Se me olvido todo, no podía existir tanta belleza junta, ese rostro tan fresco, esos labios rosados y delgados, cabello castaño, liso, mis manos deslizándose en él, se veía tan suave, brazos gruesos y fuerte, tórax ancho, debajo de esa ropa debía haber un abdomen muy bien definido, esos ojos; muero, ¿por qué me tiene que gustar tanto un hombre con ojos claros?.
Pero estos ojos eran los más claros, bellos, profundos que había visto alguna vez, era como perderme en el mar de lo azul que son con un toque de verde a su alrededor, me hizo sentir un escalofrío en todo el cuerpo, el corazón jamás me había latido tan rápido, se me iba a salir del pecho, me sudaban las manos, estaba perdida. Lo que era insólito es que me miraban, eso creo, es en serio; ¿me mira a mí?. Estoy mal ahora, no hay forma que ese hombre me esté mirando a mí.
-¿Heidi, ahí estás?, ¿será que nos podemos ir?. - escuche decir a Daina, pero no podía dejar de ver ese mar de ojos, - ¿alguien ahí?... ¿Lucia? - siento una puntada en el brazo, que dolor.
-¡Ay!, ¿estás loca, porque me pellizca? Me dolió.
-Bueno, si no me respondes, ¿qué vez con tanto anhelo que me ignoras y te demoras?, toma tus cosas. - la adoro, después de Santiago, es lo mejor, aunque somos tan distintas, es impulsiva y dice las cosas sin pensar la mayoría del tiempo, hay cosas que no me atrevería decirle, ese hombre es uno de ellos, no sé por qué, pero no le diría, pensando bien tampoco hay nada que decir, solo que acabo de ver el hombre más guapo y perfecto del mundo. Cuando me doy cuenta de que estaba a mi lado, tal vez era a ella quien miraba, no a mí.
- Santo Dios, me enamoré, ¿de dónde salieron esos hombres?, uno de ellos mira hacia acá, creo que me está viendo.- ¡la mato!¿Como se atreve?, yo lo vi primero. - ¿Lucia?, ¿no te parecen conocidos?
-¿Quién?,- Me hice la desentendida, no quería que supiera que los había visto.
-¿Cómo, quién?. Ellos los bombones que están ahí adentro. No me digas que no los has visto, porque no te creo me parece que los he visto antes- me decía señalando hacia la habitación de observación.
- Ya, si los vi, creo que son del banco que está haciendo la donación. Tal vez los has visto por aquí.
- Mm, no; si los hubiera visto aquí lo recordaría. ¿Oye desde cuando la hija del diablo sonríe? - señalando a la Dra Geller.
- Desde que le presentaron una cara bonita con dinero.- estaba de espalda hacia él, no quería seguir viéndolo, me costó desprenderme de esos ojos. No me gustaba lo que me hacía sentir, era muy raro. Así que termine de arreglar mis cosas y empecé a caminar. - ¿Daina? ¿Nos vamos?
- ¿Ahora? No, déjame ver al padre de mis hijos mujer, no puedo creer de verdad el ogro le sonríe y manosea, quien fuera ella. La odio.
-Yo igual, vamos flaca, estoy cansada, quiero darme un baño y dormir. De paso no quiero que la bruja nos vea y nos vaya a poner hacer otra cosa o pegar gritos porque estamos perturbando su espacio.
- Esa mujer en estos momentos le pasa un trol al lado y no se da cuenta. Está irreconocible, lo que hace un hombre, es que mira.
- No gracias, ya la vi cuando entró.- Lo último que quiero ver es como le meten mano al hombre de mis sueños, aunque bien que se deja el muy perro. ¿Bueno, pero que me pasa? Este hombre me tiene mal. En eso Daina se voltea.
-¿Estás bien?, pareces enojada.
- No, como crees, ¿por qué estaría enojada?. Solo agotada, la verdad no me agrada ver como ese trío aparentan que le importa los niños solo por dinero. Y esos hombres seguros vinieron a llamar la atención, o yo qué sé, todos los ricos son iguales.
- Tú y tu manera de pensar, que todos los millonarios son de mala sangre.
- Dime una sola persona que sea millonaria y haya ayudado a los demás sin sacar provecho.
- Bueno, ellos los del banco, están reconstruyendo las áreas y no están sacando provecho de eso.
- ¿Sabes que con esa donación se ahorran el p**o de impuesto? Y es bastante. Vez beneficios, una buena obra, eso sí, pero con beneficio propio.
- Bueno, como sea, están haciendo algo lindo con un hombre como ese, por mí que haga lo que quiera y si es conmigo, más.
- Si inventas, pero como veo tendrás que hacer fila porque la bruja ya puso sus garras en él, me imagino que como ellas hay muchas
La Dra. Geller no quitaba sus manos de él, un hombre como ese ni en mis sueños podría fijarse en mí, primero se fija en ese desparpajo de bruja. - ¿nos podemos ir o vas a seguir viendo la escena de la bruja y perro?, ¿Daina?.
-¿Por qué me gritas?, estoy a tu lado y aunque me quedaría toda la vida viendo a ese bombón, si prefiero irme.
Empezamos a caminar hacia las puertas de salida, me aferré como nunca para no voltear, aún sentía una mirada en mí, más de 48 horas sin dormir ya estaban haciendo estragos, de algo estaba segura, esos ojos jamás los iba a sacar de mi cabeza, no tenía que imaginar más unos ojos para el hombre de mi sueño porque esos son los ojos que quiero ver.
Cuando estábamos por salir del hospital suena mi celular y a los segundos suena el de Daina.
- No lo creo, por Dios, es un mensaje- dice Daina leyendo lo que decía en texto- Reunión en la sala de conferencia de pediatría con Dr. Odell, sin falta, ¿es en serio?. Es tu culpa por querer ver al niño, si hubiéramos salido de una vez estaríamos llegando a casa.- me dice esa última frase señalándome.
- Primero: no es mi culpa, no fui yo que se quedó pasmada como poste viendo a un hombre de cara bonita, ni pude ver al niño por culpa de esos personajes, ya van a hacer las cuatro de la tarde, están locos si creen que me voy a devolver.
- Pues te informo que te guste o no debemos volver, al parecer la reunión es con el jefe.
Dicho eso nos tocó devolvernos hacia él área, Daina me llevo casi arrastra menos mal y aún no habíamos salido del hospital porque si no me hubiera regresado.