ZARA
Después de una breve visita a mi médico de confianza, él me asegura que no he empeorado y básicamente me da las mismas recomendaciones que me dieron los médicos en Berlín, pero también añade que debería tratar de controlar mis niveles de estrés pues esto podría acarrear complicaciones mayores en mi salud en el futuro.
Una vez salgo del consultorio del médico, me dirijo al pequeño café cerca a mi apartamento en donde quedé de encontrarme con Lucy para hablar, pensar en ello me hace sentir un poquito de ansiedad al pensar que ella pueda decirme algo relacionado con Tom, pues es lo último que quiero escuchar en este momento, después de las horribles noches que pasé por su culpa, ya no quiero ni siquiera escuchar su nombre.
Tan pronto como entro al café, veo a Lucy sentada en una mesa del rincón, ella está usando su uniforme de trabajo, que es muy parecido al de los médicos, sólo que el de ella es rosa claro y tiene el cabello recogido en una cola de caballo alta.
Siempre sentiré un poco de envidia por lo bien que se ve Lucy sin una gota de maquillaje, aunque ella ha halagado mi ‘piel perfecta’ en muchas ocasiones, no puedo negar que sus pecas son bastante bonitas, y aunque mi piel en general si es pareja y de buen tono, a veces quisiera tener un poco de color, pues sé que soy demasiado pálida.
Lucy me saluda con entusiasmo tan pronto me ve y yo le sonrío de vuelta, pues su carisma es bastante contagioso.
“Veo que estabas trabajando hoy,” le digo y ella asiente antes de responder.
“Estuve en tu establo echándole una mirada a los chicos,”
Su comentario me hace sentir culpable inmediatamente, desde que mi padre falleció no volví a ir a los establos tan seguido, pues eran un recordatorio latente de su ausencia, él fue quién mandó a construir esos establos cuando me empecé a interesar en la equitación, él me compró mi primer pony y contrató a los mejores instructores para que me enseñaran, así que estar allí me recuerda lo que perdí.
Hubo un tiempo en mi vida en donde quise ser competidora olímpica en equitación, realmente era mi pasión y pensaba todo el tiempo en ello, también pasaba la mayor parte de mi tiempo libre en los establos y sabía hasta el último detalle de cada uno de mis caballos, pero ahora que no he vuelto en varios meses, le he pedido a Lucy que les haga un chequeo semanal para asegurarme de que están bien.
“Y ¿cómo están?” le pregunto en un tono tenso.
“Están perfectos, pero parece que te extrañan, deberías sacar un par de horas de tu apretada agenda para pasar tiempo con ellos, pues no importa qué tan buenas condiciones tengan en los establos, si se ponen tristes por tu ausencia eventualmente eso les va a afectar su salud,” ella me responde.
“Lo sé, yo también los extraño, trataré de sacar tiempo para ir,” le digo y ella me sonríe, pero luego me mira de una forma extraña, como si quisiera decirme algo, pero no sepa cómo.
“¿Qué tal te fue en el viaje?” ella me pregunta y yo sé que en realidad quiere preguntarme por Tom, así que decido contarle todo lo que pasó después de que colgué el teléfono con ella y su expresión va cambiando a medida que la historia avanza.
“Con razón él me estuvo preguntando por ti,” ella me dice cuando termino de hablar.
“¿Él te preguntó por mí?” exclamo y Lucy asiente.
“Sí, me preguntó si sabía algo de ti, si sabía cómo estabas, me pareció extraño, pero ahora lo entiendo todo,” ella me dice.
“Si, bueno, no quiero hablar más con él, todo ese asunto fue un error de principio a fin,” le digo y ella me mira con simpatía, lo cual me hace sentir un poco incómoda.
“¿No crees que sería mejor hablar con él para aclarar las cosas?” ella me cuestiona, pero yo sacudo mi cabeza.
“No, las cosas están bastante claras para mí, y entre menos contacto tenga con él, mejor,” le respondo y ella frunce los labios como queriendo decir algo más, pero al final lo piensa mejor y solo asiente.
“Entonces, ¿para qué me citaste aquí?” le pregunto y su cara se ilumina de nuevo.
“Bueno, sé que estás muy ocupada, y realmente comprendería si no quieres hacerlo…” Lucy empieza a decir y yo frunzo el ceño.
“¿Hacer qué?” le pregunto con curiosidad.
“Quería pedirte que fueras mi dama de honor” ella me dice con un poquito de duda en su voz.
“¿De verdad?” pregunto sorprendida pues nunca nadie me había pedido ser dama de honor, ni siquiera estar entre las acompañantes de la novia.
“Claro!” Lucy me responde con una sonrisa.
“¿Y qué hay de Mía? ¿No es ella tu mejor amiga?” le respondo con curiosidad.
“Mía está embarazada de gemelos, su barriga ya es lo suficientemente grande y en unos meses cuando sea la boda ella estará a punto de dar a luz, por lo que no podrá ser mi dama de honor, además, tú serás mi cuñada, por lo que no hay nadie mejor que tú para el papel, si quieres, claro está,” ella me dice.
Y no tengo que pensarlo mucho para responderle que sí, lo cual hace que Lucy prácticamente salte de la emoción en su silla y eso me hace sonreír por primera vez en varios días.
Pero luego Lucy se pone seria de repente y me mira con un poco de culpa antes de decirme:
“Lo siento, se me olvidó contarte que Joshua está pensando pedirle a Tom que sea su padrino, ya que Nate estará aún en su viaje por el mundo y sólo llegará hasta el día de la boda,” Lucy me dice con un poco de culpa en su voz, y cuando ve que me quedo callada, ella añade:
“Cuando Joshua me lo contó no le vi problema, pues no tenía idea que las cosas se iban a poner así entre ustedes, pero si te incomoda mucho le puedo decir que busque a otra persona,” ella me dice y yo sacudo la cabeza inmediatamente.
“No, no es necesario, creo que ambos somos lo suficientemente maduros para poder manejar esa situación,” le respondo y ella sonríe nuevamente antes de ponerse a charlar alegremente sobre sus planes para la boda, lo cual hace que mi humor mejore considerablemente y caigo en cuenta de lo mucho que siempre quise tener una hermana para poder hablar de estas cosas y siento alegría de saber que ahora tendré una, así no estemos relacionadas por la sangre.