ZARA
Como si no hubiese sido suficiente molestia aguantar al idiota ese con sus ínfulas de grandeza durante diez agonizantes minutos, en los últimos días he tenido que aguantar a su padre llamando, enviando regalos y dejando mensajes, sin contar con los innumerables correos electrónicos que he recibido con cientos de disculpas.
Finalmente, hoy viernes decidí darle una segunda oportunidad al señor Dawson, el padre del idiota, y me reuniré con él para un almuerzo rápido en un restaurante cercano a la oficina, pero únicamente lo hago con la intención de decirle que ya hemos cerrado el trato con otra compañía, a ver si por fin para de molestarme.
Tom consiguió mi nuevo número de teléfono no sé cómo y me envió un mensaje de texto después del desastre en la reunión, en el que me preguntaba si estaba bien y me felicitaba por enfrentar al idiota de esa forma tan ‘épica’ según sus propias palabras.
Fue un gesto lindo, pero no puedo dejar que eso me afecte demasiado o voy a terminar cediendo y eso es algo que no puede pasar en el futuro cercano, por ahora mi único interés debe ser la compañía, pues ya quedó más que comprobado que Frederick tenía razón cuando dijo que no sería una tarea fácil, en lo que sí se equivocó fue en predecir que no iba a ser capaz de desempeñarme bien y volvería llorando a donde mi tío, pues estoy determinada a hacerlo tragarse sus palabras.
“Señorita Arlington, muchas gracias por acceder a verme” me saluda el señor Dawson tan pronto como me ve acercarme a la mesa.
Albert Dawson, el CEO de una cadena de restaurantes bastante populares a lo ancho y largo del país, quien planea crear una aplicación para que sus clientes puedan ordenar en línea escogiendo los ingredientes de cada plato, es un hombre educado, inteligente, amable, quien construyó su compañía desde cero y la hizo crecer en solo unos pocos años, si tan sólo él hubiese asistido solo a la reunión, tal vez habría accedido a venderle nuestro algoritmo.
“Señor Dawson, ¿lleva mucho tiempo esperando?” le pregunto mientras estrecho su mano, pues estoy segura de que llegué justo a tiempo.
“No, tan sólo llegué un poco antes para asegurarme de que nos dieran una buena mesa,” él me responde con una sonrisa amable.
“Bueno, me gustaría empezar diciéndole…” empiezo a hablar, pero él me detiene cortésmente.
“Aguarde un momento, por favor, antes de empezar a hablar de negocios, deberíamos ordenar la comida y luego, si me permite, me gustaría pedirle disculpas como es debido,” él me dice y yo me quedo atónita por un segundo, pero luego asiento.
Así que después de ordenar, el señor Dawson pide que nos traigan unas copas de vino blanco, y aunque en principio me rehúso, él insiste en que sea sólo una y yo termino cediendo.
“Primero que todo, me gustaría ofrecerle mis más sinceras disculpas por el bochornoso comportamiento de mi hijo, realmente me avergüenza mucho pensar en la forma en que la trató, y quiero que sepa que su comportamiento no refleja en absoluto el espíritu de nuestra compañía,” él me dice con una cara apenada y siento lástima porque una persona tan amable como él haya sido tan infortunado de tener un hijo de esa calaña.
Pero, antes de que pueda responderle, él continúa: “Y también quería agradecerle por haberlo puesto en su lugar, cuando me contaron lo que sucedió, me enojé mucho por la forma en que él actuó, pero después me alegré cuando me contaron la forma en que usted le respondió, es la primera persona que lo ha hecho, me avergüenza decir que no es la primera vez que él se comporta de esa forma, pero nadie se había atrevido a desafiarlo por el sólo hecho de ser mi hijo, sin embargo usted lo hizo y de qué manera!” él me dice riéndose a carcajadas, lo cual me hace sonreír y relajarme casi totalmente.
“Señor Dawson, le agradezco mucho por sus palabras, pero lamento informarle que ya hemos cerrado el trato con otra compañía para la compra del algoritmo,” le respondo y él asiente sin un atisbo de rabia o tristeza.
“Lo sé, los chismes corren rápido en nuestro círculo,” él me dice.
“Entonces, ¿por qué me citó aquí hoy? Pensé que quería convencerme de realizar el trato,” le digo y él niega ligeramente.
“No, como le dije antes, sólo quería pedirle disculpas personalmente y agradecerle por poner a mi hijo en su lugar, ahora gracias a eso, ha estado controlando su temperamento y espero que continúe así,” él me responde y yo siento una enorme simpatía por el hombre que tengo en frente.
Después del almuerzo, el cual fue bastante agradable, pues el señor Dawson no sólo es una persona amable, sino también sabio y cuenta las mejores anécdotas, me dio muchos consejos, pero no en la forma condescendiente en que lo hacen otros hombres mayores, sino de una forma casi paternal, lo cual es agradable, pues me recordó mucho a mi padre en sus buenas épocas.
Cuando nos despedimos, lo hice con la promesa de que iba a desarrollar un nuevo algoritmo que se adecuara mejor a las necesidades de una compañía como la de él, y que por supuesto, él sería el primero en obtenerlo; así que cuando llegué a la compañía, le pedí a Susan que llamara al jefe de desarrollo web para que viniera a mi oficina de inmediato.
Y por supuesto que éste llegó junto con Tom, quien por lo que he oído, es su nuevo favorito, cosa que no me sorprendió en absoluto, dada la inteligencia de Tom y sus grandes capacidades, además, en el fondo esperaba que lo trajera, pues estos días he estado tan ocupada que no he tenido tiempo de verme con nadie.
La reunión fue breve, pues únicamente tuve que darles mi idea sobre el algoritmo para una aplicación que pueda servir para una cadena de comidas y Tom en menos de cinco minutos ya tenía una idea bastante clara de cómo lograrlo, por lo que ambos empezaron a discutir cómo iban a empezar a trabajar y James, el jefe de la división, se veía bastante impresionado con Tom.
Lo cual es un gran alivio, pues temía que el favoritismo de Tom se debiera a que lo habían visto hablar de forma cercana con mi familia y estuvieran tratando de ganar su favor en la compañía, no obstante, es claro que este es un logro que él ha conseguido con su propio esfuerzo y desempeño.
Una vez la reunión se terminó, Tom se queda atrás y espera a que James esté lo suficientemente lejos para empezar a hablar:
“¿Cómo has estado?” me pregunta con una mirada expectante y dulce que hace que mi corazón de un salto.
“Bien, gracias por preguntar,” le respondo.
“Por lo visto pudiste hacer las paces con esas personas,” él me dice, claramente refiriéndose al señor Dawson y su hijo.
“Únicamente con el CEO de la compañía, y le dejé muy claro que de ahora en adelante sólo haré negocios con él,” le respondo y Tom asiente.
“Me parece perfecto, no quiero a ese idiota cerca de ti otra vez,” él me dice con un tono ligeramente sobreprotector.
“No tienes por qué preocuparte por eso, me puedo cuidar sola,” le digo y él sonríe.
“Lo sé, ya me ha quedado bastante claro,” me dice con una sonrisa socarrona que me hace sonreír también.
“Vas a ir a la celebración del compromiso de Joshua y Lucy?” le pregunto de repente y no tengo idea de por qué le dije eso.
“De hecho sí, ellos me invitaron, ¿tú vas a ir?” él me pregunta con un tono esperanzado.
“Por supuesto, es mi hermano,” le respondo y su sonría se amplía considerablemente.
“Vale, entonces te veré mañana allá,” me dice con una expresión que parece indicar que él espera que pasen muchas cosas y yo no puedo evitar el sentimiento que se posa en mi estómago.