Fernanda con un temblor en la garganta, tuvo que hincar a Yan en el pasto mientras forcejeaban por quitarle la máscara. La gente que comenzaba a pasar a su lado estaba presenciando una “pelea” “entre una mujer salvaje y un acosador con máscara de luchador”. — ¡Tú puedes! —le gritaban a Fernanda. — ¡Dale su merecido! —volvían a gritarle animándola a aniquilar a su “agresor”. Fernanda estaba hecha una maraña de nervios en las manos que le temblaban cada vez más. Yan cada vez estaba más sofocado y ella no lograba aflojar el cordón. El sudor hacía que sus intentos fueran más en vano. — No es por apurarte pero me … estoy casi … desmayando —logró decir Yan. — No, no te vayas a desmayar. Comenzó a darle de zapes, en su desesperación, para que la máscara se fuera a golpes del rostro d