No se sentía él

1332 Words
Grace y Joseph llegaron a casa en medio de una explosión de risas y tambaleos, sus ropas empapadas aún goteando agua. La noche había sido caótica pero increíblemente liberadora para ambos, y a pesar de las sorpresas, no podían dejar de reírse del incidente. Al entrar en la cocina, encontraron a Eva esperando, con una expresión que oscilaba entre la curiosidad y el desdén. —¡Oh, parecen haber pasado una noche muy... animada! —comentó Eva con una sonrisa irónica, observando cómo Grace y Joseph trataban de recomponerse. —Debo ir a cambiarme. Gracias por cuidar a los niños, Eva. Realmente lo apreciamos. —Grace dijo con una gran sonrisa y caminó escaleras arriba. La mirada de Eva se detuvo en Joseph con un toque de admiración lasciva. Eva asintió con una sonrisa un tanto atrevida y se acercó a Joseph, le dio una palmadita en el hombro y le susurró con una mirada insinuante: —Has hecho un buen trabajo esta noche. —Luego se dio la vuelta y se marchó, dejando a Joseph aún desconcertado por el comentario de Eva. Al llegar a su habitación, Grace se desvistió rápidamente y se metió en la ducha, dejando que el agua caliente la envolviera. Joseph se quedó afuera, esperando, mientras ella se cambiaba. Cuando Grace salió, envuelta en una toalla y con una sonrisa satisfecha, encontró a Joseph esperando con una expresión relajada y amorosa. —Parece que la noche no terminó del todo mal, ¿verdad? —dijo Grace con una sonrisa. —Definitivamente ha sido una noche para recordar —respondió Joseph, abrazándola suavemente mientras la miraba con ternura y luego tomó su turno de entrar al baño. Mientras Grace se alistaba para dormir, decidió hacer una llamada rápida a Rita. La conversación previa con su amiga había dejado a Rita preocupada por la situación que Grace le había contado sobre su esposo y su diario. Cuando Grace le explicó cómo Joseph había usado su diario como un manual para entender sus deseos y necesidades, la reacción de Rita fue una mezcla de sorpresa y alegría. —¡No puedo creerlo! —exclamó Rita con una mezcla de incredulidad y entusiasmo. —¿Estás diciendo que Joseph realmente tomó en serio lo que escribiste? ¡Eso es increíble! Grace sonrió ante la reacción de su amiga, sintiendo una mezcla de alivio y satisfacción. —Sí, Rita. Lo hizo. Me di cuenta de que, a pesar de todo lo que ha pasado, Joseph está dispuesto a hacer lo que sea necesario para que nuestra relación funcione. Y no solo eso, sino que realmente está poniendo en práctica lo que he escrito, de una manera que me sorprendió. —¡Eso es fantástico! —Rita dijo con entusiasmo. —Nunca pensé que lo tomaría tan en serio. Es un gran gesto de su parte, Grace. Es como si estuviera intentando entenderte completamente, incluso en tus fantasías más íntimas. Grace se rió al escuchar la reacción de su amiga. —Sí, es verdad. Me sentí un poco extraña al principio, pero me hizo darme cuenta de cuánto se preocupa por mí y cómo está dispuesto a trabajar en nuestra relación. —Grace, honestamente, esto es como encontrar el santo grial —dijo Rita con una risa contenida. —Quiero decir, has logrado que Joseph cambie su conducta solo con leer tu diario. Eso es como magia. Deberías considerar publicar un libro o algo así sobre cómo transformar a los hombres con el poder de la escritura. Grace rió ante la broma de Rita, sintiendo una mezcla de diversión y alivio. —No sé si lo publicaría, pero definitivamente fue un giro inesperado. Aunque, pensándolo bien, podría ser un buen avance para la sociedad. Imagínate: "Cómo mejorar tu relación en 10 simples pasos a través del diario íntimo". —¡Exactamente! —Rita continuó bromeando. —Estoy segura de que habría una larga lista de mujeres esperando leer ese libro y hacer que sus parejas se comporten como desean. Sería una revolución en las relaciones de pareja. —¡Totalmente! —Grace se rió ante la exagerada visión de Rita. —Podría incluso ser un bestseller. ¿Qué piensas? ¿La portada con una pluma y un diario? —¡Claro! —Rita respondió entre risas. —Y el subtítulo podría ser algo así como: "Descubre cómo tu diario puede transformar tu relación en un abrir y cerrar de ojos". Estoy segura de que sería un éxito. —Sí, pero no creo que Joseph esté listo para compartir esto con el mundo —Grace dijo con una sonrisa. —Tienes razón —aceptó Rita. —Pero, sin duda, es un recordatorio de que, a veces, las soluciones más simples pueden tener un gran impacto. Grace se despidió de Rita con una sonrisa, agradecida por el apoyo y el sentido del humor de su amiga. . . . Joseph estaba en frente del espejo del tocador del baño mientras se secaba el cabello con una toalla. Aunque el reciente acto de rebeldía con su esposa le había dado un subidón de adrenalina y lo había hecho sentir como un chico malo, no podía dejar de sentir una creciente inseguridad. Mientras se miraba a si mismo, los recuerdos del día anterior y las imágenes que había leído en el diario de Grace seguían golpeando su mente. Se sentía confundido y asqueado, no tanto por el contenido del diario en sí, sino por cómo había llegado a comportarse para tratar de cumplir con las expectativas que había sacado de esas páginas. —¿Estoy realmente siendo yo mismo, o solo estoy tratando de ser algo que no soy? —se preguntó en voz alta. Había actuado con pasión y con una entrega que él pensaba que su esposa deseaba, pero la idea de haber asumido un papel solo por complacerla le resultaba incómoda. El hecho de que Grace hubiera tenido una vida tan diferente antes de conocerse y que él ahora estuviera intentando emular esos aspectos le hacía sentir que estaba perdiendo su autenticidad. Intentó convencerse a sí mismo de que todo esto era solo un ajuste normal en una relación, pero la inseguridad seguía nublando sus pensamientos. Se preguntaba si Grace lo vería ahora como alguien que solo había interpretado un papel, o si todavía la magia de su relación era genuina y real. De pronto su cuerpo se sintió terriblemente cansado y su estómago se revolvió haciendo que vomitara en el inodoro. No sabía si era el alcohol de esa noche o todos esos pensamientos que poco a poco lo estaban atormentando, pero definitivamente nada de lo que estaba haciendo se sentía bien. Grace, aún en su vestido de baño tras su intensa noche con Joseph, estaba revisando la habitación para asegurarse de que todo estuviera en orden antes de acostarse. Mientras organizaba algunas cosas, su celular vibró con una llamada entrante. Supuso que era Rita, su amiga, quien había mostrado interés en saber cómo había ido la noche. Decidió contestar sin mirar el remitente, pensando que sería una conversación entre amigas llena de detalles picantes. Mientras entraba a su closet para buscar otra bata de dormir, contestó el teléfono con una sonrisa: —¿Quieres saber más detalles, chica sucia? —Grace musitó esperando que Rita le dijera que quería saber muchos más detalles de aquella noche loca. Sin embargo, la voz que respondió del otro lado hizo que Grace se quedara congelada. La voz masculina, aún familiar y seductora, resonó claramente en el parlante del teléfono: —Hola, Grace. El corazón de Grace se aceleró instantáneamente. Era Alexander. El mismo hombre que había sido parte de su pasado y que había dejado una marca profunda en su vida. Lo que más le desconcertó es que a pesar de todos estos años, su cuerpo reaccionó a él como en el pasado, dejándole claro que le seguía perteneciendo, aunque no quisiera. Se preguntó en ese momento, ¿Qué hacía llamando después de tanto tiempo?
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