Gabriel.¿No da las gracias?

4993 Words
Hoy amanecí pensando que iba a tener un mal día, debo admitir que hasta hace minutos así era, nada había salido como yo quería, había pisado uno de los peores sitios de la sociedad, había visto y escuchado cosas que no creía, estoy lidiando con dos sujetos insoportables. Una mujer que es hermosa, pero irritable, un niño indefenso, luchando por su vida y debo escuchar estupideces; el día no podría ir peor, de pronto ahí estaba ella, y no lo podía creer, mi día y mi ánimo cambio drásticamente. Estaba por irse, pero algo la hizo mirar, sus ojos marrones, sus labios igual de carnosos y rosados, rostro angelical, fresca como la recordaba, pero se veía ¿agotada?, como si no hubiera dormido en días; se me escapaba otra vez. La vi hablando con una de sus compañeras, la misma que estaba con ella cuando la vi por primera vez; los doctores me hablaban, pero mi atención solo podía estar al otro lado de la puerta; tenía que hacer algo, no podía dejar que se me fuera otra vez. -¿Gabriel?.- escuche a Sebastián llamarme y lo mire. -¿Qué sucede?. -La doctora Geller te hizo una pregunta. - Lo siento, ¿me repite la pregunta?. -Tranquilo, debe tener muchos pendientes- pasa sus manos sobre mi brazo- decía que es muy caritativo de su parte invertir en el hospital, ¿qué llevo a participar en este donativo?. - En realidad fue mi hermana quien presentó el proyecto, yo nada más me encargo de que se lleve a cabo - Cuando volteó no estaba, ¿qué voy a hacer? Tiene esa mala manía de desaparecerse, Gabriel piensa. Estaba con uniforme de médico en esta área y hablaba con ese tipo. Debe trabajar aquí, lo único que se me ocurrió fue... - Señor Ziegermman, vamos a seguir el recorrido para que vea como quedaron las consultas, algunas aún no están listas, pero son poco los detalles que faltan. - De hecho, quisiera conocer a los médicos del área, a todos, quiero ver la clase de persona que son y como se encargan de los niños. ¿Podríamos reunirlos ahora?. Fue lo único que se me ocurrió, tenía que arriesgarme, si trabaja en esta área debe estar en esa reunión; si no la buscare por cada piso y servicio, pero de aquí no me voy sin ella. - Por supuesto que podemos reunirlos, algunos no van a estar por sus áreas críticas, traslado o se han ido por la hora; pero podemos reunirnos con la mayoría. Selía indícales que nos esperen en la sala de conferencia del servicio- dijo el doctor O'Dell. - Claro, ya les avisé por el grupo del hospital, Sr. Ziegermman, los doctores que trabajan para nosotros son los mejores, los estamos preparando con mucho esmero, se lo aseguro. - No lo dudo doctora, ¿podemos avanzar?. -Claro- dice Fermín - la sala está en el piso uno.Va a estar contento con el equipo y no se va a arrepentir. Avanzamos, solo podía pensar que ella estuviera en ese grupo, si no algo tenía que inventar, está aquí, no la voy a dejar ir. Al llegar al salón había unos cuanto doctores, ninguna era mi cara de ángel. -¿Qué te pasa? Tienes una actitud extraña, ¿me quieres contar? No querías venir, llegamos y querías irte lo más rápido que se pudiera, ahora quieres conocer a los médicos que laboran aquí, ¿a qué se debe? - me pregunta Sebastián. - No me pasa nada, quiero ver en que manos estamos dejando una buena cantidad de dinero. - Claro y tú dijiste que te creí, te conozco si estamos aquí debe ser por algo y no es precisamente esa. Además, la doctora no te quita las manos de encima, te sale una noche movida, no la vas a desperdiciar. -No es precisamente la mujer que quiero meter en mi cama hoy. -Quiere decir que pusiste los ojos a otra mujer por ahí, ¿quién es? - Deja de decir bobadas hombre. Seguían entrando jóvenes y aún no la veía, ¿dónde estaba esa mujer?, ¿por qué siempre se escapa?. -¿Quién falta de ustedes? - Pregunta el doctor O'Dell al grupo de médicos. - Estamos todos doctor, solo faltan las que están de vacaciones, en emergencia, quirófano y dos que ya se les informó.- dijo una de las jóvenes que estaban sentadas frente nosotros. - Bueno, los reunimos porque como saben se están haciendo una serie de arreglos y donativos al hospital para las consultas críticas de pediatría y una de las personas encargada de ese evento quiere conocerlos. Sr. Ziegermman es unas de las personas más importantes de este país y a él le debemos todas las cosas nuevas que tenemos. - Dijo la doctora Geller. - Señor - haciendo un gesto para que le hablara al grupo, ya perdí las esperanzas, mi ángel no estaba entre ellos. -Buenas tardes, soy el señor Gabriel Ziegermman, pertenezco al grupo de la asociación del banco central Banks, para empezar quiero agradecer por estar aquí cuando pueden estar en sus casas o terminando sus labores, cuando empezamos apoyar esta obra pensamos que iba a ser algo diferente, pero viendo los avances y beneficios que ofrece nos hemos comprometido para esta buena causa. Ayudar a los seres que nacen diario, los pequeños que ingresan a este lugar buscando sus conocimientos, apoyo, dejar sus esperanzas en ustedes es muy valiente, trabajan con lo poco que tienen, lo hacen con amor, dedicación. Solo quiero que todo el esfuerzo que mi grupo está haciendo sea valorado, también quiero que todos y cada uno de ustedes ponga su empeño, su grano de arena en este trabajo que es en equipo, poder facilitar un poco sus esfuerzos, así sea con cosas materiales. Ustedes se enfrentan a algo muy importante, salvar vidas, curar a seres que apenas empiezan y otros que apenas están aprendiendo a vivir, enfrentar a sus padres y reacciones bajo las adversidades que se les presenten sin saber qué tipo de personas son, hacen con lo poco que tienen y eso es respetable. De parte de mi personal y familia queremos brindarle esta oportunidad de apoyarlos en su trabajo, por eso se están haciendo estas labores para ofrecerles buenas condiciones, solamente pido que sigan dando su dedicación hacia lo que hacen.- Una de las jóvenes levanta la mano. - Dígame doctora. - Buenas tardes, soy Letty Valera. Prosiguió dando gracias en el nombre de todo el grupo y su amor a lo que realizan en el hospital. Escuche la voz del señor Fermín, una vez más expresaba su confianza y apoyo a los doctores de pediatría, ese sujeto me caía mal, pero lo que decía de los muchachos era muy respetable, después habla la dra Geller reforzando lo que dice el señor Fermín, tocando mi brazo, me está empezando a irritar tanto toqueteo. Después escuchamos voces de dos jóvenes detrás de nosotros, si algo me molesta es que me interrumpan. Ya estaba bastante molesto de lidiar con esta gente, lo menos desagradable era hablar con este grupo, aunque las mujeres no dejaban de babear por mí, pero ya estaba acostumbrado a producir ese efecto en las mujeres. Así que respondí con sinceridad y una voz que no quedara duda que a Gabriel Ziegermman no se le interrumpe. - Por supuesto, estamos para escuchar lo que tengan que decir las señoritas, al parecer es importante si se atreven a interrumpir a menos que no les importe lo que se está diciendo. Al voltearme para ver a las insolentes que me interrumpen, ahí está ese rostro, el que buscaba, mi ángel perdido, después de pensar que había perdido el tiempo en esta reunión la tenía al frente, y le acababa de hablar de la manera más arrogante posible. Me miraba directamente a mí mientras su compañera decía algo a lo que no le preste atención, le hace un gesto para que ella hable. - Si eso mismo, estábamos diciendo como todo cambia en un minuto - dijo algo más, pero tan bajito que ni se entendió. -¿Cómo dijo doctora?- le pregunto el Señor Fermín, el tono que uso no fue agradable, no me gusto, era evidente que a ella tampoco le caía muy bien, pero supo defenderse. -¿Yo? Lo que dije, que el señor cambia todo en un minuto y se le agradece, como ve, no es algo tan importante para ser interrumpido.- se dirigía a mí con ese tono de sarcasmo. Se veía algo molesta e impaciente. - Para mí es un gusto poder cambiar en algo el hospital y colaborar con sus proyectos, doctora. Sí ella es sarcástica, yo también, subió sus cejas sin creer en nada de lo que he dicho. Me habla el doctor O'Dell preguntando si quiero conocer el resto de las obras, yo solo quiero tratarla a ella, pero ¿cómo me le acerco?, no podía decir que no para eso vine para supervisar las obras. -Claro, ¿qué doctora está de esa área?- pregunto. Sabía que era una mujer porque mi hermana no dejaba de hablar de ellas, me respondió un caballero, la doctora Geller me hace saber que a los doctores los rotaban, pregunte por las anteriores, dijeron varios nombres entre ellos Lucia señalando a mi sarcástica mujercita, así que tiene nombre Lucia. Escuché a Sebastián hablar, ella respondía con tanta espontaneidad como si se conocieran, ver como se acercaba a ella de forma tan sencilla era envidiable, ¿cómo mi cuñado, podía hablar con tanta naturalidad con la mujer que yo quería y yo no podía ni retenerle una mirada?, estaba molesto, furioso y celoso, me sacudí como pude de las personas que se me acercaron me acerqué ellos, que demonio podrían hablar tanto ese par. -¿Podríamos ir a ver el resto de las áreas Sebastián?, doctora. Si no interrumpimos me gustaría seguir con el recorrido o, ¿estás muy ocupado?. Sé que mi voz sonó fría, severa, molesta, esta mujer estaba provocando emociones que no sentía, luego escucho como Sebastián le tutea con tanta familiaridad mientras ella me ve como si me quisiera cortar la cabeza. De pronto escuchamos a la señorita Letty, la jefe de residente notificándole que tenía que irse a no sé qué traslado y no parecía estar muy a gusto con esa noticia. Ella le explicaba que tenía más de 72 horas sin dormir, lo cual explicaba su cara de cansada y tal vez su actitud, había otros compañeros que podían ir, Sebastián intervino, lo cual me irritó, ¿por qué la defendía o mejor aún porque yo no la defendía?. Y ese tono de mandar de verdad le exigía que saliera cuando se veía que estaba agotada, mientras que los demás no iban porque se iban, pero que le pasa, eso era injusto, no aguante más e intervine. No le hizo mucha gracia que me haya inmiscuido en sus cosas, al parecer no hay manera que quede bien con esta dama. La rabia se me están subiendo a la cabeza, entre su actitud y las cosas insólitas que decían estas doctoras, cuando le reclamo a la jefa de residente, me responde tartamudeando, era evidente que la puse nerviosa, pero lo que dijo era absurdo y mi morena ya le estaba respondiendo como una fiera, tenía carácter la condenada. -Ya escucho a la doctora. Fue lo único que pude decir hasta que escuche la voz de la doctora Geller, preguntando qué pasaba y se lo dije, y se atrevió acusar a Lucia antes de que le explicara con más detalles lo sucedido, lo que es peor le estaba dando la razón a la otra en vez de Lucia, que desconsiderada, ¿qué clase de jefes son estos?. Le reclamo a Geller sobre el altercado, y no sabía como defenderse, es evidente que en éste hospital todo es un caos, ella me responde nerviosa, aunque me confirmó con que haya indicado que mandaran a otro médico. Lucia, hablo dándonos las gracias por defenderla, se despidió y salió. De verdad eso era todo, la defiendo, hago que la acosadora envié a otro médico y ella lo único que dices es gracias y adiós; ni siquiera dejo que hablara. ¿Quién se cree?, así que salí y la llame - ¿Lucia?. -Sí, dígame.- se escucha hermosos su nombre de mi boca, tiene una voz tan dulce, pero con un tono de que no le agradaba nada que la llamara. - Veo que está algo apresurada por irse, que ni agradece lo que acabo de hacer por usted. -¿Lo que hizo por mí?, yo me estaba defendiendo sola, además lo que hizo me va a costar, pero igualmente recuerdo haberle dado las gracias. - Eso no es dar gracias, ni siquiera me miro cuando se fue -A ver si le entiendo, ¿salió a decirme que porque no le mire cuando le estaba dando las gracias era mal educada?. - bien, cuando ella lo dice de ese modo no tenía sentido. - Lo que quiero decir es que por lo menos algo de amabilidad de su parte no estaría mal. No estaba haciendo coherente, pero esta mujer me estaba sacando de mi confort, no era como las demás, no tenía que esforzarme con ellas, más bien tenía que inventar excusas para salir y escaparme mientras que está señorita, era lo contrario, parecía querer escabullirse lo más rápido. -¿Gabriel, está todo bien? - escuché decir a Geller, además es impertinente -¿pasa algo Lucia? ¿Otra queja? - Pero quien se cree para hablarle así. - No, doctora, ninguna queja le decía al señor mirándole a los ojos que muchas gracias por su intervención en mi conversación con la doctora Letty y usted.- Sarcástica me salió la mujer. - ¿Gabriel, podemos seguir a las demás instalaciones? Nos están esperando. - cuando volteo ya no estaba, se había ido. - La verdad ya se me hizo tarde, debo irme, para otra ocasión será. - Bueno, cualquier cosa puedes llamarme, para lo que tú quieras. - Medio un papel con sus datos, era increíble, tenía esta mujer al frente gritándome prácticamente que la hiciera mía, las otras rogaban por un poco de atención y la que yo quería, me acaba de ignorar e irse. Que frustrante. - Si claro, yo te llamo.- Se acerca Sebastián - ¿Listos? Podemos. - Irnos… Ya se nos hizo tarde. - Sebastián quedo un poco desorientado, pero nos conocemos bien y sabía lo que tenía que decir. - Era exactamente lo que te iba a decir, en otra ocasión podemos terminar el recorrido. Así nos despedimos de todo el grupo, seguidos de los doctores O'Dell, Fermín y Geller, que nos acompañaron hasta la puerta del hospital, no encontraba el momento de salir de ahí. Lo único bueno es que la encontré, ahora sabia dónde buscarla y tenía nombre, un lindo y bello nombre Lucia. -*- Estando en el carro, no pude evitar el interrogatorio de Sebastián. - Explícame que te sucedió allá dentro y no me salgas con “nada” porque no te voy a creer. - Nada, esos tipos ya me tenían estresado, malhumorado, no se dan cuenta de que no nos pueden engañar, ese tal Fermín, me cayó muy mal, se ve que es de esos que aprovecha las oportunidades sin importarle nada. - Menos la doctora Geller, esa sí que no te quitaba la mirada, ni las manos de encima, vi que te dio un papel, me imagino que con sus datos. - Era un poco irritable y molesto tener sus manos encima a cada instante, imprudente, se ve que son un poco insufrible con sus médicos a cargo. - Eso sí, lo que pensaban hacer con Lucia era injusto. - Sí, pero tú la defendiste bien, se veían buenos amigos, ¿la conoces de algún lado? - no podía dejar de preguntar, aún me irritaba ese hecho. -¿Por que me hablas en ese tono?. -¿Que tono?. -¿Ese de queja o algo?, la conozco de referencia por Sabrina, me hablo muy bien de ella. - ¿Que te dijo? -quien iba a decir que mi hermana conocía a la mujer que ando buscando. - Que es una buena doctora, dedicada a los niños, inteligente, etc ¿por qué tanto interés?, no creas que no me di cuenta como la defendiste y saliste detrás de ella. Además, aún no me has dicho cuál fue la razón de tu cambio. - No tengo ningún interés, solo curiosidad, la defendí igual que tú, aunque la muy antipática sabe defenderse bien y fui detrás de ella porque no dio las gracias y no hubo ningún cambio, solo que todo lo que habíamos visto no era agradable. - ¿Lo dices por los espacios vistos o por el niño?, también me di cuenta como lo miraste, no te había visto tan sensible con nadie que no sea mis hijos. - Lo de los espacios fue el inicio, estamos haciendo esto para los niños, y en todo lo que vi fue a médicos que nada tiene que ver con pediatría aprovechándose de eso. Cirujanos, obstetras, enfermeras, especialista, todo menos pediatría, yo no voy a tolerar que lo que estamos invirtiendo sea aprovechado por otras personas que no sean las indicadas. Tenemos que garantizar, en cuanto a lo del niño, en ese hospital no tiene las condiciones para que mejore y sus padres no tiene lo suficiente para llevarlo a un lugar mejor. -Eso lo viven a diario muchas personas, razón de porque Sabrina quiso ayudar en algo a esta comunidad. - Es un barrio muy peligroso, ese niño puede ser hijo de una niña de 15 año y soltera o de un padre delincuente e irresponsable, la vida es muy injusta y dura para algunos mientras que otro lo tienen todo y se quejan. - Que te puedo decir Gabo, así es el mundo, unos son a afortunados, otros no tanto. - Quiero ayudarlo, así que vamos a extendernos, quiero que reconstruyamos ese espacio, que sea más amplio, con más luz y este equipado. Y si me vuelves a llamar Gabo te golpeo. - odiaba que me dijeran así desde niño y todo el mundo lo sabía. - Si es un apodo de lo más común. -Sabes que lo odio. - en eso suena mi celular, para culminar aparece quien faltaba. - Hola, Lucrecia - Sebastián hace su respectivo ceño de desagrado - ¿cómo has estado?. - Hola, pensando en ti, no me has llamado así que pensé que tal vez podría ver como estabas y vernos un rato. - Si mal no recuerdo la última vez que nos vimos, me dijiste que reflexionara ciertas ideas cuando me decidiera te llamara, como no lo hecho no te he llamado. - Mujeres quien las entiende. - Sí, pero no tenías que ser tan esquivo, podrías llamarme para ver como estoy o divertirnos como siempre.- las mujeres son locas. - Digamos que no quise complicar más la situación, además fuiste muy clara en lo que quieres. - Sigo pensándolo, pero quiero verte y estar contigo, porque no nos vemos un rato en el lugar de siempre. - Ahora estoy ocupado Lucrecia, estoy saliendo de una reunión, voy camino a la empresa a resolver unos asuntos. - Y no tengo ánimos de tratar con una mujer. - Cuando termines, me avisas y puedo ayudar a quitarte ese estrés. - Tentadora propuesta, esta mujer sabia donde pegar al blanco, pero esta vez no iba a ceder, tenía algo más importante en mente. -Lo siento, será en otro momento, estoy muy ocupado hoy y no quiero hacerte esperar, me tengo que ir, nos vemos. - Colgué el teléfono, ni quería lidiar con Lucrecia. - Ni voy a preguntar para qué llamo por qué me lo imagino, esa caprichosa algo se trae, no me creo el cuento de que se quede tranquila después de que la rechazaste formalmente. - Solo quiere verme porque me extraña y no la culpo, soy inolvidable. - Engreído – reímos. - Lucrecia no está tramando nada, ella quiere darme el tiempo que necesito para decidir si tengo algo serio con ella, eso es todo. - ¿Y tú de verdad crees eso?, ¿hablamos de la misma Lucrecia que yo conozco?. - Nunca nos vamos a entender cuando se trata de Lucrecia. - ¿Petter, tú crees que exageró?, esa mujer es una bruja. - Yo solamente sé que consigue lo que quiere - le responde. - ¿Vez?, nada más andante con cuidado. Seguimos camino a la oficina sin hacer ningún otro comentario, no paraba de pensar en Lucia, aún no puedo creer que me dejara con la palabra en la boca o peor que me ignorara, toda mujer quisiera un poco de mi atención y esta la ignora. ¿Pero qué le pasaba? - ¿Señor desea algo más?.- mi querida Gloria siempre pendiente de mí, era mi nana desde que cumplí los ocho decidió venir conmigo cuando me mude, siempre me tenía la casa limpia y la comida al llegar. Después de Sebastián era la única que podía interpretar mi genio. - No, Gloria, así está bien, gracias, mejor ve a descansar. - ¿Seguro?, desde que llego de la oficina se encerró en su despacho y ahora apenas aprobado bocado, si no supiera que es su comida favorita juraria que no le gusta. - Como se te ocurre, la comida, esta divina Gloria, es que no tengo apetito, eso es todo. - Ay niño, conozco cuando un hombre tiene esa actitud y significa una cosa, Mujer. - me conoce bien - puedo decir que si es capaz de quitarle el apetito algo interesante ha de tener. - Ve a descansar que se hace tarde, de nuevo gracias, la comida estaba deliciosa.- me encerré en mi despacho a revisar unos papeles de negocios y otras cosas, necesitaba ocupar mi mente y dejar de pensar. Habían pasado horas y cualquier cosa me llevaba al mismo lugar, Hospital Melithes kerls, la zona, sus calles, peligros, ese niño tan inocente de la vida, Lucia, mi antipática Lucia. De pronto me vi preguntándome ¿cómo se iría?, ¿si tiene carro?, donde viviría?, ¿con quién?, ¿si no le da miedo pisar ese sitio?, ¿si uno de esos padres o paciente le hace algo? Tantas cosas que nunca en mi vida me he preguntado por una mujer, muchos menos siendo una extraña. Tenía que cambiar mis ideas y solo había un modo, así que levante el teléfono y llamo. - Dra. Geller.- responde. - Hola es Gabriel - no hay nada que unas buenas copas, sexo y compañía no logre distraer. Unas horas después estaba tocando la puerta de Lucrecia, ella era la única que podía quitarme esta sensación, la única que podía sacarla de mi cabeza, ya que es evidente que otra no pudo hacerlo, al fin de cuenta Lucrecia conocía mis mañas y gusto. - Debo admitir que cuando me llamaste me sorprendí, más por la hora.- dijo con un tono sarcástico y de soberbia al abrir la puerta. No estaba de ánimos para tonterías. -Si quieres que me vaya nada más dilo, no estoy para escena Lucrecia.- entre bruscamente a su casa me sabía el camino perfectamente, me dirige al bar a servirle una copa. - Vaya, pero que genio, ¿qué te tiene de tan mal humor o mejor a que se debe tenerte a estas horas en mi humilde hogar?.- no estaba para impertinencia y no las iba a tolerar. - No vine hablar Lucrecia, si quisiera eso no estaría aquí, así que o te quitas la ropa y hacemos lo que mejor nos gusta o busco otra que lo haga. - ¡Oye!, no puedes ignorarme en semanas, colgarme el teléfono y luego venir aquí para acostarte conmigo, no soy un objeto Gabriel. - Bien, ya veo que vine al lugar equivocado, me voy.- la conocía bien, sabía que no me iba a dejar ir, si a mí me gustaba el sexo a ella, el doble, nos gusta estar junto, somos lujuria pura, no va a perder esta oportunidad, lo sé, Lucrecia era como todas, solo presionar y listo ahí estaba a mis pies. Cuando estaba por salir, ahí estaban esas palabras. - Tan poco lo tomes a la ligera, obvio que viniste al sitio correcto, solamente que podrías ser un poco más dócil, ¿no?, la patanería no es algo propio de ti. - Quítate la ropa, has lo que mejor sabes y me gusta que hagas, no me hagas perder tiempo - así lo hizo, se empezó a desvestir, tampoco era mucho lo que debía quitarse, basto un minuto para estar duro como una piedra, se acercó a mí, puso sus manos sobre mi erección y empezó a moverla de arriba abajo con tanta precisión que iba a hacerme llegar en instante. - O si así me gusta, sí... -¿Qué diablos Gabriel?, ¿cómo te atreves a venir aquí así?- bueno y a esta que mosca le pico ahora. -¿Qué demonios, te volviste loca? ¿Por qué te detienes así? - Tienes pintalabios en tu blusa, olor a perfume de mujer, por Dios, acabas de estar con otra y te atreves a venir aquí a exigir, eres un desgraciado, estúpido, inconsciente, mujeriego, no lo puedo creer. -¡Ay ya! Lucrecia, deja el drama ni que fuera la primera vez, además no te hagas la puritana conmigo que no te queda, ¿cuántas veces no has pasado de una cama a la mía en cuestión de horas?, no hagas ese gesto de sorprendida y ofendida, que si yo no digo nada no es porque no me diera cuenta es porque es tu vida y no me importa mientras que a mí me satisfagas, así que déjate de estupideces y dame por lo que vine o me largo. - No puedo creer tu falta de tacto y tu prepotencia, ¿qué te pasa hoy, tú no eres así?. - tal vez si me estaba pasando de la raya, pero solo quiero algo tan difícil es. -Bueno, ya, lo siento, he tenido un mal día, ¿a ver acaso no eres tú la que dice que no hay ninguna mujer que me haga sentir como tú?, pues bien, aquí estoy. Ahora si estás tan "ofendida" me puedo ir, sabes que mujeres es lo que me sobra, ya habrá una que me dé lo que necesito. - nada mejor que picar su ego, es lo bueno de ser iguales. - ¿Ninguna me entiendes?, ninguna te lo hace como yo, soy la mejor, te conozco, sé lo que te gusta y te lo voy a demostrar, pero que sea la última vez que llegas así a mi casa la próxima, por lo menos ten la delicadeza de bañarte. Se abalanzó, hacía a mí, en cuestión de segundo, sus manos pasaron por mi cuerpo hasta que volvieron a donde estaban, sus labios en todo mi pecho, mis manos estrujando esos senos, mientras los lamía, bajo hasta estar arrodillada ante mí, solo basto que su boca suplantará sus manos y dejarme llevar. Eso era lo que quería, eso era lo que necesitaba - Dios, sí, sigue - más profundo, lame, muerde, estaba perdido en esas emociones - más bella - sentí como mi cuerpo se empezaba a tensar, iba a explotar, -O... ¡un poco más- le agarré por el cabello, hice presión y fue todo me vine como no creí poder hacerlo - ¡Lucia! Dios... sí. - ¿Lucia? - diablos lo dije en voz alta, la miré parecía desconcertada, dolida - ¿Me acabas de llamar Lucia?, ahora si te pasaste Gabriel, puedo tolerar que te presentes aquí con perfume de mujer, con manchas de labial, pero que me llames por otro nombre, que pienses en otra eso no te lo tolero. Entre todas las cosas que me han sucedido es la primera vez que llamo una mujer por otro nombre y dos veces en una noche no puedo creerlo, por lo menos antes no dije su nombre y ahora lo dije y ni cuenta me he dado. -¿Cómo puedes Gabriel?, nunca me has llamado por mi nombre, es más, nunca has dicho nada que no sea, "si así, más, ponte así, vamos, sube aquí, agáchate, agárrate...", pero nunca nada tierno y mucho menos mi nombre ahora dices uno ¡y no es el mío!. ¿Quién es ella?, ¿es con la que estabas antes de venir?, ¡contéstame!. - ¡Ya tranquilízate!- estaba hecha una histérica. - No fue mi intensión, me dejé llevar, eso es todo y no es nadie - no me gusta dar explicaciones, las odio, pero esta vez tenía que hacerla aunque no fueran nada sinceras - Estado bajo mucho estrés, no sé qué me paso ¿de acuerdo?, ven acá - me acerque a ella y la tome del brazo. - ¡No me toques!, no te atrevas.- Lo bueno de conocernos es que sé exactamente como remediar esto, falto unos minutos y ya la tenía viniéndose en mis manos, gritando mi nombre, luego en mi boca y después entre sus piernas. Así estuvimos horas, usamos la sala, la cocina, el comedor, el baño, la cama, no hubo lugar de su casa que no lo hiciéramos, cuando ya quedamos exhausto, Lucrecia se quedó dormida. Debo ser sincero, en cada una de esas veces era Lucia quien tenía en mi cabeza, era ella quien me arañaba, me besaba, me nombraba, era ella quien me hacía venirme con su boca, sus manos, su todo. Que me sucedía eso nunca me había pasado, pensar en una mujer mientras estaba con otra e imaginarme que era ella y dos veces en la misma noche, algo no estaba bien conmigo.
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