Fernanda pensó por un momento que no era del todo malo que la viera en ese arreglo. Lo pensó mejor cuando recordó que su papel de billonaria era lo que la mantenía en la alta sociedad. Por lo que no pudo salir. Tuvo que agacharse por completo y esconderse debajo de su escritorio en posición fetal. Tenia que pretender que no había nadie en la oficina ¿Dónde demonios se habían metido Angelica y Paulina? ¿Por qué no habían llegado todavía a la oficina? — ¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —preguntó Salma a la oficina “vacía”. Fernanda contuvo la respiración por un momento. Tenía que dejar pasar el “peligro” aparente de ser descubierta. Salma era una persona “clave”, pues la chica sabía que la rubia tenía contactos que la podían ayudar con sus propósitos en los negocios. Estaba ante una persona imp