Capitulo Siete

1006 Words
Adrien llega - por primera vez en lo que va de su adolescencia- temprano a casa, se siente exhausto por el entrenamiento y por la mañana debe tener listo su uniforme ya que tendrán una especie de excursión al Bosque de las Sombras; uno de ellos tres que rodean al gran y prestigioso instituto y en el que de seguro puede encontrar a su compañero de batallas. Rendido y con un gran dolor de cabeza, cargando su espada y su mochila escolar camina rumbo a las escaleras. -Cariño, que bueno que llegas, tengo algo que decirte- Lilianne intenta hablar con su hijo. -Ahora no madre, estoy cansado- sube las escaleras apresurado. En el camino - precisamente a mitad de las largas escaleras- escucha como su hermana y su madre cuchichean algo que apenas logra escuchar, lo único que llega a sus oídos es el nombre Marianne; frunce el ceño y entra en su habitación dando un portazo a la puerta.  Se quita poco a poco la camiseta y el pantalón, abre la ducha dispuesto a relajarse unos minutos antes de meterse a la cama pero ese nombre femenino sigue rondando en su cabeza. Si mal no recuerda, Marianne era la hija de antiguos empleados de sus padres y su mejor amiga en la niñez; suspira, hace mucho que no la ve, diez años prácticamente y con sinceridad no necesita verla. No quiere.  Anette Minoujin se pasea por su mansión con una taza de chocolate en una mano y un almohadón en la otra, no puede dormir cuando sus padres salen y la dejan sola, la casa es enorme y siente que no está sola en realidad. La ama de llaves ya duerme, al igual que el resto del personal por lo que vagar por los pasillos y habitaciones le resulta meramente entretenido. Cansada ya, toma su móvil y envía algunos mensajes a sus amigas, tal vez puedan ir a quedarse con ella pero las respuestas no son nada positivas debido a las altas horas de la noche. -Podrían haberme dado un hermano al menos- susurra molesta. El patio trasero está levemente iluminado, las pequeñas farolas amarillas le dan un toque mágico a todas y cada una de las bonitas rosas y flores que hay en el jardín de su madre; ahora más que nunca agradece que su padre haya insistido en hacer colocar una amaca pues resulta de lo más cómodo y embriagante - debido al aroma que emanan las plantas- sentarse a esas horas, suspira lentamente dejando escapar el aire por su boca y provocando que algunas hojas secas bailoteen a su alrededor. Mueve los dedos con sutileza haciéndolas girar una con otra, en una bonita danza que se eleva en el cielo dónde la luz de la luna es la única que las ilumina hasta perderse en lo alto, entre las nubes.  Cuando está quedándose dormida su móvil suena de manera abrumadora provocando que caiga de la amaca y se dé un buen golpe. -¿Quién?- pregunta al tomar la llamada. -Hola Anette- responden a cambio. -¿Qué quieres Thomas?- su humor se vuelve de perros cuando está cerca del chico. -Tenemos que hablar de algo, mejor dicho de alguien. - suspira -Veras... La mañana del martes llega pronto, por lo menos así lo siente Adrien que no logra salir de la cama desde hace unos veinte minutos; decidido -y cansado de los gritos de su hermana- pone los pies fuera de la misma y se despereza enfocando su vista en le uniforme. Sonríe. Hoy harán una de las excursiones más importantes para él, y dónde su verdadero ser sale a relucir. El heredero Moneth siente que debe reprimir su naturaleza cuando se encuentra entre las paredes del instituto pero al salir de él y permitirsele usar su magia, es otra historia. Para cuando la bocina del auto de Ed se hace escuchar el joven ya está cruzando el pasillo que separa su habitación de la de Melissa. -¡Adrien! ¡Espera! ¡Tengo algo que decirte!- se ve particularmente feliz. -¡Llego tarde!- miente, no le interesa nada que venga de su hermana mayor. En el impulso de querer huir de ella, trastabilla al descender en los primeros escalones y por si eso no era poco termina chocando y posteriormente cayendo por las escaleras con una chica - él asume que es una criada- y se estrella en el suelo, o por lo menos Adrien ya que la joven lo ha usado de amortiguador. -¡Demonios!- masculla. -¡Adrien! Lo lamento tanto, no te ví allí... Lo siento- la muchacha ayuda a incorporarlo. -¡Adrien! ¡Marianne! ¿Qué sucedió?- pregunta Lilianne llegando hasta ellos. -Primer día y la pequeña Marianne ya causa estragos en mi hijo- se burla Harry. Adrien una vez en pie observa a sus padres confundido, Melissa sonríe demasiado y eso sólo le confirma que la chica frente a él es... Marianne. No puede ser, no es ni siquiera una sombra de lo que era de niña, la recordaba con el cabello corto y algo ondeado más ahora lo lleva largo hasta sus... Caderas. No puede evitar darle una mirada de evaluación y Melissa lo nota dándole un golpe en la espalda. -¿Qué haces aquí? ¿Cuando llegaste? - pregunta algo confundido. -Anoche quisimos hablar contigo- dice Harry. -Pero eres tan dulce que nos dejaste hablando solas- añade Melissa. -Ya veo... - logra decir observando por la ventana. -Muy bien, vayan al instituto, hoy es la excursión y no pueden perderla. Especialmente tú Adrien.- Lilianne observa a su hijo- Y antes de que te quejes, si, ella irá contigo ya que hemos hecho todo los necesario para que pudiera ingresar. Con un ademán molesto y paso apresurado el chico se encamina a la entrada donde Edward espera impaciente. Melissa despide a la chica y con pulgares en alto la apremia para que se apresure, al salir lo primero que hace es encontrarse con su viejo amigo que la observa con una ceja elevada y una sonrisa de suma felicidad. Sin decir palabras ambos se abrazan y ríen, no hace falta más para reconocerse ni para expresar lo mucho que se han extrañado ya que solían ser un grupo unido y que con el tiempo y sus propias decisiones se fué distanciando.
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