ZARA
Mi corazón bombea con fuerza en mi pecho y yo siento que toda mi piel se eriza, una sensación extraña se posa sobre la parte baja de mi abdomen y yo no recuerdo haberme sentido así antes, a excepción de la noche que pasé con Tom hace más de tres años.
Tan pronto como noté la forma en que sus ojos me devoraban completamente y su erección se empezó a marcar en su pantalón, me olvidé por completo del dolor en mi brazo y pie, y sólo fui consciente de la humedad creciente en mi entrepierna, no creo que haya sentido esto con nadie que no sea Tom, ni siquiera con Dominic, es una sensación tan poderosa, que por un instante todo en lo que soy capaz de enfocarme es en sus ojos azules y sus labios sexys.
Sin advertencia, Tom cierra el estrecho espacio entre nosotros y pega sus labios a los míos, primero de forma suave y dubitativa, tal vez temiendo que yo fuera a reaccionar mal, pero cuando nota que le devuelvo el beso, sus labios empiezan a moverse con urgencia sobre los míos y su beso se intensifica hasta que su lengua entra en mi boca y empieza a danzar con la mía.
Él pone una de sus manos detrás de mi cuello y la otra en mi cintura, y yo también rodeo su cuello con mi mano derecha, levemente consciente de que no puedo levantar mi brazo izquierdo, pero es lo que menos me importa en este instante.
En el momento en el que la mano de Tom que está en mi cintura empieza a moverse lentamente hacia arriba y se detiene sobre mi pecho, un pequeño jadeo escapa mis labios, el cual es seguido por un gemido cuando sus dedos jalan levemente de mi pezón duro, lo cual hace que Tom deje de besarme los labios y empiece a recorrer mi cuello con su boca, hasta que sus labios encuentran mi pezón y él lo chupa con vehemencia, haciéndome rodar los ojos.
Mientras él devora uno de mis pechos, su mano toma el otro y con sus dedos empieza a jalar el pezón, y yo siento que mi entrepierna empieza a palpitar casi dolorosamente, a la espera de que él enfoque su atención en ella, y es como si él fuese capaz de leer mis pensamientos, pues con su mano libre empieza a recorrer mi pierna, la parte interna de mis muslos hasta llegar al centro, por lo que, ignorando el leve dolor en mi pie, abro las piernas ligeramente para darle acceso y él no demora en posar sus dedos sobre mi centro de placer, dando pequeños círculos y haciéndome gemir en voz alta.
Pero todo se detiene abruptamente cuando me olvido de mi accidente de hace un momento, e intento levantar mi brazo izquierdo para posarlo sobre su mano y suelto un pequeño grito de dolor, lo cual hace que él pare inmediatamente y me dirija una mirada mortificada.
“Mierda, Zara, lo siento mucho, no sé qué me pasó, me olvidé por completo de que estabas herida, lo siento,” él me dice con voz apenada y yo me maldigo internamente por haber hecho eso, pues ahora ansío su contacto de nuevo, con más ganas que antes.
“No, no me duele tanto, por favor no pares,” le digo en un susurro pegando mis labios a los suyos, y si bien, en principio él parece tan ansioso por tocarme como yo, finalmente se detiene y se aleja de mí, poniéndose de pie.
“No podemos hacer esto mientras estás herida, tengo que llevarte a un hospital, puedes tener el brazo roto,” él me dice con firmeza y yo frunzo el ceño, aunque sus palabras parecen haberme hecho recordar el dolor y sé que él tiene razón.
Así que después de que él me ayuda a vestirme, intenta llamar a una ambulancia, pero yo me niego rotundamente y él termina llamando a pedir un auto, de la agencia privada que mi asistente contrató para que me transportaran durante el tiempo en que esté en la ciudad.
Bajamos por el ascensor directamente al parqueadero del hotel en donde el auto está esperándonos, y Tom me toma nuevamente en brazos para ayudarme a subir al vehículo, el cual acelera tan pronto estamos dentro y se dirige al hospital, pero lo único en lo que puedo pensar es en lo que acaba de pasar en la habitación y ruego porque mi brazo no esté roto, pues preferiría continuar con lo que empezamos antes.
Cuando miro a Tom, él me devuelve una mirada llena de preocupación y también creo notar la lujuria escondida en sus ojos, es claro que él también desea retomar lo que paramos hace un momento, y sé que aunque esté mal que quiera acostarme con él, no sólo porque ahora oficialmente tengo novio, sino porque Tom es mi empleado, sino porque sé que una vez empecemos, será difícil parar.
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Es difícil disimular mi decepción cuando el médico nos informa que me fracturé la clavícula, y aunque fue una rotura limpia, por lo que no es necesaria la cirugía, aún así necesito usar un cabestrillo, lo cual es molesto, pues eso atraerá la atención de otras personas y será inevitable que empiecen a hacerme preguntas de lo que me sucedió.
Sin mencionar que ahora que estamos de vuelta en el hotel, Tom parece decidido a no tocarme más, lo cual sólo aumenta mi decepción y molestia, pero también me complace ver que él se muestra reacio a dejarme sola, por lo que al final decidimos que se puede quedar a dormir en mi habitación, aunque él haya preferido dormir en el sofá de la sala por miedo a lastimarme si dormimos en la misma cama.
Él me ayuda a aplicar el ungüento en el pie, el cual sólo está un poco inflamado pero no está roto, ni fisurado, y luego me da los analgésicos y me ayuda a cambiarme de ropa y ponerme mi pijama.
Se siente tan bien ser cuidada por él de esta forma, que por un momento olvido que estamos en un viaje de trabajo y que no es sensato que estemos haciendo este tipo de cosas, debería ser Susan, mi asistente, quien me ayude con estas cosas, pero ella está de juerga con otros empleados y no quiero arruinarle su noche.
Además, que Susan esté por fuera con el resto de empleados ha sido bastante conveniente, pues fue la excusa perfecta de por qué Tom se hizo cargo de mí y no alguien más, puede que los demás lleguen a sospechar algo, pero esta vez las circunstancias están de nuestro lado y planeo hacer buen uso de ellas.