ZARA
Después de la conferencia tuvimos la cena con todo el grupo, en donde la mayoría se mostraron felices de estar aquí, charlaron, rieron y contaron sus anécdotas más graciosas o interesantes, yo estuve mayormente callada, y se notó, aunque ninguno tuvo el valor suficiente para preguntarme qué pasaba.
Pude notar la forma en la que Tom me estaba mirando, como si estuviera reprimiendo las ganas de preguntarme qué está mal, pero tampoco se atrevió a hacerlo, si tan solo supiera que la razón de mi silencio es que he estado pensando en lo que pasó después de que se terminara la primera conferencia, e imaginando toda clase de escenarios sobre lo que puede llegar a pasar esta noche cuando se vea nuevamente con su ex.
Una vez que la cena se terminó, empezaron a armar grupos para salir a explorar la vida nocturna en la ciudad, por supuesto que yo me excusé diciendo que me voy a tomar un baño de burbujas y me iré a la cama temprano, pues mañana tengo una reunión con un posible cliente en la mañana, por lo que no insistieron más y decidí dirigirme a mi habitación.
No obstante, hice una pequeña parada en el bar del hotel para ordenar un Martini y poder hacer tiempo para observar a Tom y su cita, así que aquí me encuentro tomando mi Martini y esperando a que ellos lleguen, sólo quiero observarlos un rato y me voy.
Y eso sería mucho más fácil si pudiera estar tranquila por más de cinco minutos, pero por alguna razón, esta noche los hombres parecen pensar que el hecho de que esté bebiendo sola en la barra es una invitación abierta a que se acerquen a mí y empiecen a decirme estupideces creyendo que me interesan en absoluto.
Sin embargo, un par de minutos después de que empiezan con su monologo idiota, se cansan de que los ignore o los mire feo y se van, algunos se atreven a hacer comentarios desagradables, llamándome grosera, antipática y diciendo que me creo mejor que ellos, lo cual es cierto, nunca pretendí fingir que no, el sólo hecho de que crean que les debo algún tipo de cortesía porque se dignaron en poner sus ojos sobre mí, demuestra lo poco hombres que son.
Eso sin mencionar a los imbéciles que se atreven a recriminarme porque no les sonrío, como si fuera mi obligación responder a sus babosadas con una sonrisa, o los pocos que se atrevieron a enviarme otro Martini sólo para ver cómo los devolvía sin el más mínimo atisbo de agradecimiento; ¿por qué a los hombres les cuesta tanto trabajo dejar a una mujer beber sola, sin sentir la horrorosa necesidad de alardear sobre su falta de habilidades para conquistar?
Cuando termino mi tercer Martini y decido que he aguantado las estupideces de estos tipos por suficiente tiempo, así que después de pagar, lo cual resultó siendo otro dolor de cabeza, pues alguien había pagado ya mi cuenta, discutí con el bartender hasta que aceptó devolverle el dinero a quien sea que había pagado y me recibió la tarjeta de crédito, por lo que salí del bar bastante molesta y para empeorar las cosas me encuentro de frente con Tom y Sophia.
Ella tiene una blusa negra brillante con un escote profundo que exhibe sus enormes pechos de forma casi vulgar, pero me abstengo de hacer algún tipo de comentario, pues no quiero molestar a Tom quien me mira de forma confundida, como si no esperara verme aquí, así que me limito a saludarlos y salgo rápidamente hacia mi habitación, lo cual no es fácil, pues los tacones que tengo puestos no combinan bien con el nivel de alcohol en mi sangre.
Tan pronto llego al ascensor, siento que alguien se acerca por detrás y volteo para encontrarme de frente con Tom, quien tiene una mirada algo preocupada y me pregunta:
“¿Estás bien? Parece que bebiste de más, ¿quieres que te acompañe a tu habitación?”
“No es necesario, gracias,” le respondo un poco avergonzada de que haya notado mi estado.
“¿Estás segura?” él insiste.
“Sí, mejor vuelve al bar, no es de caballeros dejar a su cita esperando,” le digo y él frunce el ceño.
“Ella no es mi cita…” él empieza a decirme pero yo levanto la mano para indicarle que pare de hablar.
“Está bien, no tienes por qué darme explicaciones, estás en tu tiempo libre y no es mi problema lo que hagas con él,” le digo antes de subirme al elevador, marcar el último piso y ver como él me observa con una expresión extraña en su rostro antes de que las puertas se cierren y el elevador se empiece a mover hacia arriba.
-------------------------------------------------
TOM
Llevo una hora tratando de ponerle atención a lo que Sophia me está diciendo, pero es casi imposible, no he dejado de pensar en Zara y mucho menos en los comentarios que escuché de un par de tipos en el bar cuando ella salió, la forma en que hablaban de ella como si fuera un jugoso steak fue repugnante y me preocupé de que alguno de ellos intentara ir tras ella, considerando que se veía ya un poco afectada por el alcohol.
Llevo un buen rato dudando sobre si escribirle o no un mensaje de texto para asegurarme de que está bien y a salvo en su habitación, pero me he abstenido de hacerlo, porque seguramente ella se molestaría si lo hiciera, así que sólo me puedo conformar con esperar hasta mañana y ver por mi propia cuenta si ella está bien.
De repente mi teléfono empieza a vibrar con una llamada entrante, miro la pantalla y mi corazón da un vuelco cuando miro su nombre en él, así que me disculpo con Sophia y salgo apresuradamente del bar para poder escuchar bien.
“¿Zara? ¿Estás bien?” le pregunto tan pronto descuelgo el teléfono, pero sólo escucho unos leves jadeos y siento un temblor recorrer mi cuerpo.
“¿Zara?” pregunto nuevamente levantando un poco la voz y atrayendo la atención de algunas personas que van pasando.
“Tom, necesito que vengas a mi habitación, necesito ayuda, creo que estoy herida,” ella me dice con un hilo de voz y mi corazón se detiene.
“Zara, ¿Qué pasó? ¿Alguien te hizo algo?” le pregunto con urgencia.
“No, estoy sola, por favor ven rápido, pídele a algún conserje que te abra la puerta, por favor,” ella repite en un tono lastimero y después de asegurarle que ya voy para allá, vuelvo a la mesa y me excuso con Sophia quien se queda sorprendida en la mesa, pero no tengo tiempo de explicarle nada.
Me dirijo a la recepción y les pido ayuda, pero ellos parecen desconfiados, así que llaman al teléfono de la suite de Zara y al ver que no hay respuesta, se asustan y uno de los conserjes se apresura a ir conmigo hasta la suite.
Tan pronto como llegamos, él abre la puerta con una llave maestra y parece tener intenciones de entrar a revisar, pero cuando entramos a la sala y estamos mirando alrededor tratando de encontrarla, escuchamos la voz de Zara que parece venir desde el baño:
“¿Tom?” ella me llama.
“Aquí estoy, ¿en dónde estás?” le respondo.
“En la bañera, pero por favor entra solo, no quiero a nadie más aquí” ella dice con urgencia y yo miro al conserje, quien parece un poco contrariado, pero al final accede a irse y me insiste en que llame a recepción si necesitamos asistencia.
Así que tan pronto él se va, me dirijo rápidamente hacia el baño y desde la puerta veo mucha agua en el piso, lo cual me hace entrar en pánico inmediatamente, por lo que entro al baño sin tocar y veo a Zara dentro de la bañara tomándose el brazo izquierdo con su otra mano, ella se ve pálida y tan pronto me ve entrar una expresión de alivio cruza su rostro.
“¿Estás herida? ¿Qué te pasó?” le pregunto.
“Me resbalé saliendo de la bañera y creo que me rompí el brazo, también me duele el pie y no soy capaz de levantarme,” ella me dice un poco avergonzada.
Por lo que me acerco inmediatamente a ella, y Zara abre los ojos como platos, lo cual me confunde al principio, pero luego entiendo que debe estar completamente desnuda y tal vez se avergüence de que la vea así, aunque no sea la primera vez.
Por lo que me detengo junto a la bañera y tomo la bata de baño que está colgada en la pared, pero no encuentro forma de ponérsela sin mojar la bata completamente.
“Voy a tener que cargarte, puedes apoyarte en mi hombro con tu mano derecha,” le digo antes de pasar un brazo por debajo de sus piernas y otro por su espalda, tratando en lo posible de sólo ver su rostro y Zara se sonroja visiblemente mientras pasa su brazo derecho por mis hombros.
Tan pronto como la levanto, me dirijo rápidamente a la habitación y la pongo sobre la cama con cuidado, mientras vuelvo al baño para tomar la bata de baño para cubrirla con ella.
Cuando vuelvo a la habitación, la vista me desconcierta, pues ella se ve tan hermosa y jodidamente sexy, con su cuerpo desnudo y mojado, que no puedo evitar la erección que se forma rápidamente y Zara lo nota de inmediato, lo que causa que el rubor en su rostro se intensifique, por lo que trato con todas mis fuerzas de no mirar su cuerpo mientras la ayudo a cubrirse con la bata, pero su rostro está demasiado cerca del mío y una corriente eléctrica se empieza a crear entre nosotros, haciendo que sus ojos se fijen en los míos mientras ella acerca levemente su rostro al mío, hasta que nuestros labios prácticamente se tocan.