ZARA
Tom me dirige una mirada expectante mientras yo me quedo parada tratando de pensar en cómo responder a la pregunta que él me acaba de hacer, mi lado racional me pide que le responda de forma displicente y que acabe con esto definitivamente antes de que se convierta en un problema demasiado grande para solucionarlo.
Pero mi lado no tan racional, ese que se muere por cerrar la distancia entre nosotros y sellar mis labios con los suyos, que hace que me sienta inquieta y que mi corazón lata tan fuerte que pareciera querer salirse de mi pecho, el lado de mí que desea a Tom con tantas fuerzas que el sólo saber que estoy a solas con él envía descargas eléctricas por mi cuerpo.
Sé que no es conveniente estar con Tom en este momento, sería todo demasiado complicado, sin mencionar que Dominic me necesita ahora y no puedo decepcionarlo, sé que a él no le molestaría si tuviera algo con otro hombre, siempre y cuando fuera de forma discreta y cuidando de que nadie más se entere, pero Tom no aceptaría nunca ese tipo de relación, él fue muy claro con ello, y no puedo decir que lo culpo, si la situación fuera al revés, probablemente ni siquiera estaría en su apartamento tratando de que hablemos.
Con toda seguridad, le habría gritado y hubiese renunciado a la compañía, probablemente me habría alejado de él tanto como fuera posible, en vez de tratar de buscarlo para aclarar las cosas; saber que Tom no sólo está aquí a pesar de las circunstancias, sino que realmente parece dispuesto a buscarle una solución a todo, hace que mi corazón se derrita y finalmente logra que me decida a responderle con honestidad.
“Ya te dije que no somos ese tipo de pareja, te lo expliqué todo,” le respondo mientras voy hacia la cocina, y él me sigue.
“El problema es que tú dices una cosa y luego haces otra, Zara, si no son ese tipo de pareja, entonces ¿por qué vas a viajar al otro lado del océano para conocer a sus padres?” él insiste.
“Porque él me pidió que lo hiciera, sus padres quieren conocerme y él quiere que lo dejen de molestar,” le respondo.
“¿Y tú que ganas con eso? Parece que él es el único que se beneficia de su trato ridículo,” él me dice acusadoramente.
“No es cuestión de ganar, es un favor a un amigo, además, ya te dije cómo me beneficia que las personas crean que estemos juntos,” le respondo.
“Zara, tú no necesitas de nadie para tu imagen pública, si lo que quieres es que las personas no te estén preguntando por hombres todo el tiempo, o tener alguien que te acompañe a esos eventos odiosos, yo puedo hacerlo y lo sabes; pero si sólo te interesa él por su dinero y fama, entonces realmente no eres la persona que creí que eras,” él me dice y yo siento que se me forma un nudo en el estómago.
Sé que tiene razón, pero lo que él no entiende es que todo esto empezó cuando él estaba lejos y yo no tenía idea si lo volvería a ver, o si él querría estar conmigo nuevamente después de irme sin despedirme y luego evitarlo, él sí podría hacer esas cosas, pero sería mil veces más complicado que con Dominic, porque él sí esperaría cosas de mí que tal vez no pueda darle en este momento.
Tom querrá una relación de verdad, una que implique tener tiempo para estar juntos, salir a citas, viajar con amigos, vernos varias veces a la semana, él querrá que yo sea como las otras novias que ha tenido o ha visto tener a sus amigos, pero yo no puedo hacer eso, tengo una compañía que dirigir, tengo muy poco tiempo y paciencia para lidiar con cualquier otra cosa que no esté relacionado con mi trabajo.
Él probablemente me dirá que no es así, pero seguramente se terminará cansando de ello, y yo me terminaré cansando de que él me pida cosas que no puedo darle ahora, sé que él esperará tantas cosas de mí que va a terminar decepcionado cuando se dé cuenta que no puedo hacerlas, y en consecuencia, yo terminaré derrotada y miserable porque le fallé, y ahora mismo no necesito esa clase de estrés en mi vida.
“Dominic no espera nada más de mí y sabe que yo no espero más de él, tenemos un trato que funciona porque ambos queremos lo mismo, o mejor dicho, no queremos esas cosas que una pareja normal quiere, él no se molesta si lo llamo o no, si pasamos semanas sin vernos o hablar, él no espera que yo le dedique tiempo, y yo tampoco espero eso de él, sólo estamos en la vida del otro cuando es absolutamente necesario, como con este viaje, de resto, es como una relación que funciona,” le respondo con sinceridad y Tom frunce el ceño.
“Zara, estás describiendo tu relación como si fuera un trato de negocios con un cliente cualquiera y no con tu novio, no entiendo cómo puedes estar feliz en ese tipo de situación, ¿por qué preferirías estar con alguien que no se interesa por ti a menos que te necesite?” él me dice con un tono preocupado mientras camina hacia mi lentamente.
“Eso no es así, él se interesa por mí y por mi bienestar, después de todo, somos amigos; además, yo también lo busco sólo cuando lo necesito,” le respondo a la defensiva y él se acerca más a mí.
“¿Y qué pasará el día en que él se enamore de alguien y quiera tener una relación de verdad? ¿Eso en dónde te dejaría?” él me pregunta.
“Pues no pasaría nada, me alegraría por él y le desearía buena suerte mientras sigo adelante con mi vida,” le respondo cruzándome de brazos.
“Pero habrás desperdiciado mucho tiempo de tu vida en una relación falsa y probablemente habrás perdido la oportunidad de tener una relación de verdad con alguien que realmente se interesa por ti,” él me dice dando un último paso hacia mí, hasta que nuestros cuerpos prácticamente se están tocando.
“Tom, no puedo darte lo que quieres, no ahora, sabes que sería una pésima novia, no tendría tiempo para ti nunca, no podría hacer lo que otras novias hacen, no podría preocuparme por ti porque estaré demasiado preocupada por la compañía, no tengo el tiempo, ni la estabilidad emocional para darte lo que quieres, así que mejor no pierdas el tiempo conmigo,” le digo lo último en un susurro, pues él cada vez acerca su rostro más al mío, hasta que sus labios están a tan sólo unos centímetros de tocar los míos.
“Déjame preocuparme a mí por lo que quiero y lo que espero de ti, ni siquiera me has dado el chance de hablar, o de demostrarte que esto puede funcionar, aquí la única pregunta importante es: ¿Tú qué quieres?” él me dice en un susurro y cuando habla sus labios rozan los míos, lo cual hace que mi mente se nuble por completo y mi piel se erice, su cercanía envía olas de calor por mi cuerpo y siento mi entrepierna humedecerse con cada sílaba que sale de su boca.
Antes de que pueda contenerme, las palabras se escapan de mi boca y le respondo: “A ti, te quiero a ti,” antes de cerrar el poco espacio entre nosotros y chocar mis labios con los suyos.