Capítulo 18 Introduzco la llave con sumo cuidado en la cerradura de mi puerta. Abro y paso con cautela para no hacer ruido, no quiero despertar a Pam y que luego comience con la pelea —Samira Roldán! Jesucristo Pego un grito y llevo mis manos a mi pecho. Volteo hacia la cocina y allí esta ella. Pam se encuentra de pie con una taza de café en su mano. Luce molesta, muy molesta. Aun cuándo su pijama es rosa y muy delicada, su cara es todo lo contrario. Está molesta, de seguro no ha dormido nada en toda la noche. Las incontables llamadas y mensajes me lo comprueban —Más te vale tener una buena excusa. ¡¿Sabes que no he dormida nada?! ¡He pasado toda la noche tratando de contactarte! ¡Napoleón me dijo que te fuiste de la fiesta porque estabas cansada! ¡Me dijo que estabas en el departamen