Abro mis ojos poco a poco. Me doy cuenta de que estoy en la habitación de un hospital, sus luces blancas, el olor y toda la decoración me lo indican. Me duele un poco la cabeza. Siento algo de debilidad, pero puedo con ella. Trato de sentarme pero una voz firme y con algo de molestia, que conozco muy bien, me demanda que no lo haga —¿Cómo te sientes? —pregunta. Lo observo. Está molesto, se le nota en su rostro y postura —Nunca te lo había dicho, pero te sienta bien el uniforme de médico —Samira… —¡Ok! —ruedo mis ojos—. Me siento bien, algo débil pero bien. Solo fue un desmayo —respondo indiferente —Nunca había conocido a una mujer tan terca —dice algo estresado—. No solamente fue un desmayo Samira. Sufriste de una hipoglucemia —no digo nada—. Tuviste una baja de azúcar… —levanto mi ma