Debo admitir, es la peor noche que he tenido, como me sucede esto a mí, es ilógico, es la única mujer que me enloquece de esta manera, tengo que quitarme estas ganas, eso debe ser, una vez metida en mi cama, ya saciada las ganas vuelvo a la normalidad. -¿En qué piensas Gabriel? - me pregunta Lucrecia, adormilada - parece que tu cabeza estuviera en otro lado. - Nada, no pienso en nada, sigue durmiendo, yo me tengo que ir. - Tan temprano otra vez, no me digas que debes trabajar, es sábado, quédate un rato más. - Tengo planes para hoy te llamo después. -¡Oye!, debo admitir que te redimiste después del pequeño inconveniente, jamás habías estado tan fogoso, apasionado y sin palabras. - Me alegra que estés satisfecha, y aun así quieres que me quede. - Solo quiero que duermas, hicimos much