ZARA
Cuando llego a la casa, decido que es mejor que cocine algo yo misma, después de todo esta será una fecha memorable y será aún mejor con una cena cocinada en casa, entonces, después de pensarlo un rato, decido hacer pasta con salsa Alfredo y pollo, lo mismo que Tom cocinó para mí esa noche hace casi cuatro años, algo así como un gesto romántico, aunque no sé si él lo vaya a recordar.
Saco todos los ingredientes necesarios de la despensa y la nevera, pero antes decido cambiarme a algo más cómodo, por lo que me pongo unos leggins negros, un suéter tejido y me amarro el cabello en una cola alta, una vez que estoy lista, empiezo a cocinar, miro el reloj y veo que tengo aproximadamente una hora antes de que Tom llegue, por lo que tengo tiempo suficiente para cocinar todo.
Tan pronto como la comida está lista, veo que faltan solo diez minutos para que Tom llegue, por lo que preparo la mesa, saco un vino blanco que acompañe bien la pasta, acomodo el pan de ajo en el centro de la mesa, y en un último momento de inspiración, saco un candelabro de la despensa y prendo un par de velas para que el ambiente se vea más romántico.
Nunca había hecho esto en mi vida, así que estoy un poco ansiosa por ver la expresión de Tom, espero que le guste, pues de lo contrario me sentiré tan avergonzada que querré meter la cabeza debajo de la tierra. Saco mi teléfono del bolso pues no lo he revisado en casi una hora, y aparte de las notificaciones usuales sobre nuevos correos electrónicos y algunos mensajes de gente de la empresa, no hay nada más, ni un solo mensaje o llamada de Tom.
Se me hace un poco extraño, pues esperaba que él me hubiese escrito para confirmar la hora, o preguntarme si traía algo, pero nada, ni una sola señal de él; trato de no preocuparme por ello, pues seguramente ya debe venir en camino, así que no es buena idea llamarlo porque lo puedo distraer del camino mientras maneja, así que me sirvo una copa de vino y pongo los platos con la pasta en la mesa para tener todo listo.
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Media hora después, Tom no ha llegado y yo me estoy empezando a poner de mal humor, más aún después de que le envié dos mensajes preguntándole si ya venía llegando, pero no ha respondido a ninguno de ellos, le estoy dando el beneficio de la duda, pues sé que algunas veces se forma un tráfico horrible cerca a la oficina y eso puede hacer que cualquier persona se retrase, sin embargo, si estuviera atrapado en el tráfico, podría haberme escrito o llamado para hacérmelo saber.
Cuando ya ha pasado una hora, recojo los platos y los arrojo con rabia sobre el fregadero haciendo que se partan y su contenido se derrame por todas partes, no puedo creer que Tom esté haciéndome esto, él mismo estuvo pidiendo que habláramos sobre nuestra relación desde que regresó y ahora simplemente decide llegar tarde, si es que va a venir en absoluto, pues a estas alturas, ya no estoy tan segura de ello.
Mi teléfono tiene varios mensajes de gente de la empresa, y algunas llamadas perdidas, pero no he querido revisarlos pues realmente no estoy de humor para lidiar con cosas de la compañía en este momento, y pensar en eso me hace poner aún más furiosa, ni siquiera hemos empezado algo con Tom y él ya está haciendo que deje de lado las cosas relacionadas con mi trabajo, bueno, no él exactamente, pero sabía desde el principio que esto iba a ser una distracción.
Cuando ya voy por mi tercera copa de vino, el intercomunicador suena y siento deseos de no contestar, pero al final decido hacerlo, y cuando el vigilante me pregunta si autorizo la entrada de Tom, le digo que sí y luego me siento en la sala con la copa en la mano, esperando a que él entre para decirle su par de cosas.
Apenas la puerta se abre, Tom entra rápidamente y escanea alrededor con una expresión preocupada, hasta que me ve sentada en el sofá y se apresura a acercarse hacia mí.
“Zara, ¡estás aquí!” él exclama en un tono acusador.
“Pues claro que estoy aquí, ¿en dónde más iba a estar si llevo más de una hora esperándote?” le respondo con ira.
“¿No has revisado ninguno tu teléfono? Te han estado escribiendo y llamando desde hace rato, pensé que te había pasado algo y por eso vine hasta aquí,” él me dice con uno tono tenso.
“¿Sólo por eso viniste, porque no estaba contestando mis mensajes? ¿Se te olvidó que teníamos una cena planeada?” le digo en tono acusador mientras me pongo de pie para ir a servirme otra copa de vino.
“No, Zara, no se me olvidó, es sólo que sucedió algo en la empresa, por eso te han estado llamando,” él me dice mientras me observa con curiosidad y mira alrededor hasta que ve los platos rotos en el fregadero.
“¿Preparaste tú misma la cena?” él me pregunta mientras yo estoy revisando los mensajes de mi teléfono.
Tom tenía razón, algo sucedió en la empresa, parece que hubo algún tipo de incendio en la zona de programación y algunos equipos con información importante fueron completamente destruidos, mierda, debí haber revisado mi teléfono, soy una completa idiota.
“¿Por qué no me llamaste a decirme sobre esto?” le inquiero con creciente molestia.
“¿Estás ebria?” él me pregunta sintiendo el olor a vino en mi aliento.
“Respóndeme la pregunta, Tom,” le digo cruzándome de brazos.
“Mi teléfono se quedó sin batería unos minutos antes de salir, y justo cuando iba saliendo de la oficina, me informaron sobre el incendio y tuve que regresar, por eso le pedí a James que te escribiera informándote sobre lo que había pasado, pero cuando dijeron que no respondías, pensé que te había pasado algo y vine hasta aquí,” él me dice mientras se acerca hacia mí y pone sus manos en mis hombros.
“No vi mi teléfono,” mascullo entre dientes mientras me miro los pies y pienso en lo estúpida que fui al pensar que me había dejado plantada.
Tom pone una mano debajo de mi barbilla para obligarme a mirarlo a los ojos y luego me dice en una voz que es una mezcla de diversión y curiosidad: “¿Estás molesta porque pensaste que te había plantado?”
“No,” respondo mirando hacia otro lado.
“Espera, si tú misma cocinaste la cena, ¿eso quiere decir que la respuesta es sí?” él me pregunta con un tono esperanzado, mirando hacia la mesa en donde está el candelabro con las velas a punto de apagarse.
“No, ya no,” le respondo de forma obstinada y volteo la cara hacia otro lado.
Pero en vez de decirme algo, siento como Tom pone sus manos en mi cintura y me levanta en brazos haciéndome pegar un pequeño grito de sorpresa, pero antes de que pueda decirle que me baje, veo que él se está dirigiendo hacia mi habitación y me empieza a besar el cuello mientras me susurra en el oído lo feliz que se siente.