CAPÍTULO DOCE

976 Words
TOM   No puedo creer que ese imbécil esté aquí, ahora sé a quién le estaba escribiendo Zara hace un rato, no entiendo para qué le pidió que viniera, esta es una celebración de amigos y él no es amigo de nadie aquí a excepción de Zara.   Lo peor no es que haya venido, sino que ahora está mirando a Zara como si fuera el manjar más delicioso sobre la faz de la tierra y no pudiera esperar para devorarla, y ella ni siquiera parece notarlo por lo ebria que está, y si lo nota, entonces pareciera no importarle en absoluto y eso hace que mi rabia aumente.   “Me gusta este vestido,” el imbécil le dice y ella se mira el vestido con el ceño fruncido como si fuera la primera vez que lo viera en su vida.   “Se me ve bonito, ¿verdad?” Zara le pregunta y él asiente antes de contestarle:   “Se vería más bonito en el suelo de mi habitación,” con una asquerosa voz que quiere hacer pasar por seductora, y yo me quiero lanzar sobre él y quitarle esa sonrisa estúpida de la cara, pero Zara me saca de mis pensamientos asesinos cuando se empieza a reír como una colegiala.   “Dominic, ¡Basta! Estamos en frente de otras personas,” ella le dice juguetonamente y yo siento náuseas.   “Entonces vámonos ya, te llevo a mi casa,” él le dice mientras la toma del brazo, pero esto es demasiado para mí y me pongo de pie de un salto, hasta quedar parado junto a Zara y la tomo del otro brazo.   “Ella no va a ir a ninguna parte,” le digo en el tono más amenazador del que soy capaz, pero él sólo me enarca una ceja y me pregunta en tono burlón:   “¿Y cómo por qué no?”   “Porque está muy ebria y no pienso dejar que te la lleves a tu casa mientras ella está en ese estado,” le digo con mis dientes apretados.   “¿A qué te refieres con eso de que no me vas a “dejar” llevarla a mi casa?” él me inquiere.   “Pues a eso justamente, no voy a permitir que te la lleves a tu casa y que abuses de ella,” exclamo con rabia y su expresión deja de ser burlona para convertirse en una amenazante.   “¿Disculpa? ¿Por qué carajos me estás acusando de querer abusarla sólo por llevarla a mi casa? Ella es mi novia, no es como si fuera la primera vez que va” él me inquiere dando un paso hacia mí.   “Porque ella está muy ebria para poder dar su consentimiento, eso es abuso, tú mejor que nadie debería saberlo, ¿no se supone que eres el abogado aquí?” le espeto dando un paso hacia él y veo que Zara, a pesar de su embriaguez, se empieza a poner nerviosa.   “¿Y a ti quién te dijo que la llevo a mi casa para poder follarla?” él me pregunta y yo me quedo en silencio por un momento, pues en realidad nunca lo ha dicho, pero es algo que se asume.   “¿Por qué otra razón un hombre lleva a su novia ebria a su casa?” le respondo y él vuelve a su tono burlón.     “Pues no sé qué hagas tú con las chicas ebrias, pero yo planeo llevar a Zara, MI NOVIA, a mi casa porque queda mucho más cerca que la suya y estoy seguro de que ella no va a aguantar el viaje a su casa sin vomitar antes, además, en mi casa puedo cuidar de ella mejor, así que si no te importa, suelta a mi novia para que nos podamos ir,” él me espeta pero yo no suelto el brazo de Zara.   “Si claro, ¿Y se supone que yo debo creer toda esa mierda?” le contesto mientras lo fulmino con la mirada.   “Mira, chico, me importa una mierda lo que quieras creer o no, Zara se va conmigo porque para eso tiene novio que cuide de ella, si quisiera que un simple empleado la ayudara, tendría que pagarle horas extras, y estamos en tiempos de recesión,” me dice con condescendencia y yo aprieto mis puños a punto de lanzarme sobre él, pero en ese momento Joshua y Lucy, quien parecen haberse dado cuenta de la tensión, llegan para intervenir.   “Chicos, no nos pongamos pesados, nos estamos divirtiendo,” Joshua nos dice mientras pone una mano en el hombro de cada uno, y Lucy toma a Zara suavemente y la lleva a un lado para preguntarle algo, luego se vuelve a nosotros con una sonrisa tensa y dice:   “Tom, no tienes de qué preocuparte, Zara estará bien,”   Pero yo no estoy tranquilo con la situación y me acerco a ella para preguntarle yo mismo.   “¿Estás segura de que te quieres ir a su casa? Yo te puedo llevar a tu casa si quieres,”   Zara me mira con los ojos un poco desenfocados y luego suelta una risa corta y me dice: “¿Y a ti qué te importa eso? Acabas de decirme que es mejor que permanezcamos alejados, así que, déjame en paz,”   Después de eso, ella tambalea de vuelta hacia el imbécil, quien extiende su mano hacia ella para ayudarle a bajar los escalones y luego se alejan mientras el le pasa el brazo por la cintura y le susurra algo al oído lo cual la hace reír a carcajadas.   Mi estómago se revuelve incómodamente y no puedo evitar pensar en que pude haber dañado las pocas posibilidades que tenía de estar nuevamente junto a Zara cuando le dije que nos debíamos mantener alejados.
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