SAMUEL
Despierto con los ojos resecos e hinchados. Han pasado dos días desde que el grifo dentro de mí se abrió y mis emociones fueron liberadas. Puedo decir que todas las lágrimas retenidas en estos años decidieron escapar por fin.
Los demonios de mi mente no dejan de torturarme y eso me tiene completamente jodido y cabreado.
En algún momento de mi vida este punto debía llegar y creo que es tiempo de enfrentar a esos demonios y ponerles un freno, para sanar y continuar con mi vida.
Con la poca fuerza que tengo, me preparo un café y me lavo la cara. Rebusco en mi mesita de noche aquel papel amarillento que conservo como mi mayor tesoro, lo coloco en el bolsillo de mi abrigo y salgo de casa en dirección a la consulta de mi psicóloga.
Me subo al automóvil y en un abrir y cerrar de oj
