Rey de reyes

Capitulo Ocho

Todo el camino de ida al instituto fue pura charla entre Marianne y Edward, ambos hablaron como si el tiempo no hubiera transcurrido nunca, como si no se hubiesen separados jamás, como si siguieran siendo aquellos tiernos niños que se maravillaban con todo lo que veían a su alrededor.

Apenas pusieron un pie fuera del vehículo Anette se abalanzó sobre la jovencita y a lágrima tendida le dió la bienvenida, Ed y Adrien intercambiaron miradas de confusión, ¿Cómo sabía Annette sobre la llegada de su amiga? 

El silbato de salida al viaje sonó estrepitosamente, los maestros hicieron que los alumnos formaran grupos para poder dar inicio y comenzar con la tan ansiada - y esperada - travesía.

-Llegas en el momento adecuado- Anette sonríe -Hoy iremos al Bosque de las Sombras.

-¡Vaya! Entonces me alegra haber llegado ayer - ríe Marianne.

El Bosque de Sombras, junto a los otros dos -Bosque Sagrado y Bosque Corazón-, era uno de los más grandes del reino de Hevolear y cuenta con un sin fin de criaturas mágicas y especies herbáceas letales únicas en el mundo, por ello el instituto hace ese recorrido a principios de cada año. Todo guerrero mágico - sea elemental o no- posee un compañero de batallas, una criatura que le será fiel hasta el fin de sus tiempos, depende de cada persona encontrarla y de cada criatura si acepta a su nuevo amo. 

En el primer grupo se encontraban Thomas, Julianne, Lucas, Janneth y Lily, el segundo era constituido por Felipe Boite, Mathew Deverau y Julián Cameron; éstos eran sin dudas los únicos que no pertenecían a ningún bando, no estaban a favor ni de Adrien ni de Thomas, eran neutrales y algunas veces incluso indiferentes a la situación. 

Julián y Mathew eran primos lejanos, demasiado para ellos pues sus vínculos sanguíneos casi no existían ya por lo que se trataban como simples amigos. Matt era el mayor de tres hermanos, pero él era hijo extramatrimonial del Parlamentista Lord Deverau y tenía varios problemas con su padre debido a eso; por su parte Julián era el único hombre de su familia ya que poseía seis hermanas mayores - las cuales lograban sacarlo de quicio más de veinte veces al día- y su madre. 

Felipe era el único hijo del director del instituto, no poseía magia - como muchos de los que vivían en el reino- pero se destacaba en la esgrima y arquería por lo que era uno de los mejores guerreros Kramus.

-Muy bien, Kramus hacia la derecha y Kaios a la izquierda- ordenó el maestro de esgrima.

-¿Qué es un Kaios?- dijo Marianne confundida.

-Los Kaios son guerreros que poseen magia, ya sea de elementos o de cualquier otro tipo.- Adrien dijo con evidente molestia por su ignorancia.- Los Kramus, por el contrario, no poseen ningún tipo de habilidad mágica pero son excelentes guerreros.

-Pero, yo no tengo magia y tampoco soy guerrera- dijo en susurro la rubia.

-Oh... Qué problema- dijo Edward sorprendido.

-¿Acaso has vivido en una jaula?- Adrien se mofa- Todos en Hevolear pertenecen a una de esas dos facciones, no puedes ser tan inútil.

Las palabras del chico salieron, toscas y crudas, sin siquiera inmutarse por la reacción que había causado a la chica se volteó dispuesto a reunirse con los de su sección. Ed y Anette le sonrieron a su amiga, después de que el maestro pidiera a Marianne quedarse junto a él se marcharon con los demás.

Era cierto que todos los ciudadanos poseían algo que los unia a una de las dos facciones pero ella no tenía Gales conocimientos, había vivido casi toda su vida en el campo, lejos de todo y de todos; suspiro. También encontraba extraño el comportamiento del menor de los Moneth, ¿Por qué la trataba así? ¿Había algo malo con ella? Edward y Anette también habían cambiado mucho desde la última vez que los vió - a los ocho años -, el rubio era menos dulce pero seguía siendo amable y considerado mientras que su peliroja amiga hacia cambiado su actitud desinteresada y a veces un tanto egocéntrica que solía tener en la niñez.

-Muy bien, habrá dos maestros por sección. - habló el principal- Tengan cuidado y buena suerte a todos.

-Señor Piers, ¿Qué haré yo?- pregunto Marianne.

-Por el momento quedate conmigo, no puedo dejarte buscar compañero de batalla si no perteneces a un grupo, no eres guerrera de ningún tipo ni tienes habilidad alguna- explicó- debo hablar con tus tutores primero.

Janneth y Lily se comparecieron de la recién llegada, no había nada más aterrador para los ciudadanos de Hevolear que no pertenecer a alguna sección, pues no tenías futuro allí ni siquiera una vida; Los Kramus y Kaios eran solo los Guerreros, luego habían tres secciones más que pertecian a la categoría de Centinelas Espirituales cuyos dones se desarrollaban a medida que comenzaban el entrenamiento y uno que otro, lograba destacar en ese rubro.

-¿Marianne?- una voz la hizo voltearse.

-¡Thomas!- grito la joven corriendo hacia él.

El muchacho la tomó por la cintura elevándola en el aire, un cálido abrazo llegó cargado de emociones por parte de ambos.

-Al fin llegaste- el joven la deposita en el suelo. -¿Qué tal todo?

-Pues bien, aunque... - desvío la mirada a Adrien.

-No te preocupes, es así con todos. - suspira.

-No entiendo, éramos amigos cuando niños, ¿Qué ocurrió?- dice confundida.

-Las cosas cambian Marianne, las personas crecen y los amigos traicionan - dijo Anette acercándose.

-Sin mencionar que te apuñalan por la espalda una y otra vez- añade Adrien con desdén desde donde está.

-¿Sabías que Marianne vendría?- Ed habla tranquilo.

-Si, estuvimos en contacto estos años- sonríe.

Antes de que alguien más pueda decir palabra alguna un sonido aterrador se hace escuchar, no están ni a mitad del primer camino que lleva al claro del bosque y ya se escuchan gruñidos amenazantes; todos voltean, buscando la fuente de la amenaza, claramente los animales han detectado sus aromas y ahora de seguro curiosean a su alrededor; en guardia y listos para todos se reagrupan nuevamente cuando la maleza comienza moverse, dejando ver las fauces más filosas y los ojos más agresivos que pueden haber.