Alexander Baker

1027 Words
Dicen que el amor es como una droga. Es como la dopamina, la oxitocina y adrenalina. Y era confuso para Grace sentir esas tres cosas al mismo tiempo cada vez que cerraba los ojos y los recuerdos junto a Alexander volvían a resurgir. Su mente vuela a una de esas noches, sabiendo que no solo son exaltaciones suyas, porque las siente tan reales. A veces deseaba haberse quedado con Rita, aquella chica era la más desenfrenada, pero inteligente mujer que había conocido. Cada viernes por la noche se dirigían al club Memory y se encontraban con algún hombre interesante para pasarla bien esa noche. Eran pasadas las tres de la mañana y Rita claramente se había ido a una zona aislada donde pudiera estar con el baterista de la banda que se había presentado en el club. Rita era la clase de mujer que no necesitaba luchar por la atención de nadie, sin embargo, su elección de hombres era una cosa que se tomaba muy enserio. Grace sabía con quien acabaría la noche incluso antes de que le dijera que lo haría. Desde que se presentaron en el escenario, el baterista fue flechado por aquella pelirroja que se lo comía con la mirada. Una hora después, Grace se hallaba buscándola para decirle que se iría a casa. Ella no había encontrado nada interesante esa noche. Rita estaba haciendo una felación felizmente mientras el baterista la tomaba por el cabello y soltaba gemidos de placer. Grace entró al baño y los miró. No se sorprendió ya que no era la primera vez que la veía haciendo algo como eso. —Rita. —Grace la llamó. Su amiga no dejó de hacer su trabajo mientras alzaba las manos para decirle que la escuchaba. —Emm, ¿estas bien? Rita mostró su pulgar. Grace soltó una risa notando que efectivamente estaba muy bien. —Bueno, me iré a casa. ¿Esta bien? —Rita asintió de nuevo—. Te veré después. La chica soltó el pene y sin voltear le dijo a su amiga: —Vete con cuidado. —Y después de eso, volvió meterse el pene en la boca. Grace salió del club esperando encontrar un taxi a esa hora. Pero apenas dio la vuelta en la esquina, un hombre que parecía un indigente la comenzó a molestar. —Hey preciosa, porque no vienes y me acompañas, quiero mostrarte algo. —El hombre se tocó su entrepierna y Grace lo miró con asco tratando de esquivarlo al pasar. —No me interesa —dijo Grace, pero el sujeto no se dio por vencido y la tomó del brazo para que no se fuera—. Déjame, asqueroso… El sujeto no hizo caso, arrinconándola en aquel oscuro lugar de la desierta calle. —Dijo que la dejaras, imbécil. —Un hombre desconocido alejó al indigente de Grace y lo aventó hacia la pared. Grace creyó que lo golpearía, pero no fue así—. Ten, ve a comprar algo de alcohol. —Sacó unos billetes de su chaqueta y se los entregó al indigente, este los tomó de mala gana y se marchó sin decir nada más. Grace se quedó perpleja al mirar la escena y luego con un poco de la luz que regalaba la luna pudo ver a su salvador y su corazón comenzó a latir sin control. Aquel hombre era dolorosamente atractivo. —Hola… ¿eres Grace? —Él preguntó con su voz gruesa y excitante. Grace solo pudo asentir, no tenía nada más en su cabeza—. Me dijo una amiga que te llevara —Oh ¿Tu estas con la banda? —Grace creyó que lo había mandado a cuidarla el nuevo amigo de Rita y no entendió porque haría eso. Él sonrió hermosamente y desarmó por completo a Grace. —Algo así —respondió—. Mi auto esta cerca. El hombre comenzó a caminar y Grace no supo que hacer. ¿Creerle a un desconocido? —¿Cómo podría creerte? —preguntó ella. —Mmm bueno, si no quieres que te lleve solo le diré a tu amiga Rita que hice lo que pude. Grace se convenció con eso. Ya que, ¿Cómo un desconocido sabría el nombre de su amiga si ella no lo hubiera mandado? … —Entonces eres cantante y aparte tienes una disquera. —Grace estaba un poco impresionada. —Así es. —Deben ser buenos amigos para que hagas este tipo de favores ¿no? —Grace empezó otra conversación. —Con Rita es un poco difícil decir que no. Ella es una buena amiga. Se preocupó por ti en medio de… —Si, lo sé… —Grace comenzó a reír de vergüenza al recordarla en qué situación la encontró—. Es la mejor. Somos compañeras de la carrera de psicología. —Oh no, ahora me dirás que si mi madre me hubiera abrazado más de pequeño yo sería mejor persona. —Grace se encogió de hombros—. ¿Es enserio? —Yo diría que te gustan las cosas bonitas, una de dos, estas acostumbrado a ellas o careciste mucho de ellas. Tienes una disquera, así que supondré que tienes una ventaja en ello, amigo. Pero viniste a la ciudad, y no te quedaste para hacerte cargo de la granja familiar. —El chico comenzó a reír—. Así que es el clásico púdranse mamá y papá. Pero viendo tu cabello un poco largo y esos anillos se que no tienes problema con tu lado femenino así que, fue tu papá quien no te abrazó lo suficiente. Dime si voy bien. —Grace dijo con gracia. La risa del hombre comenzó a cesar cambiando su expresión a una más dura. Grace no fue capaz de ver aquel cambio por la falta de luz en el auto. —¿Quieres tomar un trago? —dijo él. —Por que no… ¿tienes un lugar en mente? —Sí. Lo tengo. Grace aceptó y fue así que conoció el apartamento de Alexander por primera vez y donde pasaron la noche juntos. Ahí comenzó la historia de su amor, uno que fue tan fuerte como tormentoso.
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