclados con sus recuerdos era extremadamente frecuentes y peligrosos. Una linda anciana se acercó a ella diciéndole que su té estaba listo. Agradeció y tomó la taza mientras sus manos temblaban. Estaba demasiado nerviosa para conducir en ese estado, por lo que decidió tranquilizarse antes de seguir. Estaba más que convencida de que haber ido a la ciudad esperando resolver algo, no había sido lo correcto. Grace alzó la mirada cuando la puerta del café se abrió encontrándose con Rita. ¿Cómo supo donde estaba? —Tienes que escucharme. —Rita tomó asiento frente a ella—. Déjame explicarte. Grace no estaba enojada, la decepción era más fuerte que eso. —¿Cuánto tiempo llevan juntos? —Grace preguntó mirándola seria. —No estamos juntos, y esto tampoco es regular. Solo nos acostamos… no hay nada entre nosotros. Estamos en el mismo mundo. —Tu ves a mucha gente… —Grace sonrió sin gracia—. Más bien te follas a mucha gente. ¿Por qué tuviste que meterte con él? El rostro de Rita se descompuso sin entender lo que su amiga trataba de decirle. —Yo no lo pensé así. Ya pasaron siete años desde que estuvieron juntos y hasta anoche creí que eras feliz, viviendo en los suburbios con tu esposo soñado y tus dos bebés perfectos. —Pero te volviste a acostar con él, después de que te hablé anoche y te dije lo que sentía, cuanto lo extrañaba y que estaba cuestionando todo. —La voz de Grace sonó más severa. —Me dijiste que se trataba de ti, no de él. Todo el mundo se cuestiona todo, todo el tiempo y no creí que fuera real. Que estuvieras pensando en abandonar a tu esposo. Grace se quedó callada por que no quería dejar a Joseph, eso jamás pasó por su mente, ella lo amaba. —No voy a dejar a mi esposo… solo pienso que… lo eché a perder horriblemente… Rita frunció la mirada y se preocupó por Grace. —¿Qué hiciste? —Comencé a escribir en mi diario sobre Alexander, con detalles muy explícitos, de lo obsesionada que estaba con él y del increíble sexo que teníamos y Joseph lo leyó. —Grace miró a la nada recordando lo que había pasado esa mañana. Era por eso que fue corriendo hacia su amiga para contarle todo esto. Rita estaba en shock, pero preguntó. —¿Cómo reaccionó? —Él me empotró en la pared y me follo mejor de lo que jamás lo haya hecho. —Ambas se rieron ante el comentario. —No le veo el problema. —Se encogió de hombros con gracia. —Lo sé, pero fue violento y te aseguro que en este momento debe estar furioso por ese diario. —Son solo ideas. No lo estas engañando. Además de que se supone que son privadas. —Pero ahora me siento muy expuesta… él leyó cosas que ni siquiera se imaginaba. Esa es mi otra yo que no sabía que existía. Grace suspiró, su mirada fija en la taza de té, observando cómo el vapor se disipaba lentamente en el aire. Sentía un nudo en el estómago, una mezcla de vergüenza y vulnerabilidad que no podía sacudirse. —Rita, no lo entiendes —dijo finalmente, levantando la vista para encontrar los ojos de su amiga—. Joseph y yo… tenemos una vida, una familia. Nunca quise que él viera esa parte de mí. Esa parte oscura que ni yo sabía que seguía ahí. Rita asintió lentamente, dándose cuenta de la profundidad del conflicto interno de Grace. —Sé que no es fácil —respondió Rita, suavizando su tono—. Y sé que no debería haberme metido con Alexander, mucho menos después de saber lo que sentías. Pero... Grace, todos tenemos partes de nosotros mismos que no mostramos a los demás, incluso a las personas que amamos. Grace asintió, pero la sensación de exposición no desaparecía. Había algo en esa revelación, en el hecho de que Joseph hubiese leído sus pensamientos más oscuros y privados, que la hacía sentir desprotegida, desnuda ante el mundo. —Siento que he traicionado algo… a mí misma, a Joseph, a todo lo que hemos construido juntos. —Grace cerró los ojos por un momento, tratando de ordenar sus pensamientos—. No sé cómo superar esto. ¿Cómo puedo mirarlo a los ojos sabiendo que sabe todo sobre mi pasado con Alexander? Rita se inclinó hacia adelante, colocando su mano sobre la de Grace en un gesto de apoyo. —Grace, todo esto es complicado, pero no estás sola en esto. Tienes que hablar con Joseph. No dejes que esto se quede en el aire y te consuma. Sé honesta con él, pero también contigo misma. Tal vez, al final del día, lo que necesitas es reconciliarte con tu propio pasado antes de poder seguir adelante. Grace asintió de nuevo, agradecida por las palabras de Rita, aunque sabía que el camino por delante no sería fácil. La vulnerabilidad que sentía no desaparecería de la noche a la mañana. Tendría que enfrentar a Joseph, tendría que enfrentarse a sí misma y, sobre todo, tendría que decidir qué quería para su futuro. Mientras las dos amigas se quedaban en silencio, Grace tomó un sorbo de su té, dejándose envolver por la calidez del líquido y el consuelo del momento. Sabía que, pase lo que pase, tenía que seguir adelante, por ella misma y por su familia. Y quizás, solo quizás, este doloroso proceso la ayudaría a encontrar la paz que tanto necesitaba. . . . Después de hablar con Rita y arreglar los problemas, regresó a los suburbios. Entendía que ya no podía volver a vivir en el pasado, y a pesar de lo que a veces podía sentir, no se arrepentía de haber dejado esa vida por la tranquilidad que ahora vivía. El recuerdo de el día que conoció a Joseph aun le parecía gracioso. —El concierto der hoy estará increíble, se presentaran dos bandas nuevas, más nuestra favorita. —Rita contaba entusiasta. —Creo que la cena de hoy con los chicos de fin de año es a lo único que puedo inspirar. —Grace dijo desanimada mientras caminaban en el campus. Hace un mes había terminado con Alexander y la etapa de contacto cero la estaba matando. —Por favor, no puedes seguir así. Le estas dando demasiado crédito a ese cretino. —Claro que no, ya salgo y me he puesto ropa bonita. —Grace se señaló. Rita estaba de acuerdo con eso, pero le faltaba más. Iba a refutar cuando un hombre atractivo se acercó a ellas. —Disculpen, chicas. ¿Podrían ayudarme? Me avergüenza confesar que estoy perdido —Joseph iba vestido elegantemente, perfectamente peinado mostrando esa sonrisa blanca que a cualquiera cautivaba. —Déjame adivinar. ¿Buscas el edificio de finanzas? Seguramente eres un banquero —Grace dijo y Joseph sonrió más ampliamente. —Eso normalmente lo digo a la tercera cita. —Wow. ¿Ya estamos saliendo? Eres rápido —refutó Grace—. ¿Y ya conozco a tus padres? —Eso podríamos arreglarlo si me ayudaras a encontrar el edificio de finanza. —Bueno, no estas tan perdido si decidiste acercarte a dos chicas lindas para pedirles indicaciones en lugar de acudir a un guardia de seguridad que se encuentra justo por allá. —Grace sonrió con gracia señalando detrás de su espalda. Joseph se puso rojo de vergüenza al dar la vuelta y verificar que efectivamente ahí estaban los de seguridad. Lo había descubierto. —Me atrapaste, pero tienes que admitir que tengo buen ojo. —refutó y ambos rieron. —¿Por qué no lo acompañas Grace? El edificio de finanza te queda de paso a donde sea que vayas. Grace sabía que Rita solo la estaba alentando, pero por extraño que pareciera aquel hombre le había llamado la atención. —Si, ¿por que no ayudas a un desconocido? —Ambos no dejaban de sonreírse el uno al otro. —No te vas a dar por vencido, ¿verdad? —No quiero hacerlo… Esa conversación marcó el inicio de algo inesperado. El encanto de Joseph y la manera en que Grace se sintió intrigada por él a pesar de sus reservas, sentó las bases para su relación futura. A veces, la vida te sorprende en los momentos menos esperados, y esa conexión con Joseph fue justo lo que necesitaba para comenzar a sanar y encontrar un nuevo camino.
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