ZARA
Después de que Dominic se va, todo se torna más extraño, mi madre empieza a hacerme preguntas sobre el viaje y estoy casi segura de que Tom ha estado escuchando todo atentamente, pero he tratado de ignorar su presencia tanto como es humanamente posible, aunque haya sido difícil.
Cuando ya las personas se están preparando para irse, le pido a Joshua que me lleve a casa, y él, haciendo alarde de su condición de hermano mayor fastidioso, se voltea con una sonrisa traviesa hacia Tom y le dice:
“¿Podrías llevar a Zara? A ti te queda de camino, ¿no?”
Y estoy a punto de golpearlo con mi bolso, pero me detengo cuando escucho a Tom responder inmediatamente: “Si, por supuesto,”
“No es necesario, tomaré un taxi,” Le respondo con voz tensa.
“Los taxis son peligrosos, puedo llevarte, me queda de camino,” él insiste.
“No querría que te desviaras del camino para llevarme a mí cuando ya tienes que llevar a tu amiga,” le digo mirando a la rubia, quien está de pie junto a él con los brazos cruzados mientras mira de uno a otro con mirada confundida.
“Ella vive a solo un par de calles de aquí, la dejaré a ella primero y luego iremos a tu apartamento,” él dice de forma un tanto despectiva, lo cual hace que la rubia frunza el ceño y yo reprimo una sonrisa.
“Zara, no seas tonta, deja que Tom te lleve, es más seguro así,” Joshua dice en voz alta y yo lo miro con ojos entrecerrados mientras le digo “Traidor” de forma silenciosa, y él comienza a reírse.
“Está bien, vamos,” le digo a Tom con los dientes apretados y luego me volteo para despedirme de los demás.
Una vez estamos afuera, la rubia se dirige directamente al asiento del copiloto, pero Tom la toma del brazo para frenarla, y le dice en forma educada pero distante:
“Sería mejor que Zara fuera adelante, después de todo te bajas primero,”
Ella parece un poco molesta, pero no se atreve a decir nada, y sospecho que tiene algo que ver con el hecho de que ahora soy su nueva jefe; así que simplemente se sube en el asiento trasero mientras yo me acomodo adelante, pero no pasa mucho tiempo antes de que el silencio se torne incómodo, y decido ser un poco más cordial con la rubia.
“Entonces, Sophia, ¿qué tal te ha parecido tu nuevo trabajo?” le pregunto cuando Tom empieza a salir del parqueadero.
“Bueno, no he tenido mucho tiempo para apreciar todo, pero hasta el momento me parece muy bien, la compañía realiza proyectos muy interesantes, aunque creo que les falta un poco de actualización en algunos aspectos,” ella responde de forma cordial también, pero con un tono de superioridad que no es fácil de ignorar y tengo que hacer acoplo de toda mi fuerza de voluntad para no dejarme llevar y responderle cortante.
“Eso es interesante de escuchar, no es algo que las personas le digan a su jefe tan directamente,” le digo y ella parece un poco avergonzada por dejarse llevar de su clara molestia.
“Oh, lo siento, no pretendía ser grosera,” ella me dice con un tono avergonzado.
“No, no te preocupes, no me molesta, de hecho, me gustaría escuchar tus impresiones sobre la compañía,” le digo con una sonrisa falsa.
“Bueno, me temo que tendrá que ser otro día,” Tom interviene mientras se para al lado de un edificio de apartamentos que asumo es donde vive la rubia, y veo que efectivamente él tenía razón, ella vive a solo un par de calles del restaurante.
“Si, gracias por traerme Tom, te veo el lunes en el trabajo… hasta luego señorita Arlington, espero que podamos hablar otro día cuando ya me haya adaptado mejor en la compañía,” ella dice con falsa cordialidad y yo le respondo con una sonrisa igualmente falsa, la cual se borra en el momento en que ella se baja, pero antes de dirigirse hacia la entrada del edificio, se voltea e inclinándose un poco para ver dentro del auto, le dice a Tom:
“Gracias por la invitación,” de forma un tanto coqueta y luego se va, dejando a Tom con la boca abierta por el asombro.
“Yo no la invité,” él balbucea mientras arranca el auto nuevamente.
“No me interesa saberlo,” le respondo en tono cortante.
“Es cierto, no la invité, ella escuchó sobre la inauguración y quiso venir también, pero no fue una cita, no para mí,” él insiste.
“¿Por qué me estás diciendo esto? No me debes ninguna explicación,” le respondo con molestia.
“Porque no quiero que te hagas una idea que no es, igual que con lo que sucedió en el hotel…” él empieza a decir, pero yo lo corto inmediatamente.
“No quiero oírlo, y si vas a seguir con eso, mejor estaciona el auto y yo tomo un taxi,” le digo mirando hacia afuera de la ventana.
“Zara, ¿por qué eres tan testaruda? No me acosté con ella, no la llevé a mi habitación para hacer nada, ¡Ni siquiera la toqué!” él exclama y yo suelto una risa de incredulidad.
“Si, claro,” le respondo con un resoplido.
“Sé que se ve mal, pero no pasó lo que estás imaginando, te lo he querido explicar pero tú no quieres escucharme, yo bajé al bar después de salir de tu habitación y allí tome más tragos que lo normal, por lo que me embriagué, Sophia me encontró y me llevó a mi habitación, pero estaba tan ebrio que vomité encima de ella, es por eso que nos viste medio desnudos, ella se quedó en mi habitación para cuidar de mí y esperar a que su vestido se secara, supongo que se debió quedar dormida, pero no pasó nada, te lo juro,” él me dice con un tono de urgencia, como si estuviera desesperado por que le crea.
“Que historia tan estúpida, ¿realmente esperas que lo crea?” le digo con un tono cortante.
“Es cierto, si no me crees a mí, pregúntale a ella, te lo confirmará todo,” él me responde.
“No le voy a preguntar esas cosas a ella, es mi empleada ahora, ¡y tú también! No deberíamos estar hablando de estas cosas, simplemente finjamos como que nada pasó y ya está,” le digo y veo que estamos llegando a mi apartamento, pero en vez de parar en frente de la entrada del edificio, él entra al parqueadero y el guarda de seguridad abre el portón tan pronto como me reconoce.
“¿Qué crees que estás haciendo?” exclamo molesta.
“Tenemos que hablar sobre esto y no pretendo pararme en la calle, hace frío y es peligroso,” él me dice mientras busca un sitio para parquearse.
“Los parqueaderos son privados, no puedes estacionarte en cualquier sitio,” le digo cruzándome de brazos.
“Bueno, ¿entonces cuál es el tuyo?” él me pregunta y yo dudo antes de responderle, pues no sé si quiero que él entre a mi apartamento.
“Está al fondo,” le respondo ya resignándome a que él no se irá sin que hablemos primero y sabiendo que es mejor ir a mi apartamento que quedarnos dentro del auto, así que le señalo una fila de lugares los cuales están ocupados por mis dos autos y el resto de ellos están vacíos.
“¿Cuál de ellos es el tuyo?” él me pregunta.
“Todos ellos,” le respondo y él me mira con incredulidad primero antes de sacudir su cabeza y mascullar entre dientes un “Pero por supuesto que sí son,”
Una vez estacionamos el auto, me dirijo hacia un ascensor que está justo al lado y presiono la clave para ir al penthouse, mientras Tom y yo permanecemos en un silencio que aunque no es incómodo, si me hace revolverme inquieta, pues ya no estoy tan segura de querer hacer esto.
Apenas las puertas del ascensor se abren directamente en el recibidor del apartamento, Tom exclama sorprendido: “Wow, esto es inmenso” mientras mira alrededor, pero su sonrisa de asombro se desvanece en cuanto nota mis maletas listas junto a la sala.
“¿Por qué vas a ir a conocer a sus padres? Pensé que ustedes no eran una pareja de verdad,” él me pregunta en tono acusador y mi respiración se atora en mi garganta, mientras mi mente se queda en blanco.