Entre el Deber y el Deseo

Mentirosa

Grace cerró la puerta del clóset con un golpe suave, tratando de encontrar un rincón de tranquilidad en medio del caos emocional que sentía. Sabía que debería colgar el teléfono y cortar toda comunicación con Alexander, pero, de alguna manera, algo en ella la detuvo. Sentía que necesitaba entender por qué él estaba llamando después de tanto tiempo.

Con la voz temblorosa, Grace preguntó:

—¿Por qué me estás llamando ahora, Alexander?

Hubo un momento de silencio en la línea, antes de que Alexander soltara un suspiro largo y cansado.

—Grace, he querido hacer esto durante mucho tiempo. He intentado no pensar en ti durante estos siete años, pero me siento perdido. Necesitaba saber cómo estás, qué estás haciendo. Lo siento, pero sentía que debía decirte esto.

Grace se tocó el pecho, sintiendo el ritmo acelerado de su corazón. El peso de sus palabras y el reconocimiento de su pasado con Alexander la abrumaban. A pesar de su decisión de seguir adelante y construir una vida con Joseph, el impacto de su pasado no desaparecía fácilmente.

—Mi esposo… —Grace empezó a decir, pero Alexander la interrumpió con una pregunta que la tomó por sorpresa.

—¿Aún lo amas?

La pregunta la golpeó como una ola fría. Grace sintió un nudo en la garganta, luchando por encontrar las palabras adecuadas. Su amor por Joseph era profundo y verdadero, pero la intensidad de sus sentimientos hacia Alexander también había sido significativa en su vida.

—No es tan simple, Alexander. —Grace contestó con dificultad. —Mi vida ahora está con Joseph. He trabajado muy duro para construir algo real y significativo con él. No puedo… no puedo poner en riesgo eso.

La voz de Alexander sonó más suave y comprendida, pero aún cargada de melancolía.

—Entiendo. Solo quería que supieras que, a pesar de todo, sigues ocupando un lugar en mi mente. No esperaba que esto fuera fácil para ninguno de los dos.

Grace cerró los ojos, tratando de calmar la tormenta interna que se desataba. No podía permitir que las palabras de Alexander la arrastraran de nuevo hacia un pasado que había dejado atrás. Finalmente, tomó una respiración profunda y respondió:

—Alexander, por favor, no volvamos a este punto. Mi vida está aquí, con mi familia. Necesito seguir adelante.

—Si me dices que jamás has pensado en mí, prometo no volver a buscarte.

Grace se tambaleo en su propio lugar porque, si él supiera todo lo que ella había pensado de él, de ambos, tal vez se aferraría a un rencuentro. Sin embargo, estaba mal. Esto debía terminar antes de que si quiera empezara.

—Nunca lo he hecho…

Antes de que Alexander pudiera contestar, Grace colgó la llamada, el sonido de la línea muerta resonando en sus oídos. Se quedó allí en el clóset, sintiendo una mezcla de alivio y dolor, sabiendo que había tomado la decisión correcta, pero con el corazón todavía golpeando fuerte por la intensidad de la llamada.

Cuando salió del clóset, trató de recuperar la compostura, sabiendo que Joseph estaba cerca. Debía enfocarse en su presente y en la relación que tanto significaba para ella. Sin embargo, el peso de la llamada de Alexander seguiría presente en sus pensamientos mientras intentaba seguir adelante con su vida.

Tomó lugar en su lado de la cama mientras pensaba en todo y nada a la vez, sin darse cuenta que su esposo hacia lo mismo con sus propios pensamientos. Miró aquella foto que tenía de fondo de pantalla en su celular, aquella foto que re recordaba donde pertenecía, a quien no debía fallarles y por quien no debía caer. Pero parecía que cada vez que quería hacer las cosas bien algo más la golpeaba.

Grace sintió que su corazón se desmoronaba mientras leía el mensaje de Alexander: *Mentirosa*. Las palabras resonaban en su mente, llenas de un dolor y resentimiento que parecía casi tangible. La autodecepción y el vacío que sentía la invadían, y el contraste entre el amor que le profesaba a Joseph y la intensidad de sus sentimientos hacia Alexander la atormentaban.

Con las lágrimas volviendo a sus ojos, Grace intentó calmarse. No podía permitir que esta incertidumbre la hundiera. Había elegido a Joseph y había trabajado arduamente para construir una vida con él. Sin embargo, el dolor de las palabras de Alexander la hacía cuestionarse todo, incluso sus propias creencias sobre el amor y la fidelidad.

Tomó una respiración profunda, tratando de mantenerse firme y centrada. Necesitaba reforzar su compromiso con Joseph, no solo por él, sino por el futuro de su familia. Era vital que no permitiera que sus inseguridades y recuerdos del pasado destruyeran lo que había logrado construir.

Joseph, aún en sus propios pensamientos, apenas notó la presencia de Grace al principio. Pero cuando ella se sentó junto a él, él levantó la vista, notando el rastro de lágrimas en su rostro. Algo en la expresión de Grace le hizo sentir que algo no estaba bien.

—Grace, ¿estás bien? —preguntó, con preocupación en la voz.

Grace forzó una sonrisa y se acercó a él, abrazándolo con ternura. No quería que Joseph supiera la verdad detrás de su angustia, al menos no en ese momento. Necesitaba tiempo para procesar lo que había pasado y encontrar la manera de sanar y reconstruir su confianza en sí misma y en su relación.

—Sí, estoy bien. Solo... he tenido un día difícil. —dijo Grace, su voz temblando ligeramente.

Joseph la abrazó más fuerte, sin darse cuenta de la verdad completa detrás de las palabras de Grace. El abrazo le proporcionó consuelo, y Grace se aferró a él, intentando calmar su agitación interna. Sabía que debía enfocarse en el presente y en el futuro que había elegido, pero la herida que sentía en su corazón era profunda y aún no había encontrado una manera de cerrarla por completo.

Mientras ambos permanecían en la cama, cada uno envuelto en sus propios pensamientos, Grace se esforzaba por encontrar una forma de reconciliar su amor por Joseph con el vacío que Alexander había dejado en su vida. Y aunque intentaba aparentar calma, el mensaje de Alexander seguía resonando en su mente, recordándole la dificultad de aceptar y enfrentar sus propios sentimientos.

—Mierda… —susurró.