Fue entonces cuando el Duque, con una copa de brandy en la mano, se dirigió a la parte posterior del Vagón y se sentó junto a Isolda. —¿Hay algo que pueda hacer por usted? —le dijo a Lady Beryl—. Me he dado cuenta de que no ha disfrutado del Almuerzo tanto como mi Madre hubiera deseado. Lady Beryl lo miró de una manera que a Isolda le pareció hostil, y su respuesta confirmó esta impresión: —No, gracias, lo único que deseo es que me dejen sola. Mientras hablaba, se incorporó y fue a instalarse en un asiento al otro lado del Vagón. Se apoyó en la ventanilla y cerró los ojos como si tuviera intención de dormir. El Duque se volvió hacia Isolda y, aprovechando que se encontraban un poco separados del resto del grupo, le preguntó: —Dígame, ¿por qué viste de n***o? ¿Está usted de luto? Iso