ZARA
Tal como lo supuse, el cabestrillo en mi brazo izquierdo me ha traído incontables comentarios y preguntas molestas, a las cuales he tenido que responder de forma corta y concisa para que las personas no quieran continuar una conversación que claramente no quiero tener.
Aunque también me ha servido de excusa para saltarme ciertas reuniones a las que no quería asistir, ya que en el momento en que las personas se enteran de mi pequeño incidente, ya no insisten más y por lo tanto he tenido tiempo para descansar un poco en mi habitación del hotel, lo cual no había podido hacer en meses.
No obstante, las reuniones importantes con potenciales clientes o directivos de las empresas con las que queremos hacer algún tipo de acuerdo comercial, se han tenido que realizar, y es allí donde me hacen las preguntas más fastidiosas de todas, quisiera que se guardaran sus comentarios, pero era de esperarse.
La peor parte es tener que contarle a las personas qué me pasó y ver su mirada de simpatía, algunos me han recomendado que me queje al hotel o que los demande, pues es su culpa no tener las medidas de seguridad necesarias en los baños, pero por supuesto que lo dicen pues no les he dicho las verdaderas circunstancias de mi incidente, como el hecho de que estaba un poco ebria y tratando de estirarme para alcanzar mi teléfono y stalkear a la ex de Tom por r************* , lo cual causó que perdiera el equilibrio y cayera.
La mejor parte en cambio, es toda la atención que he estado recibiendo de Tom, sé que no está bien que eso me alegre tanto, no es apropiado que estemos siendo tan cercanos, que él me escriba varias veces al día para asegurarse de que estoy bien, y mucho menos que venga a quedarse a dormir en mi habitación por las noches, aunque aún se niegue a dormir en mi cama.
Así que los últimos días han consistido en una pequeña rutina que se ha ido formando sin que ninguno de los dos fuera realmente consciente de ello, casi que de forma natural, en la cual me despierto para encontrar que él ya ha vuelto a su habitación antes de que los demás despierten y noten que recién llega para bañarse y cambiarse antes de bajar a desayunar, luego de hablar por mensajes durante el día mientras cada uno se encuentra en diferentes actividades, él asistiendo a las conferencias y yo de reunión en reunión, terminamos en la cama por la noche después de cenar, hablando de muchas cosas o simplemente viendo alguna película.
Él me ayuda a recordar tomar las medicinas para el dolor y la inflamación, así como también a masajear mi pie, que aunque ya no duele tanto como el primer día, no se lo he dicho porque disfruto de sus masajes; pero lo que más disfruto es la forma en que su respiración se acelera y su pantalón se pone más apretado cada vez que me ayuda a cambiarme de ropa, no es que sea absolutamente necesario, con algo de esfuerzo lo puedo hacer yo misma, y aunque ambos somos conscientes de ello, ninguno de los dos dice nada, pues ambos disfrutamos de ese pequeño momento de intimidad, aunque luego él se abstenga de ir más allá, dejándome un poco agitada y mojada.
En un par de ocasiones Tom parece no ser capaz de aguantar las ganas y me besa, a lo cual yo respondo de inmediato y no pasa mucho tiempo antes de que los besos se trasformen en algo más, no obstante, su fuerza de voluntad parece ser mucho más fuerte que la mía, pues siempre termina deteniéndose antes de que pueda lastimarme, según sus propias palabras.
No sé cuánto tiempo más sea capaz de aguantar estar tan cerca de él sin que me toque de la forma en que quiero que me toque, pienso en ello todo el día y me está costando concentrarme en el trabajo que tengo en frente, por las noches tengo toda clase de sueños candentes con él, e incluso a veces me he despertado sudando y con mi ropa interior totalmente mojada, con deseos incontrolables de ir hacia el sofá de la sala en mi suite y hacer que él me tome ahí mismo.
Pero en otros momentos, a los que he llamado mis momentos de lucidez, en los cuales ya no me nubla el deseo, ni los sentimientos confusos que me invaden cada vez que lo veo, sé que es un error lo que estoy haciendo, sé que debería parar, que pasar tanto tiempo con él está afectando mi trabajo, y, aunque las personas asumen que es por mi estado de salud, en algún punto tendré que quitarme el cabestrillo y entonces no tendré excusa para mi falta de concentración, por lo que terminaré quedando como una tonta incompetente y eso es algo que no planeo permitir.
Sin embargo, todas mis dudas se desvanecen en el momento en que él llega a mi habitación por las noches y la rutina vuelve a empezar, no sé qué haré cuando regresemos a casa en un par de días y ya no pueda pasar la noche con él, cuando volvamos a nuestro horario habitual en la compañía y ya no tenga tiempo para que nos veamos, una parte de mí quiere seguir estando a su lado, y la otra me insta a que pare esto de una vez antes que se convierta en un problema.
En este momento estamos acostados en la cama viendo una película que en realidad ninguno de los dos le está prestando mucha atención, y no pasa mucho tiempo antes de que él me dirija esa mirada que parece mostrarme todos los deseos ocultos de su corazón, por lo que cuando se acerca a mí y sus labios se posan en los míos, yo respondo a su beso con una pasión desmedida.
No me importa mi brazo, ni mi pie, sólo quiero que él me arranque la ropa y finalmente se entierre en mí como he deseado desde hace mucho tiempo. La forma en que sus manos empiezan a recorrer mi cuerpo, me da a entender que él también quiere hacerlo, que su fuerza de voluntad está a punto de acabarse, por lo que no dudo en estirar mi mano derecha y tomar su m*****o por encima del pantalón para luego empezar a acariciarlo, lo cual hace que él sisee con deseo y empiece a besar mi cuello.
Pero no es sino cuando su boca se cierra en uno de mis pezones y sus dedos expertos empiezan a trazar círculos sobre mi clítoris, haciéndome gemir en voz alta, que veo que toda su fuerza de voluntad se quiebra y él empieza a quitarse su ropa, un espectáculo digno de admirar, pues su torso marcado y sus hombros anchos son tremendamente sexys, sin mencionar la forma en que mi corazón se acelera y mi entrepierna se humedece aún más en el momento en que se quita el pantalón junto con su ropa interior y puedo apreciar su hombría en todo su esplendor.